Por JAVIER TÉBAR y JAVIER ARISTU
Escribimos estas líneas cuando todo un país, y no es el único, está aislado. Aquellos de sus ciudadanos que pueden hacerlo se confinan en sus domicilios, se independizan necesariamente unos de otros, a fin de evitar el contagio. Se da, de este modo, la paradoja de que cuanto más independencia mayor interdependencia, cuando más individuos o individuales somos más sociedad somos. ¡Qué lastima que no nos viera ahora Margaret Thatcher, actuar de forma unívoca ante la amenaza! ¡Qué pena que no experimentara en estos momentos cómo también su país está sometido, como una sociedad entera e indivisible, a la alarma de una pandemia!
El COVID-19 va a cambiar muchas falsas conciencias y, así lo creemos, va a resituar las verdaderas dimensiones de los problemas con los que tiene que batirse una sociedad y un gobierno como es el actual. Pero también las consecuencias que está teniendo y va tener sobre un proyecto como el de la Unión Europea, mostrándose fisuras en las políticas de coordinación entre estados miembros que esperemos que no constituyen vías de agua de un futuro naufragio. Es cierto que existen precedentes en las historia de una gran pandemia que hizo estragos, así la llamada “gripe española” en 1918, aun sin finalizar la Primera Guerra Mundial, provocó millones de muertes, se habla de entre 20 y 40 millones de víctimas de todas las edades. Y también es cierto que parte de los científicos, desde años atrás, manejaban un escenario parecido al que estamos viviendo. Sin embargo, 2020, la segunda década del siglo, nos ha ofrecido en su primer trimestre un nuevo gobierno y una amenaza desconocida hasta ahora por las generaciones que habitamos este planeta y en esta época.
Los resultados de las elecciones del 10 de noviembre pasado han propiciado, a trancas y barrancas, la formación de un gobierno de coalición de izquierdas, el primero de la democracia española en 40 años. La constitución de este nuevo gobierno acordado entre el PSOE y Unidas Podemos el pasado mes de enero se produjo en medio de una serie de episodios que podrían considerarse propios de una serie de enredos, en este caso de enredos políticos, pero también de suspense judicial relacionado con las enredaderas del conflicto político catalán. No nos vamos a detener aquí en estos sucesos, por ser conocidos.
La cuestión es si, una vez constituido un gobierno de España que dispone de una aritmética parlamentaria de suma y condicionante, se abre un nuevo ciclo político de estabilidad y de cambios necesarios, diríamos que urgentes, tanto desde el punto de vista de la política económica y social como territorial.
Algunas de los interrogantes planteados hoy en día son: ¿Qué tiene de nuevo el nuevo pacto planteado a partir de la investidura de Pedro Sánchez? ¿En qué contexto se afronta? y ¿Qué recorrido se vislumbra? Desde luego todo esto condicionado, como decíamos al inicio, por la irrupción en su recorrido de la pandemia del COVID 19.
A todas estas cuestiones se vienen dando respuestas más o menos aproximadas, sabiendo que las previsiones se compadecen poco con la endiablada dinámica política actual, marcada como está tanto por la nueva disciplina de la señalética política que se encarga del diseño de señales como por el sistema tormentoso de la meteorología mediática que se padece hoy.
La derecha popular parecería que está más derecha que nunca, dejándose arrancar sin excesiva o ninguna oposición las conchas liberales que otrora adornaron el proyecto de algunos de sus componentes. Los nacionalismos calificados de sub-estatales viven en buena medida en la asintonía. Y en el caso catalán instalados en una querella indisimulada entre Junts per Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya, cada vez más metidos en reproches y revueltas y cada vez menos unidos. Las izquierdas reunidas, finalmente, muestran en sus primeros gestos políticos y de gobierno la voluntad de atravesar el espejo deformado de un país cada vez más próximo al esperpento valleinclanesco, donde un día sí y un día no se ha venido hablando de la política venezolana y de otras hierbas. Tienen las izquierdas en el gobierno una difícil tarea, la de hacer política real y no política ficción, es decir, llevar a cabo un proyecto que ofrezca un horizonte a la ciudadanía de cambios graduales de mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, pero también afectados por las oscilantes variables que responden a claves de política europea y de la geopolítica internacional.
No parece posible ir más allá de describir o enunciar que en torno al nuevo ciclo político se ha suscitado una panoplia de actitudes que ven en el trayecto iniciado desde el optimismo voluntarioso, el escepticismo neto o bien el cinismo integral.
Y así estábamos hasta que llegó el coronavirus. Este virus nos va a cambiar a todos y va a modificar el trantrán en el que estaba la gobernanza y la política de España. Los efectos que está generando sobre nuestras formas de vida social son incalculables al día de hoy. Es seguro que el ser humano que habita este planeta va a ser capaz de controlar, derrotar y dominar esta pandemia; de lo que no estamos seguros es con qué costos económicos y en particular con qué costos sociales. Es pronto todavía para ni siquiera intuir sus consecuencias, pero sí es seguro que estas serán graves e históricas. Lo único que podemos decir en estas jornadas de incertidumbre es que ojalá el virus ayude a una reflexión sobre el momento y la calidad de nuestra forma de vida, personal y social, porque a la postre toda es una.
Continuamos en nuestro empeño de estos últimos años, volvemos con este número 18 de Pasos y en este preciso momento de alarma nacional y de inmensa preocupación entre todos nosotros. Lo podemos hacer porque la infraestructura informática instalada en nuestras vidas nos permite ya actuar desde casa, en modo online, sin necesidad de reunirnos físicamente, de tocarnos las manos, de estar juntos en el mismo espacio, de usar máquinas colectivas. Sin este nuevo entorno digital sería imposible que hoy Pasos a la Izquierda estuviera con vosotros como sería imposible que este país hubiera reaccionado de forma prácticamente unánime a las recomendaciones del Gobierno ante el estado de alarma que fue decretado el pasado día 14 de marzo. En estos días aciagos, Internet, los móviles, las redes están ofreciendo la cara buena de una sociedad abierta e interconectada globalmente. Ojalá seamos capaces todos de aprender las lecciones de una crisis histórica de inmenso calado y de enormes consecuencias en el futuro.
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Javier Tébar Hurtado. Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona. Director del Arxiu Històric de CCOO de Catalunya y subdirector de Segle XX. Revista Catalana d’Història. Es miembro del Consell Nacional d’Arxius de la Generalitat de Catalunya i del Consell de Participació del Memorial Democràtic de la Generalitat de Catalunya.
Javier Aristu. Ha sido profesor de Lengua y Literatura Española. Coordina el blog de opinión En Campo Abierto y es coeditor de Pasos a la izquierda.