Por PACO RODRÍGUEZ DE LECEA
El punto de arranque del presente Dossier ha sido la aparición del importante libro de Pere Jódar y Jordi Guiu Parados en movimiento. Historias de dignidad, resistencia y esperanza (Icaria, Barcelona, 2018). Se trata de un estudio sociológico basado en una encuesta amplia realizada a trabajadoras/es de Barcelona y su cinturón, en paro o con empleos precarios, que luchan contra la exclusión a través de diversas plataformas asociativas y solidarias. Las entrevistas directas desmontan una serie larga de clichés oficiales sobre las causas del desempleo, los sectores del mundo del trabajo a los que afecta, y los medios que han de activarse para enderezar la situación. En cierto modo, supone una “radiografía profunda” que traspasa la “fotografía instantánea” del empleo proporcionada por las estadísticas, para penetrar e indagar en el interior oculto de la realidad.
Una pregunta inquietante surge de la reflexión en primera persona y en voz alta de los protagonistas de carne y hueso de las estadísticas: ¿cuál es el sentido último del trabajo, de “su” trabajo, en la era del capitalismo flexible?
Y, concretando el anterior interrogante: ¿son la precariedad, la desigualdad y el desempleo fenómenos “adyacentes” al trabajo asalariado como siempre lo habíamos entendido, o por el contrario están instalados ya en la sustancia misma, en la estructura del trabajo real, tal y como se desarrolla en nuestras sociedades?
El Resumen de la encuesta sobre paro y precariedad en Barcelona (EPYPB) ofrece algunas respuestas iniciales a los interrogantes anteriores. Paro y precariedad golpean con mayor fuerza a las mujeres, a los jóvenes y a los trabajadores mayores, pero nadie puede considerarse libre de la epidemia. La división teorizada por Guy Standing1 entre una clase obrera instalada, de un lado, y de otro el precariado como nueva clase social, no ha resistido la prueba del tiempo. Un estudio dirigido por la Secretaría de Empleo de CCOO señala, por ejemplo, que también la contratación indefinida en España está marcada por la rotación y la precariedad, hasta el punto de que el 50% de los contratos indefinidos no llegan a alcanzar los dos años de vigencia2.
Pere Jódar y Mireia Bolíbar ofrecen en “Precariedad laboral y desprofesionalización” una amplia reseña del libro Mapping Precariousness, coordinado por tres profesoras italianas, que examina los efectos destructivos que el capitalismo de la flexibilidad y la precariedad está provocando en ese sustrato íntimo de la personalidad que siempre había sido la profesión. Es cuestión de preguntarse, reflexionan las autoras, si en el mundo descarnado del neocapitalismo liberal siguen teniendo sentido características tales como la cualificación, el asociacionismo y la ética profesional. La sustancia misma de la identidad personal construida a través de la capacitación profesional (aquel mandato paterno, “Estudia, o nunca llegarás a ser nada”), se desliza hacia otra realidad, el riesgo permanente, la vulnerabilidad, la necesidad de recomenzar desde cero todos los días. Richard Sennett lo expresó en un libro clásico de la siguiente manera: «Vivir en continuo estado de vulnerabilidad es la propuesta que, tal vez sin querer, hacen los autores de los manuales de empresariales cuando celebran el riesgo cotidiano de la empresa flexible […] Lo inherente de todo riesgo es la regresión a la media […] Al riesgo le falta matemáticamente el aspecto de una narración en la que un suceso conduce al siguiente y lo condiciona. […] Estar continuamente expuesto al riesgo puede desgastar nuestra sensación de carácter. No hay narración que pueda vencer la regresión a la media; uno está siempre “volviendo a empezar”.»3
El resultado en términos médicos de esta corrosión del carácter ha recibido ya un espaldarazo oficial. El burnout o síndrome del trabajador quemado será incluido a partir de 2022 en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS, en la sección sobre «problemas asociados» con el empleo o el desempleo, código QD85. Es descrito como «un síndrome (…) resultante del estrés crónico en el trabajo que no ha sido gestionado con éxito», y se caracteriza por tres elementos: «sentimiento de agotamiento», «cinismo o sentimientos negativos relacionados con el trabajo» y «menor rendimiento profesional4«.
Eileen Appelbaum nos ofrece una perspectiva particular de los orígenes y las causas del fenómeno de la devaluación del trabajo, en “La fragmentación de los mercados…” Su aportación es significativa por dos razones: porque examina únicamente lo que sucede en el centro del imperio económico, y porque se atiene al trabajo fijo, emergido, legalmente regulado. De su exposición se concluye que la desigualdad nace de la posición misma en el mercado de empresas dominantes, capaces de extraer rentas de su situación privilegiada, y empresas colocadas en diferentes grados de subordinación, que para subsistir se ven obligadas a aceptar condiciones leoninas en la contratación, y repercutir aquella desigualdad inicial en oleadas sucesivas de desigualdad, hasta alcanzar un grado insostenible en el límite exterior de la constelación productiva. De ese modo es posible que tengan salarios muy desiguales trabajadores con una misma formación, experiencia y antigüedad, y que desempeñan la misma tarea, pero que prestan servicio en una empresa alfa, beta o gamma de una misma constelación productiva.
Teresa Torns se centra, en “Presencias y ausencias de las mujeres en el mercado laboral”, en la existencia de un sesgo de género, una división sexual del trabajo, que viene a subrayar la precariedad general en el caso particular de las mujeres, al asignarles tanto un “techo de cristal” como un “suelo pegajoso” que las arrastran a la invisibilidad (cuando están presentes) o a la conformidad social (cuando no lo están) respecto del mercado de trabajo. El tema es de una gravedad e importancia extraordinarias, entre otras razones por el hecho de que el confinamiento de las mujeres en los trabajos de la reproducción, que no tienen asignado ningún valor “de mercado”, acaba por perjudicar tanto la actividad productiva como la reproductiva. Según la Encuesta de Fecundidad elaborada para 2018 por el Instituto Nacional de Estadística, los sueldos precarios y las dificultades para la conciliación determinan que las españolas retrasen su maternidad en 5,2 años como media, y tengan menos hijos: un 88,1% de las mujeres fértiles menores de 30 años no han tenido hijos, y una de cada cuatro menores de 44 años afirma que no quiere tenerlos5.
Si la desigualdad, la vulnerabilidad y la precariedad de la fuerza de trabajo son elementos estructurales y no accidentales en la actual forma de producir, no es probable que se remedien con una simple reforma legislativa. Pere Jódar y Ramon Alós examinan en “Fuerzas de trabajo y conflicto social en un capitalismo en transformación” las tareas respectivas y la confluencia de esfuerzos necesaria entre los movimientos sociales, de un lado, y los sindicatos democráticos, de otro, para afrontar con posibilidades de éxito la superación de la situación actual de indefensión, abuso y sobreexplotación, que afecta, no ya a “bolsas de pobreza” o sectores descualificados y marginales de trabajadores, sino a todo el amplio conjunto de las capas obreras, medias y profesionales de la ciudadanía.
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Paco Rodríguez de Lecea. Coeditor de “Pasos a la izquierda” y escritor.
Notas
1.- Standing, Guy, El precariado, una nueva clase social. Barcelona, Pasado y presente, 2013. [^]
2.- https://www.nuevatribuna.es/articulo/economia-social/50-contratos-indefinidos-llega-alcanzar-2-anos-antiguedad/20190416111827161934.html. [^]
3.- Sennett, Richard, La corrosión del carácter. Barcelona, Anagrama, 2000. Trad., Daniel Najmías. Pp. 86-87. [^]
4.- Información aparecida en El País, 27.5.2019. [^]
5.- https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/maternidad-retrasa-5anos-sueldosprecarios-conciliacion/20190420092648162005.html. [^]