Por PERE JÓDAR y MIREIA BOLÍBAR
Emiliana Armano, Arianna Bove, Annalisa Murgia (2017) Mapping Precariousness, Labour Insecurity and Uncertain Livelihoods. Subjectivities and Resistance. Routledge. 236 pages1[1]
En la literatura sociológica sobre la profesionalidad predominan dos visiones (Evetts et al., 2009)2. Una optimista, que representa la línea trazada desde Durkheim, pasando por Carr-Saunders y Wilson, Talcott Parsons, Wilensky o la escuela de Chicago; todos ellos ponen el énfasis en la autonomía del profesional, su competencia en el terreno del conocimiento de su profesión, el asociacionismo y su voluntad de servicio al cliente por encima de sus intereses. Frente a ella una concepción más pesimista o crítica, siguiendo a Weber (poder, racionalidad, burocracia) o a Marx (control) en la que los profesionales mantienen una relación ambivalente entre saber y poder; de modo, que el reconocimiento social y público a su saber y competencia les sirve para monopolizar un segmento del mercado de trabajo, por medio del control del acceso a través de la carrera universitaria y de los requisitos para pertenecer a la asociación, o por medio del control del mismo ejercicio profesional. En este sentido una buena parte del asociacionismo profesional tiene como cometido marcar las fronteras de una y otras profesiones, lo que da lugar a un cierre social, siempre provisional, hasta la próxima batalla entre fronteras jurisdiccionales. El Estado, mediante el ejercicio de su soberanía, se reserva el papel de marcar las reglas del juego y legitimar el cierre. Las ideas relacionadas con el capital humano (acumulación de saber y experiencia) y con la meritocracia que permiten el logro han acompañado este debate, que también trata de la ética profesional en relación al interés crematístico.
No obstante, estos dilemas se están transformando muy rápidamente. La globalización y la financiarización por un lado afectan a las actividades económicas, mientras los requisitos de flexibilidad y la precariedad que les acompañan rompen los horizontes profesionales, tanto en términos de privilegios, como en términos de competencia y deontología. Mientras que el campo experto de la sociología de las profesiones, o del análisis institucional y organizativo, continúa centrado en el ejercicio y el trabajo de los profesionales en y con las instituciones, incorporando algunas referencias a los cambios que se producen, la relación laboral observable en el mercado de trabajo o la relación comercial entre profesionales y empresas, están sufriendo profundas transformaciones que, finalmente, pueden repercutir de manera extraordinaria en la misma concepción de profesión y profesional.
En este aspecto reviste interés el libro de Armano, Bove y Murgia, que aquí comentamos. Annalisa Murgia y Emiliana Armano son reconocidas especialistas en el campo de la precariedad ─en particular los dos volúmenes de Armano y Murgia titulados Mappe de la precarietà (2012), sobre todo el volumen dos dedicado a los trabajadores del conocimiento─, mientras que Arianna Bove es una filósofa especializada en el campo de las ideas y de los movimientos sociales. Se trata de un libro editado por autoras, y en él están también presentes la perspectiva de género y la conexión entre trabajo-ocupación y vida (familia, hogares).
La relación laboral observable en el mercado de trabajo o la relación comercial entre profesionales y empresas, están sufriendo profundas transformaciones que, finalmente, pueden repercutir de manera extraordinaria en la misma concepción de profesión y profesional
El texto aporta vivencias y reflexiones en tres aspectos complementarios: las experiencias en diferentes países y las diversas subjetividades relacionadas, las resistencias y movimientos sociales derivados y, finalmente, las perspectivas conceptuales. Sobre estas últimas cabe destacar la propuesta de Isabell Lorey en el capítulo quince, que distingue entre tres dimensiones de la precariedad: Precarity (la precariedad de la vida misma; la posición en relación a las normas sociales y culturales; clases, etc.); la condición precaria o Precariousness (la precariedad como resultado social, económico o legal de la acción política), la precariedad gubernamental (Governmental precarity), forma de gobernar utilizando la inseguridad y la autodisciplina como herramienta principal; a lo que añade el proceso de precarizar personas (Precarious). Según la autora, «la precariedad describe un nivel socio-ontológico… La precariedad vital (precarity) se comparte con los demás; señala la conexión fundamental con los demás que todos sean iguales; en un momento u otro de la vida necesitamos cuidados. Es una dimensión de la vida que el capitalismo actual está devaluando. La precariedad en tanto que condición precaria (precariousness) designa condiciones de desigualdad legal, política, económica y social… en resumen, designa las condiciones de dominación que se dividen y distribuyen a través de la protección y el cuidado. La precariedad gubernamental enfatiza cómo la conducta del gobierno estatal y el autogobierno individualizado se entrelazan en un modo de gobierno que utiliza la inseguridad como su principal herramienta.»
Pero el texto también supone una ruptura epistemológica, porque se dirige a la raíz o fundamento de los cambios. Así, mientras una buena parte de la academia universitaria sigue produciendo como si nada agitara la tierra bajos sus pies, el conjunto de autores y autoras del texto tienen en cuenta el binomio flexibilidad/precariedad que implementa el pensamiento y la práctica neoliberal, al que acompañan con una llamada de atención: si es el mercado, la caja negra o mano invisible, lo que asigna trabajo, precios, mercancías, servicios, etc., en tiempos de globalización, financiarización y nuevas tecnologías (TIC, IA), la cualificación, el asociacionismo, la ética o el honor profesional es posible que ya no cuenten o se estén devaluando. Lo que puede arrastrar consigo paulatinamente el campo experto y la misma voz de los expertos.
Si es el mercado, la caja negra o mano invisible, lo que asigna trabajo, precios, mercancías, servicios, etc., en tiempos de globalización, financiarización y nuevas tecnologías (TIC, IA), la cualificación, el asociacionismo, la ética o el honor profesional es posible que ya no cuenten o se estén devaluando
Ello es muy visible en el capítulo tres de Armano y Murgia sobre las áreas híbridas del trabajo en Italia. En dichas áreas las autoras destacan que el control del tiempo en las empresas es sustituido por objetivos, resultados, proyectos. En cierta manera se sustituye el ritmo cronometrado e implacable de la cadena fordista, por una cadencia y disciplina internalizada. Aunque también es posible argumentar, estableciendo una comparación entre el trabajo manual y el no manual (vinculado o no al conocimiento), que esta sucesión de proyectos vendría a ser una especie de trabajo a destajo (por piezas); ahí, en apariencia el tiempo no cuenta, simplemente porque todo el tiempo del profesional de zona híbrida se lo debe al empleador. Pero, también proponen las autoras una segunda característica: la implementación de la precariedad en el terreno profesional conlleva una identificación con las actividades de trabajo de manera que las competencias y cualificaciones profesionales, las cualidades y emociones personales, llegan a ser subsumidas en el propio acto de realización de dichos proyectos. Un ejercicio de la crítica artística (como afirman Boltanski y Chiappello3), que conduce a la auto-explotación o, en términos de La Boétie, a la servidumbre voluntaria. Es el trabajo gratuito que se va expandiendo por las universidades y centros de investigación, o que sirve como requisito de entrada al ejercicio profesional (los ayudantes, becarios y otras fórmulas similares que sustituyen a los antiguos aprendices gremiales o industriales). El caso de la universidad australiana que presenta Morgan y Wood (capítulo seis) es ilustrativo; así, la beca es un anzuelo que vincula al mundo académico y a los valores profesionales, pero no tanto por la adquisición de aptitudes, de capital humano, sino por la modulación de las actitudes para enfrentarse al fluido mundo de la flexibilidad y la precariedad profesional. El nuevo managerialismo aplicado a las universidades genera un período de aprendizaje y de acomodación a los nuevos procedimientos de relación profesional vinculados a la burocracia neoliberal, tan bien descritos por David Graeber o Sennett4 y que los casos de las post-doc Di y Marian, presentados por Morgan y Wood, reflejan con precisión.
Se puede añadir una tercera característica de los nuevos tiempos, a partir de la aportación de Papadopoulos en el capítulo diez del texto: «Frente a la movilización de las clases trabajadoras y las poblaciones subalternas de los años sesenta y setenta … vemos como se han desarrollado dos transformaciones principales en forma de respuesta a estas movilizaciones: salarios estancados, subempleo y flexibilización de los mercados laborales, pero también una forma de acumulación dirigida por las finanzas con la introducción de la titulización y el aumento de los préstamos al consumo, corporativos y préstamos soberanos.» La respuesta del capital a los problemas de rentabilidad, o al aumento de la capacidad negociadora de los trabajadores, ha traído como consecuencia la externalización de la producción de productos y servicios, pero también un desplazamiento del puesto de trabajo hacia el hogar y la vida cotidiana, borrando las distancias entre producción y reproducción.
La consideración del trabajo como una mercancía es el mecanismo que condiciona la relación entre empresario y trabajador. Se presupone que empleador y empleado realizan el intercambio bajo las mismas condiciones de libertad. En las áreas híbridas, señalan las autoras, esa supuesta libertad –de ofrecer la fuerza de trabajo─ va un paso más allá en el terreno eufemístico, de manera que el candidato, bajo el síndrome del trabajo gratuito, realiza los proyectos sin cobrar, por una promesa de futuros proyectos remunerados.
Diferentes capítulos a lo largo del libro afirman, siguiendo a Foucault, la idea de nuevas formas de gobierno impulsadas por el neoliberalismo. Por ejemplo las Coopératives d’Activité et d’Emploi (CAE) francesas descritas por Corsani y Bureau (capítulo cuatro), «constituyen un laboratorio político para la experimentación y la innovación institucional, para prefigurar un nuevo horizonte de emancipación más allá del trabajo asalariado y el emprendimiento individual»; aunque advierten las autoras que en el proceso de convertir al asalariado en autónomo, se transforma al autónomo en heterónomo. Un escenario similar es relatado por Southwood (capítulo cinco) para el caso del Reino Unido mediante el recurso a la ocupabilidad, generadora de una nebulosa de subcontratación, basada en el autoempleo y el emprendimiento, en el que la competencia entre trabajadores no solo diluye la auto-explotación (con independencia del grado de cualificación y saberes acumulados), sino que impide ver cómo el riesgo e incertidumbre que, teóricamente, acompañan la actividad empresarial en el mercado, ahora se trasladan al factor trabajo: «Su uso como instrumento de disciplina laboral y de bienestar en una era de salarios decrecientes y de inseguridad incrementada significa que la psicología positiva, inherente a la propuesta de ocupabilidad, se ha trasladado de las páginas de los manuales de autoayuda a la esfera pública. Tal y como Barbara Ehrenreich sugiere en Smile or Die5, en un estudio sobre el pensamiento positivo en los Estados Unidos, «en los últimos años la presión para actuar de manera positiva ha adquirido un aspecto más áspero.»
El riesgo e incertidumbre que, teóricamente, acompañan la actividad empresarial en el mercado, ahora se trasladan al factor trabajo
De forma más concreta se aborda el caso de los trabajadores de los medios de comunicación griegos, relatado por Spyridakis (capítulo 7), en el que el trabajo autónomo y freelance conduce a realizar trabajos precarios; sin garantía de continuación en el empleo, en ubicaciones impredecibles, con ingresos bajos o muy bajos y sin acceso (o bajo acceso) a la protección social; aunque, al menos, les libra del desempleo.
Por supuesto los escenarios que plantean las autoras son, asimismo, contradictorios, y Richter en el capítulo nueve dedicado a Japón lo remarca: «Este modelo está conformado simultáneamente por la informalización y la informatización de los procesos de producción y comunicación, enfrentando a los trabajadores con nuevos desafíos que, paradójicamente, toman la apariencia de ambas imposiciones (intensificación del trabajo y control) y oportunidades (autonomía, creatividad, responsabilidad propia, flexibilidad).» Paradoja que conduce a los jóvenes japoneses a una variedad de trabajos flexibles que permiten a la autora hablar de trabajo pobre y de generación perdida.
La mercantilización de todos los aspectos de la vida humana conlleva una vulnerabilidad (precariedad vital y condición precaria), que erosiona las redes de seguridad y legaliza la reproducción del trabajo pobre como pura mercancía no incrustada en la sociedad (Spyridakis). Aunque es posible construir nuevas redes, tras la destrucción de las comunidades tradicionales; por ello Papadopoulos apunta que ante el riesgo y la incertidumbre las personas se movilizan, pero también las empresas y el mismo sistema económico se transforma en lo que el autor denomina, siguiendo a Foucault, Butler y Lorey, en biofinanciarización: la financiarización de la vida cotidiana, de la subjetividad, la ecología y la materialidad.
En la etapa fordista el mercado de trabajo funcionaba como bisagra entre dos mundos distanciados y separados, el de la ocupación y el del hogar, que separaba también el trabajo productivo del reproductivo (de cuidado y atención). El neoliberalismo, al implementar la flexibilización y la precarización, consigue conectar directamente vida y trabajo, apropiándose del continuum existencial de las personas; mediante la evaluación cuantitativa de nuestros actos, o la expropiación de las estructuras comunitarias de cooperación y reciprocidad o, también, a través de la individualización y la privatización de la reproducción social. Pero el neoliberalismo conecta asimismo con una subjetividad de acomodación o adaptación a las nuevas circunstancias. En un estudio reciente realizado conjuntamente con Jordi Guiu6, un joven parado al que entrevistamos nos decía lo siguiente, que es muy ilustrativo de las contradicciones que explica el texto y que queremos remarcar.
La mercantilización de todos los aspectos de la vida humana conlleva una vulnerabilidad (precariedad vital y condición precaria), que erosiona las redes de seguridad y legaliza la reproducción del trabajo pobre como pura mercancía no incrustada en la sociedad
«Esta idea de que el trabajo te da una dignidad y unos derechos, no tiene mucho sentido cuando el trabajo es algo secundario, porque duras tres meses en un trabajo. Y esto ya se vivía antes de la crisis. Un joven que tiene 25 años y que no trabaja, no considera que esté parado, simplemente no está trabajando. Está haciendo un máster, un curso de […] o, ahora, ‘sólo trabajo para probar’ […] Es una cuestión generacional. Además toda esta ideología de los diferentes gobiernos sobre la necesidad de ser emprendedor, de formarse y hacerse a uno mismo es de ‘risa’ […] en una ciudad como Barcelona, el rollo de lo moderno (la gentrificación que se observa en las tiendas de bicis de diseño, de ropa cool, etc.) responde a una generación en la que las aspiraciones de la gente joven (al menos aquellos más elitistas, guiados por la meritocracia) son tener un estudio de ilustración o ser un profesional liberal, ¡establecerse por su cuenta, vaya! Algunos lo consiguen, pero no la mayoría y, en cambio, el ‘modelo cultural’ penetra. En cierto modo, no es que sean sólo valores, sino verdaderos ídolos de esta generación. Entre sentirte parado o sentirte un emprendedor —aunque sólo ganes 300 euros al mes— está clara la preferencia.»
Como se puede apreciar, la necesidad de aparentar profesionalidad o profesionalización, aunque las condiciones de ese empleo, de ese proyecto o de ese modo de emprendimiento, sean fuertemente precarias, hace que la presentación de uno mismo como profesional sea suficientemente atractiva para aceptar y experimentar el síndrome del trabajo gratuito del que nos hablan Armano y Murgia; además, simbólica y materialmente queda muy alejada del poco estimado trabajo asalariado o, aún peor, de la desocupación. Y, sin embargo, la precariedad está adquiriendo una dimensión importante entre profesionales y técnicos superiores, con estudios universitarios, como hemos podido observar también en una encuesta realizada recientemente en Barcelona por nuestro equipo.
Graziano (capítulo 12) señala la pregunta de Negri: ¿Quién es el trabajador y quién es el jefe hoy? Y, sin embargo la violencia y el sufrimiento de las relaciones de trabajo no se han esfumado, por mucho que la narrativa o sentido común dominante lo intente camuflar. En este punto la autora argumenta la existencia de prácticas prefigurativas de reacción ante el malestar que generan las rápidas mutaciones del capital financiero. El nuevo managerialismo, la crítica artística, atrapa no sólo los cuerpos de las personas, sino también su espíritu, su alma. La sociedad espectáculo comercia no sólo con fetiches y mercancías ficticias, sino que nos envuelve en un ensueño de mercados que a modo de dioses bajan a la tierra a salvarnos de nuestras miserias y, mientras nos seducen con espejismos, la desigualdad se dispara y quizás también aumenta la alienación y el sometimiento de trabajadores y ciudadanos en unas sociedades de democracia devaluada.
También resulta interesante, en el terreno de las contradicciones expresadas, una nueva cara de las mismas. La que retratan Casas-Cortés y Covarrubias, en el capítulo trece, sobre la experiencia migratoria en España. Una experiencia de ida y vuelta; por un lado la inmigración de trabajadores extracomunitarios y de refugiados, a los que se intenta estigmatizar desde posiciones xenófobas; y por otro lado, la emigración de jóvenes universitarios españoles (tras la crisis de 2008) a los que la ministra de Empleo del país caracterizaba como personas de espíritu aventurero en busca de nuevas experiencias, también formativas. Las autoras afirman que «la hipótesis precarios- migrantes postulaba que las condiciones laborales que sufren los migrantes en la actualidad (como los contratos de informalidad, la vulnerabilidad en el lugar de trabajo, los vínculos intensos entre territorio y empleo, los bajos salarios, la falta de derechos sindicales, la temporalidad, la demanda de disponibilidad total, etc.) se están extendiendo al resto de la población, incluidos los nativos de la UE.» Pero ello no acerca a migrantes y autóctonos, sino que fragmenta la ciudadanía en función de los procesos institucionalizados de discriminación (visados, permisos, legalización, etc.) que aumentan las situaciones atípicas de ocupación y de ilegalidad.
La nueva tecnología permite al manager controlar un proceso en el que las tareas se han descompuesto, descualificado, dispersado e, incluso, han sido privadas del conocimiento que se supone debería intervenir en su realización; la multitud tras las pantallas realiza tareas que solo cobran sentido en manos del controlador
En referencia al trabajo profesional en el reino digital del big data o del big tech, según Ross, los programas e-lance (mechanical turk, taskrabbit, etc.) descomponen una diversidad de tareas profesionales en micro-tareas de unos pocos minutos, al estilo taylorista; son, claramente, trabajo a destajo ordenado en base a precios muy bajos. En otras ocasiones, las TIC (y la inteligencia artificial, IA) se unen al cuestionamiento de la profesionalidad mediante técnicas no exclusivamente tecnológicas, sino organizativas; el outsourcing es una buena muestra de ello, aunque se expanda en formatos aparentemente más “amables” del tipo crowdfounding o economía colaborativa. La nueva tecnología permite al manager controlar un proceso en el que las tareas se han descompuesto, descualificado, dispersado e, incluso, han sido privadas del conocimiento que se supone debería intervenir en su realización; la multitud tras las pantallas realiza tareas que solo cobran sentido en manos del controlador. Las IA pueden llegar a desprofesionalizar no sólo las tareas profesionales, sino también las más creativas y artísticas.
Asimismo, Ross nos introduce a una variedad de trabajo profesional gratuito que comienza en la universidad mediante prácticas en empresas e instituciones, normalmente no pagadas; aunque podemos añadir que en los institutos españoles ya existen asignaturas “de empresa” que incluyen breves períodos de prácticas. Y sigue en la misma universidad con el problema de becarios, doctorandos y post-doc, como fuente de trabajo precario y de cambio en las subjetividades profesionales, al reproducir actitudes de aceptación del actual estado de cosas. Otro problema que afecta a los profesionales ya establecidos, sobre todo a aquellos que están bajo régimen salarial, pero naturalmente también a los subcontratados y a los que trabajan por proyectos, es la necesidad de realizar jornadas interminables, en muchas ocasiones simplemente por presencialismo. Y ello afecta tanto a la empresa privada, como a técnicos y directivos medios de la administración pública. También destaca Ross la economía colaborativa que bajo su fachada de cooperación y ayuda mutua, esconde grandes empresas que abren mercados de altos beneficios, generando nuevos hábitos de consumo de servicios (Airbnb, Uber, etc.), mientras someten a sus trabajadores a condiciones leoninas en tanto que falsos autónomos o autónomos dependientes.
En estas actividades el trabajo remunerado se ofrece libremente, e igualmente son libres las obligaciones que se contraen; se trata en la mayoría de los casos de trabajos voluntarios donde no existe protección, ni sindicatos, ni negociación colectiva.
El nuevo gerencialismo vinculado al sentido común neoliberal ha generado un vocabulario en torno a la gestión eficiente, y ello conlleva una demanda específica de profesionales, dotados de habilidades y competencias tales como capacidad de negociación, de liderazgo, de comunicación, visión estratégica, orientación al cliente, empatía, trabajo en equipo, espíritu emprendedor, etc. Algunas de estas habilidades y competencias ya se han introducido en la escuela y en la formación universitaria. Pero quizás más importante que los conocimientos en sí, es la aceptación de unas normas de autoridad y formas de comportamiento, en las que la clave es la aceptación del mundo tal cual es. Porque el talento o la inteligencia, las virtudes “artísticas” que hayan adquirido los profesionales, sirven de poco cuando es el mercado y no el código profesional, o cuando es la economía y no la sociedad, aquello que importa. El fracaso finalmente será de unos trabajadores o profesionales incapaces de ser suficientemente emprendedores.
El talento o la inteligencia, las virtudes “artísticas” que hayan adquirido los profesionales, sirven de poco cuando es el mercado y no el código profesional, o cuando es la economía y no la sociedad, aquello que importa
Armano, Bove y Murgia han editado un libro que nos presenta diferentes casos de expansión de la precariedad en ocupaciones, profesiones y actividades en diferentes países muy alejados entre sí, así como diversas formas de resistencia, centradas estas sobre todo en Europa; es un texto sin vocación universalista, pero sí permite comprender las múltiples facetas y dimensiones del fenómeno, así como su significación para los afectados por la precariedad. Es un buen ejemplo de cómo los conocimientos cualitativos basados en estudios de casos seleccionados permiten una descripción rica y una mejor aproximación a realidades complejas y emergentes. Al hacerlo así, en su totalidad, y en particular la tercera parte y el aparato conceptual, nos proporcionan herramientas de análisis necesarias para futuras investigaciones. En resumen, este libro representa un trabajo importante si queremos comprender las transformaciones que se suceden en el mundo del trabajo, de la vida profesional y, también, nos acerca a sus repercusiones en la vida cotidiana y la esfera de la reproducción y el cuidado. Pensemos en la paradoja de dejar a nuestros hijos, a nuestros padres ancianos y dependientes, o a los miembros de nuestra familia enfermos, bajo la tutela de unos servicios privados donde los salarios bajos y la mentalidad de negocio prevalecen, mientras que lo que realmente necesitan (y finalmente lo que todos necesitamos), tanto para nuestro bienestar como para nuestra tranquilidad, es simplemente un tratamiento profesional guiado por un criterio moral y ético, social, ahora abandonado.
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Pere Jódar. Sociólogo del Departamento de Ciències Polítiques i Socials de la Universitat Pompeu Fabra. Especializado en sociología económica, sindicalismo y ocupación.
Mireia Bolíbar. Socióloga del Grup de Recerca en Desigualtats en Salut (Employment Conditions Network) de la UPF, y colaboradora del Centre d’Estudis sobre la Vida Quotidiana i el Treball (QUIT) de la UAB. Actualmente está vinculada al Departamento de Ciencias Políticas y Sociología de la Universitat Pompeu Fabra. Ganó el Premio Ángel Rozas para jóvenes investigadores en Ciencias Sociales en 2014.
1.- Este texto, con algunas variaciones y en inglés se ha publicado en la revista Cambio. Rivista sulle Trasformazioni Sociali; agradecemos a sus editores el facilitar su publicación en Pasos a la Izquierda. [^]
2.- Evetts, Julia, Gadea, Charles, Sánchez, Mariano y Sáez, Juan, “Sociological Theories of Professions: Conflict, Competition and Cooperation”, en Denis, Ann y Kalekin-Fishman, Devorah, eds. The ISA Handbook in Contemporary Sociology Conflict, Competition, Cooperation. Londres, Sage, 2009. [^]
3.- Boltanski, Luc y Chiappello, Éve, El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid, Akal, 2002. [^]
4.- Graeber, David, La utopía de las normas. De la tecnología, la estupidez y los secretos placeres de la burocracia. Barcelona, Ariel, 2015. Sennett, Richard, La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona, Anagrama. 2016. [^]
5.- Ehrenreich, Barbara, Sonríe o Muere. La Trampa del Pensamiento Positivo. Madrid,Turner, 2012. [^]
6.- Jódar, Pere, y Guiu, Jordi, Parados en movimiento. Historias de indignación, resistencia y esperanza. Barcelona, Icària editorial, 2018. [^]