Por Antonio Martin Artiles
“…nos preguntan si somos realmente tan ingenuos como para creer que la democracia puede ser permanente, o para no ver que sólo es una de las tantas formas de gobierno que llegan y se van en el transcurso de la historia.”
Karl Popper. La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Paidós [1945]. Edición 2017, p.16.
1. Introducción y objetivos
“Si has de pasar por el infierno, no te pares”1. El infierno por el que atravesamos se ha venido gestando desde la crisis financiera de 2008 (Gran Recesión) y por la pandemia del Covid (2020-22). Ambas crisis han dejado atrás un reguero de problemas: trayectorias laborales truncadas para muchos jóvenes; recortes en sanidad y educación, descontento con la marcha de la democracia, crisis del sistema de partidos políticos, partidos de extrema derecha y dificultades para la gobernabilidad. Este ha sido el caldo de cultivo para el crecimiento de la extrema derecha en muchos países europeos: Francia, Italia, Polonia, Hungría, los países escandinavos, etc. En Europa hay, en la actualidad, potentes partidos de esa ideología diferenciados de los conservadores tradicionales. España también.
La extrema derecha ha venido jugando con la idea de la desintegración social. El problema de la desintegración social ha sido objeto de estudio en la sociología clásica del siglo XIX y que, hoy, retorna como cuestión a plantear en las sociedades europeas como consecuencia de las políticas neoliberales, la globalización y la inmigración. Desde los años ochenta del pasado siglo, y, durante más de cuarenta años, la política económica ha estado dominada por prácticas neoliberales; por la ideología del mercado y por sucesivos recortes en el derecho del trabajo. Todo ello ha contribuido a debilitar el estatus del trabajo mediante políticas de flexibilización del empleo y la expansión de la precariedad. A partir de los años noventa la globalización ha supuesto un proceso de deslocalización de empresas y de externalización de parte del proceso productivo hacia otros países con bajos salarios. Estos procesos han generado perdedores de la globalización, descontentos de la clase trabajadora y de la clase media. En suma, la desintegración social se ha venido extendiendo como factor explicativo de la crisis de la democracia, la anomia y el auge de la extrema derecha en Europa (Acha 2021; Sandel, 2023).
La extrema derecha es una categoría genérica que designa a una amplia gama de nuevas formaciones políticas relativamente similares; a veces con calificativos distintos: extremistas, radicales, racistas, xenófobos, neofascistas, ultranacionalistas, antisistema, populistas, trumpistas, etc. El politólogo Ignazi (2017) sugirió tres criterios para facilitar la identificación de la extrema derecha: el espacial, el ideológico y la actitud antisistema.
(1) El primer criterio, espacial, hace referencia a la ubicación ideológica en una escala de izquierda a derecha. Muchos estudios han venido corroborando que en efecto los votantes de estos partidos se ubican en el espectro más cercano a la derecha, entre el 8 y el 10 de la escala. Este posicionamiento hacia la derecha se ve más claro cuando se pregunta por la inmigración y por sus actitudes. Entonces se ubican aún más a la derecha, como han puesto de relieve Norris e Inglehart (2016).
(2) El segundo criterio, ideológico, tira del pasado: se inspira en ideas autoritarias, tienen huellas fascistas, nazis, franquistas. O se apoyan en el nacionalcatolicismo (España) evocando un principio de orden y autoridad. Estos votantes radicales aspiran al establecimiento de un régimen autoritario que les garantice seguridad y estabilidad. Éstos expresan rechazo al cambio y a la incertidumbre; su ideología trata de restablecer valores que apoyen la homogeneidad cultural. Acabar con la amenaza del extranjero y eliminar la competencia de los inmigrantes con relación al empleo y a los recursos de bienestar.
(3) El tercer criterio, antisistema, se apoya en un discurso caracterizado por el catastrofismo con el que se presenta el orden político actual, así como la pluralidad y la diversidad. Ponen en entredicho la confianza en la democracia, en el diálogo y la negociación entre los actores sociales. La deslegitimación de los otros partidos también es un recurso habitual para la extrema derecha. Estos partidos han venido desarrollando una feroz crítica a la Unión Europea. Ahora aspiran a recuperar la soberanía nacional; su discurso es de un nacionalismo a ultranza, nativista y populista.
Los objetivos de este artículo son dos.
El primero, examinar los factores contextuales que han propiciado el auge del extremismo de derechas en España. Hay tres factores contextuales a los que dedico atención: (a) Las dos crisis, la Gran Recesión (2008-2016) y la pandemia (2020-22); (b) el auge del autoritarismo, que tiene un punto de inflexión durante la pandemia. Y (c) las actitudes ante la inmigración, a la cual se ve como una amenaza para el orden social y cultural. La inmigración representa para ellos un problema de desintegración social.
El segundo objetivo es esbozar un perfil del votante de Vox, teniendo en cuenta rasgos demográficos, como la edad, el género y el nivel de estudios. Examino el auto-posicionamiento ideológico de sus votantes y su relación con la religión. También analizo el grado de satisfacción de estos votantes con la democracia, la economía y el gobierno. Con ello pretendo ver cómo ha influido el mensaje de las emociones negativas (neuropolítica) en sus votantes.
Estos dos objetivos propuestos los analizo a partir de la Encuesta Social Europea entre los años 2002 y 20202. Asimismo, utilizo el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas para ver perfiles más recientes de los votantes en las elecciones municipales de mayo de 2023.
2. Contexto: Crisis e insatisfacción con la democracia
En la última década se ha venido estudiando la influencia de la neurociencia en las comunicaciones y en las decisiones políticas. Hoy se habla de neuropolítica y neuromarketing. Este aspecto ha sido poco estudiado (Schafer 2021; Crespo et. al. 2022). Se apunta que las comunicaciones basadas en emociones negativas utilizadas en las campañas políticas son poco éticas porque desincentiva el razonamiento, promueven la superficialidad y manipulan al público. Las emociones negativas generan ansiedad sobre el adversario. Manipulando las emociones negativas se busca la abstención de quienes apoyan a los adversarios. Difundiendo mala prensa se busca el desprecio a un determinado partido o líder. Cínicamente se puede añadir que “la percepción es real. La verdad no”3. Por el contrario, las emociones positivas buscan la movilización, mediante la alegría y el entusiasmo, se trata de elevar la participación electoral y la identificación con el cambio.
Vox se funda en 2013 y se presenta a las elecciones europeas en 2014 con resultados irrelevantes hasta las elecciones andaluzas de 2018, donde obtuvo un 10,97% de los votos. El salto lo dio en las elecciones generales de 2019 con 52 diputados. En 2023 ha logrado 33 diputados y tres millones de votantes.
«Se apunta que las comunicaciones basadas en emociones negativas utilizadas en las campañas políticas son poco éticas porque desincentiva el razonamiento, promueven la superficialidad y manipulan al público. Las emociones negativas generan ansiedad sobre el adversario»
La estrategia de Vox se ha caracterizado por sus campañas emocionales negativas, que también han puesto en marcha otros partidos. Las campañas emocionales han venido ocupando un lugar importante en las estrategias de los partidos políticos. Históricamente los movimientos progresistas se han apoyado en la filosofía de la Ilustración. En la búsqueda de la racionalidad. Dice Castells4 que la “izquierda ha dado más importancia a las ideas para mejorar materialmente la vida de la gente”. Pero también ha recurrido a los sentimientos y las emociones en sus campañas electorales con ingredientes tales como enfado, rabia, ira, malestar, indignación y rechazo.
«Cínicamente se puede añadir que “la percepción es real. La verdad no”»
Aunque Vox las ha utilizado en mayor medida. En concreto merecen atención dos de las emociones negativas empleadas. La primera, utilizada en campañas específicas basadas en la sensación de peligro, amenaza e incertidumbre. Es decir, en generar un tipo de temor que activa una actitud de alerta y ansiedad. En este sentido la estrategia comunicativa se ha venido focalizando sobre la inmigración y el gobierno. La segunda campaña ha sido la identitaria, basada en el sentimiento de pertenencia a la nación española, que se ha visto estimulada por el auge del nacionalismo catalán en el periodo de la crisis financiera (Véase Crespo, Garrido y Rojo 2022). Igualmente, la identificación con la religión ha sido otro elemento de su estrategia comunicativa.
El programa electoral de Vox en 20235 permite observar algunas “perlas” de su discurso6 dedicadas a la homosexualidad, la imposibilidad del cambio de sexo; el feminismo, la supresión del Ministerio de Igualdad, la eliminación de la legislación de género, la violencia en el ámbito doméstico y el negacionismo del cambio climático, entre otras propuestas. Pero me centraré en tres dimensiones siguiendo el hilo conductor de este artículo: democracia, inmigración e identidad nacional.
«La primera, utilizada en campañas específicas basadas en la sensación de peligro, amenaza e incertidumbre. Es decir, en generar un tipo de temor que activa una actitud de alerta y ansiedad. En este sentido la estrategia comunicativa se ha venido focalizando sobre la inmigración y el gobierno. La segunda campaña ha sido la identitaria, basada en el sentimiento de pertenencia a la nación española, que se ha visto estimulada por el auge del nacionalismo catalán en el periodo de la crisis financiera»
(1) Con relación a la crisis de la democracia este partido ha venido impulsado una suerte de autoritarismo subliminal: desliza una crítica contra el “consenso partitocrático … que pretende deteriorar los vínculos entre españoles”. Sutilmente Vox está negando el parlamentarismo y la negociación entre partidos, que es una de las características esenciales de la democracia.
(2) Con relación a la inmigración tiene posiciones muy críticas, asociadas también al rechazo hacia la globalización y el multiculturalismo. El programa es beligerante con relación a la inmigración irregular. Formalmente reclama un control del flujo inmigratorio que se adapte a las necesidades del país. Propone “la inmediata expulsión de los inmigrantes irregulares. Expulsión de los inmigrantes que cometan delitos graves o hagan del delito leve su forma de vida”. Propone “eliminar las ayudas a los inmigrantes en situación ilegal y a las ONGs y asociaciones que les ayuden”. Igualmente propone acabar con “el efecto llamada de modo que todos aquellos que lleguen en situación irregular nunca puedan legalizar su situación.” Asimismo, cerrar los “centros Menas que crean inseguridad en las calles.” Su futura “política de inmigración daría prioridad a los países con los cuales se comparte idioma, lazos de amistad, historia y cultura.” Otro párrafo recuerda a Salvini: “…bloqueo naval ante la llegada masiva de inmigrantes a nuestras costas”; “cierre de mezquitas donde se propaguen ideas contrarias a nuestra cultura; “supresión de la institución de arraigo como forma de regular la inmigración (como ya hizo Zapatero años atrás); y, entre otras, “reforma de la normativa sobre nacionalidad”. La inmigración es un capítulo largo de ocho páginas, lo que da cuenta de su importancia en la orientación del partido. En conjunto, el programa deja entrever un temor a la disolución de la identidad nacional, así como una sutil vinculación de la inmigración con la delincuencia.
(3) Con relación a la identidad Vox tiene como objetivo promover las “fiestas locales y tradiciones populares, la cultura y los símbolos españoles en todo el mundo”. Es decir, deja a un lado la diversidad y la pluralidad cultural del país. Añade la idea de la defensa nacional sobre “nuestra soberanía ante injerencias extranjeras que prioricen la defensa de los intereses reales de los españoles y la unidad nacional”. Una perla que rezuma antieuropeísmo y crítica a la globalización; a la vez que reclama un nacionalismo identitario que se destila en el conjunto del programa electoral de 2023. En el programa hay un cierto regusto del franquismo, con referencia al Fuero de los Españoles: “España es una unidad de destino en lo universal”. Ahora Vox sostiene: “España es una realidad que trasciende a los españoles de una determinada época y lugar; es una herencia que recibimos de nuestros antepasados…” Uno de los objetivos de Vox ha sido reactivar el adormecido nacionalismo español. Algunos autores sostienen que el predictor más claro del voto a Vox es el nacionalismo, más que el posicionamiento izquierda-derecha (Sánchez Cuenca 2019; Crespo y Mora 2022).
Estas propuestas de Vox han encontrado un caldo de cultivo en el contexto de crisis. El crecimiento de la extrema derecha se viene gestando desde hace años por tres factores que favorecen las emociones negativas: (1) El sentimiento de agravio de las clases medias y trabajadoras que se derivan de la crisis financiera y de la pandemia; (2) el crecimiento del autoritarismo y del nacionalismo cuando se pone en duda la unidad y la identidad nacional y (3) el auge de las actitudes anti-inmigratorias derivada de diversos factores, como el supuesto temor a la “gran sustitución”.
Crisis financiera y crisis de la pandemia
Esta línea de explicación es de tipo materialista, basada en la idea de que las condiciones de empleo y de vida han influido en las actitudes hacia la democracia y el autoritarismo. El largo proceso de flexibilización de los mercados de trabajo desde la década de los ochenta, la deslocalización de la producción y la globalización han generado ganadores y perdedores. Los perdedores de la globalización ha sido los trabajadores menos cualificados, pero también ciertos segmentos de las clases medias. En estos dos estratos ocupacionales parece haber arraigado la desafección política (Sandel 2023).
Los datos longitudinales de la Encuesta Social Europea nos ofrecen una perspectiva para ver este problema. Entre 2002 y 2020 se pueden observar (gráfico 1) tres etapas en las cuales correlacionan estrechamente el grado de satisfacción con la marcha de la economía, de la democracia y el gobierno:
(1) En la primera etapa, entre 2002 y 2008 se registró una cierta satisfacción con la marcha de la democracia. Algo menos con la gestión del gobierno y una cierta satisfacción con la marcha de la economía. De hecho, el ciclo económico expansivo registrado entre 1995 y 2008 venía contribuyendo a un cierto grado de satisfacción con la democracia en España.
Gráfico 1. Satisfacción con la economía, la democracia y el gobierno. Escala 0 a 10
(2) La segunda etapa se corresponde con la crisis financiera y la política de austeridad. A partir del año 2008 se puede ver como se reduce la satisfacción con la marcha de la democracia. Ésta desciende al suspenso. O sea, insatisfacción con la democracia, junto con la insatisfacción con la marcha de la economía y con la gestión del gobierno hasta el año 2018. En este periodo entra en quiebra el sistema político bipartidista y aparecen nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos. Además, está atravesado por el “procés” en Catalunya, lo que contribuyó a la crispación y a la inestabilidad política. De hecho, este es uno de los factores que más han influido en el auge de Vox (Sánchez Cuenca 2019; Antón-Mellón y Hernández-Carr, 2016; Arroyo, 2020).
(3) La tercera etapa está marcada la lenta recuperación de una cierta satisfacción con la marcha de la democracia y de la economía. Pero todavía hay insatisfacción con la gestión del gobierno conservador del PP entre 2018 y 2019. Ya en 2020 la pandemia del Covid vuelve a generar una tendencia hacia la insatisfacción con la marcha de la economía. Empero se mantiene una moderada satisfacción con la democracia. Fruto, probablemente, de la gestión del nuevo gobierno del PSOE-Unidas Podemos y las políticas de soporte de rentas aplicadas a través de los ERTES. De hecho, la gestión del gobierno mejora ligeramente a ojos de la opinión pública.
Las dos crisis parecen haber truncado la inserción social y las trayectorias laborales de cierto número de jóvenes, que no han podido consolidar sus posiciones ocupacionales, ni han tenido fácil la emancipación del hogar materno.
2.2. Tendencia hacia el autoritarismo y el nacionalismo
Algunos analistas sostienen que una vez superada la crisis se ha producido un alza de los valores post-materialistas, libertarios, anti-migratorios, populistas y autoritarios, con explicaciones simplistas de los hechos sociales que han servido para aumentar el descontento de los perdedores de la globalización, como ha ocurrido en Estados Unidos y el Reino Unido (véase Inglehart y Norris 2016; Sandel 2023). En España este cambio disruptivo cultural ha servido de caldo de cultivo para la expansión de Vox (Arroyo 2020).
El problema no es nuevo. Algunos historiadores consideran que la crisis de la democracia y del sistema de partidos políticos ha estado históricamente ligada al auge del autoritarismo, como ya ocurrió durante la República de Weimar en la Alemania de los años veinte y treinta. En España la confianza en el sistema de partidos y en el parlamento declinan con la Gran Recesión (gráfico 2). Incluso, una vez superada la crisis apenas remonta y vuelve a declinar con la pandemia en 2020. Esta desconfianza en el parlamento y en el sistema de partidos coadyuva al auge de Vox. Sin embargo, el posicionamiento izquierda-derecha apenas varía entre 2004 y 2020. Según Crespo y Mora (2022) ello se explica por la polarización política y porque el voto a Vox tiene un rasgo estructural ligado a determinados territorios con poca industria y mucha actividad agraria. El caso de Murcia es un ejemplo de ello.
Gráfico 2. Confianza en el parlamento y los partidos políticos (2004-2020). Escala 0 a 10
Por otra parte, la Encuesta Social Europea recoge una pregunta que trata de medir la tendencia hacia el autoritarismo: “Lo importante es un gobierno fuerte que garantice la seguridad”, que recoge seis categorías: “muy de acuerdo, de acuerdo, algo de acuerdo, poco de acuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo”. Las dos primeras categorías nos ofrecen una mirada sobre la evolución del autoritarismo. El gráfico 3 nos muestra que quienes están “muy de acuerdo” con un gobierno fuerte que garantice la seguridad aumentan a partir de la Gran Recesión (2008-2018). Igualmente, quienes están “de acuerdo” mantienen un alto apoyo al autoritarismo, incluso éste aumenta a partir de 2018.
Gráfico 3. Gobierno fuerte que garantice la seguridad
Quienes votaron a Vox en las elecciones generales de 2019 son los que han apoyado (50%) más la idea de un “gobierno fuerte que garantice la seguridad” (gráfico 4), seguido de los votantes del PP. En estas elecciones Vox consiguió su mayor éxito: 3,6 millones de votantes.
Gráfico 4. Gobierno fuerte que garantice la seguridad, voto en 2019
«Vox comparte con la extrema derecha europea tres características: (1) un autoritarismo con reglas excluyentes para una parte de la población (homosexuales, feministas, inmigrantes, etc.); (2) un tipo de nacionalismo que considera a los no nativos como una amenaza para el Estado-Nación y (3) un populismo que simplifica la complejidad social con ideas como los de arriba-corruptos y los de abajo-pueblo honrado»
Las crisis han generado un temor sobre el “orden”, así como insatisfacción con la democracia y ansiedad en la búsqueda de estabilidad. La crítica “anti-establishment” ha contribuido a erosionar la democracia y la desafección al sistema de partidos políticos. Una parte de esta crítica ha encontrado otro caldo de cultivo en la corrupción política. El auge de Vox se explica también por la debilidad del Partido Popular en 2018, acosado por sus casos de corrupción y por el malestar social generado por la Gran Recesión. Vox comparte con la extrema derecha europea tres características: (1) un autoritarismo con reglas excluyentes para una parte de la población (homosexuales, feministas, inmigrantes, etc.); (2) un tipo de nacionalismo que considera a los no nativos como una amenaza para el Estado-Nación y (3) un populismo que simplifica la complejidad social con ideas como los de arriba-corruptos y los de abajo-pueblo honrado (Crespo, Mora 2022:).
2.3. Actitudes hacia la inmigración
El tercer factor, que ha servido de caldo de cultivo para el crecimiento de Vox, ha sido la evolución de las actitudes hacia la inmigración en el Estrato ocupacional no-cualificado. Éste está formado por trabajadores manuales de la industria y los servicios, con bajo nivel de estudios y más afectados por situaciones de desempleo a lo largo del periodo 2002-2020. En el gráfico 5 se pueden ver dos variables que ilustran las actitudes relacionadas: La primera plantea la pregunta “La inmigración hace peor o mejor al país para vivir”. La segunda, “La inmigración es mala o buena para la economía”, ambas variables se miden en una escala de 0 a 10, donde 0 es mala y 10 buena (gráfico 5).
Las respuestas nos muestran las diferencias entre el Estrato de Trabajadores no cualificados y el Estrato de Servicios Altos, con empleados altamente cualificados. El Estrato de Trabajadores no cualificados tiene una valoración notablemente inferior. Incluso tiene una valoración peor de la inmigración entre los años 2008 y 2016, cuando arrecia la crisis financiera. Después mejora cuando prospera la situación económica entre 2018 y 2020. Es decir, las actitudes hacia la inmigración están relacionadas con el ciclo económico, con la percepción de competencia por el empleo y los recursos de bienestar. De eso se ha aprovechado el discurso de Vox. Especialmente en las grandes ciudades donde es más visible la inmigración.
Gráfico 5. Actitudes ante la inmigración (Escala 0 a 10)
Por el contrario, los empleados de los Servicios Altos cualificados han tenido a lo largo del tiempo actitudes de mayor aceptación de la inmigración, probablemente porque no compiten directamente con ella por el empleo y las prestaciones de bienestar; al contrario, utilizan los servicios que presta la inmigración en materia de cuidados, de limpieza, transporte, etc
3. Perfil de los votantes de Vox
Los principales rasgos del perfil de los votantes de Vox es que son católicos (practicantes y no practicantes). Universitarios y otros con estudios secundarios. Una cuarta parte de sus votantes se posicionan en la extrema derecha y derecha (gráfico 6). Éstos consideran que el primer problema del país es el Gobierno, lo que contrasta con otros partidos políticos que consideran el desempleo como primer problema. Los votantes tienen ingresos medios y medio-bajos en sus hogares; pero también hay otro grupo con ingresos bajos. Dichos votantes tienen un perfil polarizado: clases medias-altas y una parte de clase trabajadora. La media de edad es relativamente joven (48 años), si lo comparamos con el voto al PP (54 años). Los datos de 2023 ponen de relieve que el 66% de los votantes son hombres (CIS 2023).
Gráfico 6. Perfil del votante de Vox (2023)
En contrapunto, los votantes del Podemos-IU tienen un perfil parecido a la izquierda brahmánica, en términos de Piketty (2018). El principal rasgo es que tienen estudios universitarios y nivel de ingresos medio-altos en sus hogares. Éstos votantes de izquierda muestran un perfil de clases medias profesionales. Consideran que el primer problema del país es la calidad del empleo, seguido del desempleo. Y, también son jóvenes (48 años de media) en términos comparados con el PSOE (53 años).
Tabla 1. Contraste de perfiles de los votantes a los diversos partidos
Por otra parte, los votantes de Vox presentaron dos perfiles básicos, uno lo podríamos calificar como nacionalcatólico y otro más de extrema derecha (tabla 2):
1. Grupo nacionalcatólico. En este grupo se ubican los votantes más religiosos en 2019. Posteriormente, en las elecciones de 2023 un 30% de los votantes de Vox se declaran católicos practicantes (cifra inferior al 35% que registra el Partido Popular). Ambos partidos están lejos del PSOE (13%), según los datos del barómetro del CIS (2023). En este grupo nacionalcatólico están los más insatisfechos con la gestión del gobierno en 2019, así como con la marcha de la democracia. Apenas dan un escaso aprobado a la marcha de la economía. Asimismo, este grupo entiende que la inmigración no beneficia a la economía. Pero dan un aprobado justito a la idea de que la inmigración hace bien al país. Estamos hablando aquí de un segmento de votantes de clases medias. Indicativo de ello es que un 23% tenían en 2023 ingresos en sus hogares superiores a los 5.000 euros mensuales. Este grupo no compite por los recursos de empleo y bienestar con la inmigración, aunque la rechaza por factores culturales y religiosos.
Tabla 2. Media actitudes de los votantes a Vox en 2019. Escala 0 a 10
2. Extrema derecha. Los rasgos distintivos de este grupo presentan mayor radicalidad. Están también insatisfechos con la marcha de la democracia y con la economía. Suspenden a ambas. Además, se muestran también muy críticos con la gestión del gobierno socialista-podemos, aunque menos que el anterior. Este grupo se sitúa más a la derecha que el nacional-católico. Y, además, tiene actitudes más claramente antinmigración: consideran que la inmigración hace peor al país para vivir y que la inmigración es mala para la marcha de la economía. Estamos hablando aquí de Estratos ocupacionales bajos, no cualificados; bajo nivel de estudios y estudios medios y nivel de ingresos bajos. En 2023 un 31% de los votantes tenían ingresos en sus hogares inferiores a 1.800 euros mensuales (CIS 2023). Estos son los que han pasado por algún periodo de desempleo en los últimos cinco años.
En suma, los votantes de Vox se auto-posicionan en el espectro político hacia la derecha del Partido Popular. Incluso, en 2023 nada menos que un 26% de sus votantes en las elecciones municipales se colocaban en el extremo de la escala. En el PP solo un 13%. En términos comparados con la media general (tabla 2), los votantes de Vox valoran peor a la inmigración, se posicionan más a la derecha que la media, son más religiosos. Pero estaban ligeramente más satisfechos con la marcha de la economía. Valoraron a la democracia igual que la media y estaban más insatisfechos con el gobierno en 2020.
4.Algunas conclusiones
Las dos crisis han tenido efectos devastadores que han generado las condiciones ambientales para el auge de la extrema derecha. El sistema de partidos tradicionales (y la izquierda en particular) no supo o no pudo gestionar el descontento derivado de la Gran Recesión. De hecho, Vox es una escisión derivada de la crisis del Partido Popular arrastrada desde 2013. El partido reacciona a la enorme manifestación feminista de 2018 y eclosiona en las elecciones andaluzas del mismo año. El núcleo ideológico de la extrema derecha es el nacionalismo nativista, la xenofobia, el autoritarismo y el populismo. Esta ideología representa una voz de protesta reaccionaria ante el cambio social.
La estrategia de Vox se ha basado en la tensión emocional negativa. Con ello ha pretendido que “el lenguaje cree la realidad”7. La inmigración, la insatisfacción con la marcha de la democracia y del gobierno han constituido tres prioridades para sus votantes:
«Con relación a los valores, los votantes de Vox expresan una reacción cultural que percibe una pérdida de valores tradicionales por culpa de la inmigración. La inmigración es vista como un problema para la integridad religiosa»
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Con relación a los valores, los votantes de Vox expresan una reacción cultural que percibe una pérdida de valores tradicionales por culpa de la inmigración. La inmigración es vista como un problema para la integridad religiosa.
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Con relación a la economía, los votantes de Vox han entendido que la precarización del empleo puede estar relacionada con la abundante oferta de mano de obra irregular y barata. La opinión pública ha tenido una actitud cada vez más hostil hacia la inmigración a partir de la Gran Recesión de 2008. Una parte de ese voto radical a Vox está ligado a agravios de tipo socioeconómico. Se trata de un voto de clases medias y también de clase trabajadora que ha mantenido trayectorias laborales intermitentes. Incluso truncadas, por las dos crisis económicas.
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Con relación al bienestar, muchos votantes de Vox entienden que los inmigrantes tienen prevalencia en la redistribución de recursos de ayudas porque éstos parten de niveles muy bajos. La inmigración hace difícil la gestión de la docencia por la diversidad cultural y por su bajo nivel de instrucción escolar. Ello hace bajar el rendimiento de los nativos. Otro problema derivado de inmigración es la degradación de los barrios en las grandes ciudades y la dificultad de la convivencia cotidiana.
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Con relación a la insatisfacción con la democracia, con el gobierno, el parlamento y el sistema de partidos tienen el mismo punto de inflexión en la Gran Recesión.
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La izquierda tiene dos retos: hablar de la inmigración y de las identidades nacionales. Si no lo hace es terreno ganado para Vox. La desconfianza en el sistema de partidos y en el parlamento es preocupante.
En definitiva, en los últimos años las estrategias políticas se han orientado hacia la movilización de las emociones negativas ante un exagerado temor a la desintegración social, la anomalía y la crisis de valores. Particularmente Vox ha recurrido a esta estrategia emocional e identitaria. Aunque también otros partidos lo han hecho en menor medida. Los dirigentes de Vox piensan que con la explotación de los instintos básicos siempre gana la familia, la tribu, la comunidad y la nación. Aquello proporciona una sensación de seguridad y proximidad. La estrategia basada en las emociones y la identidad introduce un punto de irracionalidad, tensiones y polarización que dificulta el desarrollo de la gestión racional de la política, de cualquier tipo de negociación, acercamiento y acuerdos entre partidos. La polarización de emociones dificulta la gobernabilidad y favorece el autoritarismo. Una fórmula muy simple que sueña con resolver la complejidad social. Eso tiene la neuropolítica: desata las emociones y neurotiza. Si hemos de atravesar este infierno, hagámoslo rápido.
«los votantes de Vox han entendido que la precarización del empleo puede estar relacionada con la abundante oferta de mano de obra irregular y barata»
Bibliografía
Antón-Mellón, J. y A. Hernández-Carr (2016): “El crecimiento electoral de la derecha radical populista en Europa: parámetros ideológicos y motivaciones sociales”, Política y Sociedad, 53 (1), pp. 17-28
Arroyo, Millán (2020). “Las causas del apoyo electoral a Vox en España”. Política y Sociedad 57(3), 693-717. Crespo, Ismael; Garrido, Antonio; Rojo, José Miguel (2022). «El uso de las emociones en la comunicación político-electoral». Revista Española de la Ciencia Política, 58, marzo: pp 175-201
Crespo, Ismael; Garrido, Antonio; Rojo, José Miguel (2022). “El uso de las emociones en la comunicación político-electoral” Revista Española de Ciencia Política, 58, marzo; pp. 175-201
Crespo Martínez, I. y Mora Rodríguez, A. (2022). El auge de la extrema derecha en Europa: el caso de Vox en la Región de Murcia, Política y Sociedad 59(3), 75974.https://dx.doi.org/10.5209/poso.75974
CIS (2023). Barómetro 3410. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas
ESE (2022). European Social Survey (2002-2020). Rondas 1-10. Norway. https://www.europeansocialsurvey.org/data/
Ignazi, Piero (2017). Partido y democracia. Madrid: Alianza Editorial
Inglehard, Robert; Norris, Pippa (2016). “Trump, Brexit, and the Rise of Populism: Economic Have-Nots and Cultural Backlash” Faculty Research Working Paper Series: Harvard Kennedy School. Accesible https://research.hks.harvard.edu/publications/workingpapers/Index.aspx
Piketty, Thomas (2019). Capital e Ideología. Barcelona: Editorial Planeta
Sánchez Cuenca, Ignacio (2019). “Noticia electoral sobre Vox para la izquierda”. Contexto y Acción. https://ctxt.es/es/20191106/Politica/29494/Ignacio-Sanchez-Cuenca-analisis-elecciones-Vox-nacionalismo-xenofobia.htm
Sandel, Michael J. (2023). El descontento democrático. Madrid: Debate, Penguin Random House.
Schafer, Armin (2021). “Cultural Blacklash? How (not) to Explain the Rise of Autoritarian Populism”. British Journal of Political Science, 52, 1977-1993
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Antonio Martin Artiles. Catedrático Emérito. Dpto. Sociología. Universidad Autónoma Barcelona.
NOTAS:
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Esta frase se atribuye a Churchill
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El número de encuestados por la Encuesta Social Europea ha sido de 19.451 entre 2002-2022. La Encuesta del Barómetro del CIS 3410 fue de 7.407 personas
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Frase citada por Ximo Puig: “Frankenstein en el país de Nunca Jamás”. La Vanguardia 1/08/2023
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Manuel Castells. “Política emocional”. La Vanguardia 22/07/2023
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Véase programa electoral https://www.voxespana.es/programa/programa-electoral-vox;
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El Programa sobre la inmigración guarda paralelismo con el Programa del Partido de los Conservadores y reformistas europeos en el Parlamento Europeo. Dicho partido está presidido por Giorgia Meloni, que ha tenido un papel activo en las campañas de Vox
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Beatriz Gallardo. Realismo ciudadano, 1; discurso hegemónico, 0. El País, miércoles 2 agosto 2023
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