Por JUAN ANTONIO ÁLVAREZ REYES
En el año 2007, José Lebrero, actual director del Museo Picasso de Málaga, y Juan Bosco Díaz-Urmeneta pusieron en marcha “Tranformaciones. Arte y estética desde 1960”, desde entonces este seminario se ha celebrado anualmente, con el paréntesis de 2020 por la pandemia. La difícil modernidad de Sevilla y Andalucía ocupó la edición de 2010 y, cabría decir, que Díaz-Urmeneta dedicó las últimas décadas de su vida a analizar rigurosamente esa difícil modernidad sobre la que produjo un amplio conjunto de trabajos que tomaron forma en diferentes formatos: en primer lugar como clases y conferencias en su apartado de profesor de la Universidad de Sevilla y, en segundo, también en artículos y ensayos publicados en prensa, catálogos de exposiciones y libros. En ambas facetas, como profesor y escritor, deja una profunda huella. También como comisario de exposiciones.
Una de las características de su escritura era la capacidad de análisis producto de la observación, la reflexión y las conexiones estéticas. Como articulista prefería el formato extenso, incluso en la prensa escrita, tan carente habitualmente de espacio. Sus críticas en Diario de Sevilla y en El País requerían muy a menudo página entera para poder desplegar sus capacidades analíticas y argumentales. En ambos medios encontró la complicidad de las responsables de las secciones donde publicaba: Charo Ramos y Fietta Jarque, respectivamente. La actualidad expositiva de Sevilla, pero también más allá, le sirvió para desplegar una amplia red de relaciones intelectuales y afectivas con la comunidad artística, que ampliaría a otros medios como fueron las revistas Artecontexto o Pasos a la izquierda. Como crítico, era afín a la rama que en su momento prefirió Baudelaire cuando señalaba que la crítica debía ampliar el conocimiento y poseer un carácter y un punto de visto exclusivo. Para ello partía siempre de su papel como espectador, seguramente el mejor y más aplicado espectador de exposiciones en Andalucía.
Artística y generacionalmente, Díaz-Urmeneta transitó por la difícil modernidad de los artistas que empezaron en las décadas de los 60 y 70, pero no sólo, puesto que su curiosidad e interés por las siguientes generaciones llegó hasta la actualidad. A Carmen Laffón dedicó no sólo una monografía publicada por la Diputación de Sevilla, sino también el monumental catálogo razonado que vio la luz recientemente, sin duda, su último gran proyecto, finalizado cuando la enfermedad ya comenzó a dejar huella en su cuerpo. En medio, las grandes exposiciones dedicadas a la artista en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (2015) o la más reciente en el Museos de Bellas Artes de Sevilla (2020). El paisaje y el lugar son algunas de las paradas en sus reflexiones estéticas al respecto: “Cada paisaje tiene sus exigencias”, escribió. Y él se detuvo por largo espacio de tiempo no sólo en el de Carmen Laffón, sino también en el de Joaquín Sáenz y en el de Teresa Duclós, a los que dedicó también sendas monografías. De la última fue también comisario de una muestra recientemente concluida en el CAAC y autor de un texto sobre su obra que verá la luz con carácter póstumo. Las enseñanzas de Corot o Cézanne sobre cómo pensar el paisaje fueron decisivas en su aproximación a estos tres artistas que compartieron, pese a sus diferencias, esa circunnavegación en torno a una difícil modernidad.
Cambiando de tercio, en el año 2005 comisarió, junto a Luisa López y José Lebrero, Modelos, estructuras, formas. Quizás ahí, en lo acontecido en España entre 1957 y 1979 en relación al arte geométrico, no había esa resistencia a lo moderno, aunque quizás sí un escalón en el tiempo. Su cercanía e interés por los trabajos de Elena Asins, Soledad Sevilla, Gerardo Delgado y Juan Suárez, entre otros, que entendieron la producción artística como un reto teórico y una formulación experimental, no decayó con los años, más bien al contrario, puesto que desde que en los años 80 del pasado siglo trabajara con algunos de ellos en otro de sus grandes proyectos -las exposiciones e intervenciones en la Torre de los Guzmanes de la Algaba-, la conexión con estos autores no dejó de producir un surco profundo en el conocimiento que su escritura y cercanía causaban a los lectores y espectadores. Mención aparte fue su cercanía a Pepe Soto, a quien comisarió su retorno a la pintura en 2012 tras un largo paréntesis en el que colaboraron juntos en multitud de proyectos expositivos desde el otro lado de la barrera.
Quizás esa tensión entre abstracción y presencia, en el umbral en el que la obra artística puede situarse respecto al tiempo, le llevaran a un análisis completamente consciente en el que se decide y piensa el arte de nuestro tiempo, aquel al que él supo acompañar con su escritura, con su manera rigurosa de analizarlo, enseñarlo y, en definitiva, transmitirlo.
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Juan Antonio Álvarez Reyez. Director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y presidente de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España – ADACE