Por Estella Acosta Pérez
Algunas ideas para debatir sobre la influencia de la ideología dominante, que genera grandes dificultades para la democracia y la participación crítica de la ciudadanía
Reflexiones sobre obstáculos para el pensamiento y la acción
En demasiados artículos, discursos, explicaciones e incluso en ensayos, en las últimas épocas se suceden ciertos razonamientos que, en mi opinión, son obstáculos para desarrollar estrategias o proyectos políticos hacia la justicia social. No son opiniones o discursos subjetivos, sino conceptualizaciones o pensamientos sobre determinadas cuestiones que tienen un marcado carácter social, productos de los cambios o las ideas emergentes en el contexto histórico que nos ha tocado vivir.
Algunos provienen de la intoxicación de la ideología dominante, de los modelos de análisis creados por el liberalismo, exacerbados por la perspectiva neoliberal o conservadora, por la necesidad de ocultar las contradicciones del capitalismo salvaje que nos domina. En particular el individualismo absoluto que se promueve desde los medios, el cine o la publicidad para reproducir los valores que sustentan la sociedad de consumo. Será el origen, junto con otros fenómenos, de la importancia repetitiva que se atribuye a “la libertad de elegir”.
en las últimas épocas se suceden ciertos razonamientos que, en mi opinión, son obstáculos para desarrollar estrategias o proyectos políticos hacia la justicia social. No son opiniones o discursos subjetivos, sino conceptualizaciones o pensamientos sobre determinadas cuestiones que tienen un marcado carácter social
No obstante, existen otra serie de obstáculos que diversos pensadores ya señalaban como tales, sea por razones epistemológicas o por influencias ideológicas. Desde los ídola de F. Bacon o los obstáculos epistemológicos de G. Bachelard, pasando por algunas claves señaladas por Amartya Sen o Nancy Fraser, no se trata de errores sino de verdaderas barreras o recorridos tergiversados que impiden el pensamiento crítico y la búsqueda de prioridades para la justicia social. Diversas disciplinas se ven influidas de forma imperceptible y sobre todo aquellas que necesitamos para la producción de un proyecto estratégico.
1.- La libertad de elegir: querer y poder
Se puede criticar el aspecto individualista de la libertad de elegir del neoliberalismo imperante, partiendo de la demostración aristotélica de los seres humanos como sociales por naturaleza, hasta la importancia de asegurar una vida digna que propugnan los defensores del desarrollo humano como obligación de la sociedad democrática. Este aspecto alude a lo colectivo opuesto a lo individual que se desarrolla en los procesos sociales democratizadores y equitativos.
Pero la libertad de elegir como un obstáculo del pensamiento necesita de una mayor profundización en la cuestión de demostrar su carácter de inviable en las sociedades desiguales, un reconocimiento de la existencia de esas desigualdades que impiden que la libertad de elegir se concrete. Tanto Hanna Arendt como Amartya Sen (nada sospechosos de izquierdismo) atribuyen la posibilidad de elegir al poder hacerlo.
Para Hanna Arendt: “el poder que se enfrenta a estas circunstancias, que libera, por así decirlo, el querer y el saber de su servidumbre ante la necesidad es el puedo. Sólo cuando el quiero y el puedo coinciden se concreta la libertad”i.
Por otro lado, Sen ejemplifica de diversas formas esa ausencia de capacidad de elegir en situaciones de exclusión, pobreza, escasos conocimientos, etc.
Partiendo de demostrar lo que no tiene sentido como libertad: la terrible facultad de elegir entre lo malo y lo peor, o de elegir entre dos o tres irrisorias cuestiones triviales o sin sentido (elegir entre marcas de detergente o entre distintos colores de una prenda). Se consolida la real imposibilidad de existir de la libertad de elegir si no existe la capacidad de poder hacerlo. “No es lo mismo quien ayuna por creencias religiosas que quien pasa hambre porque no tienen qué comer”ii.
Por lo tanto, poder elegir implica considerar el contexto, desde las reales condiciones sociales, económicas y culturales, donde también van a jugar un papel relevante la incertidumbre y los miedos. Es el núcleo de la batalla ideológica, con enemigos muy poderosos, objetivos y subjetivos. En suma, una realidad que queda muy clara en la obra de teatro “Lehman Trilogy» cuando una de las canciones expresa una sentencia lapidaria: libertad, libertad, libertad…para comprar. La clase media cae siempre en esta trampa, por su situación real pero mucho más por su carácter aspiracional. Difícil tarea la de neutralizar el poder de ese mensaje de libertad que combina lo emocional con el ataque a principios colectivos altamente necesarios para la convivencia, que implican algunos sacrificiosiii.
“…una dinámica que convierte a la ciudadanía en un conjunto de consumidores para sustituir el orden de los derechos por una mercadería de deseos”iv.
Ya se ha comentado en algunos casos muy actuales, el peso emocional de la confusión entre el deseo y el derecho. Las pulsiones y su control social para el desarrollo humano producen un campo de investigaciones que deberá dar sus frutos en algún momento, más allá de las propuestas freudianas (sospechosamente olvidado el malestar en la cultura). De lo contrario se pueden producir retrocesos en los ámbitos de la civilización, en la construcción de sociedades basadas en derechos, deberes, normas o responsabilidades que garantizan la convivencia pacífica y respetuosa, la equidad y la supremacía de valores humanos universales positivos para la especie.
Las demagogias de ciertos gobiernos refuerzan la transformación de los deseos en derechos obviando las consecuencias que generan en otros seres humanos (generalmente más débiles o sin capacidad de elegir o cambiar la cruda realidad). Un ejemplo evidente son los vientres de alquiler, apelando a derechos que no existen como tales y provocando la esclavización de mujeres pobres, para satisfacer deseos de quienes poseen los medios materiales para “comprar” descendencia genética.
2.- La supremacía de la cantidad (la mitificación de los números)
Me he acostumbrado a citar la frase “las cifras sometidas a tortura confiesan cualquier cosa” pero arremeter contra la absoluta legitimidad de la verdad que se atribuye a los datos numéricos exige algo más. Han adquirido una categoría superlativa en los medios, muchas veces son el único mensaje y la única explicación. Aquí me arropa José Luis Sampedro cuando critica a los economistas que olvidan que trabajan con una ciencia social, no comparable con las ciencias exactas y naturales en cuanto a la cuantificación de algunos fenómenos
“…todo conocimiento económico, ajeno a un enfoque social del pensamiento, no pasará de ser un recurso instrumental, sin perjuicio de que como herramienta puede ser muy valioso”v.
Aparte de las comparaciones de métodos adaptados a cada objeto de estudio, (el reloj, el gato o Madagascar) aparecen advertencias claras sobre las complejidades y las diferencias entre estructuras o sistemas para abordar cada realidad.
Coincidiendo con algunos de los análisis epistemológicos de Gastón Bachelard, el obstáculo de la cantidad es ciertamente una exasperante huida del dinamismo y la complejidad de los fenómenos sociales. Una fácil elección de lo simple, la consigna, el mensaje lineal que tan certeramente ha criticado Daniel Innerarity diciendo que sospechemos de quien nos quiera vender una simplificación cuando la sociedad y la democracia son tan complejas.
Si a la seducción que ejercen los números le agregamos la simplificación en los mensajes, se transmite un modelo de pensamiento reduccionista pero que apela a los sentimientos. Se deforma la realidad, otorgándole categoría de verdad absoluta, difícilmente cuestionable desde una perspectiva analítica o crítica. Un porcentaje es más valioso que una descripción, unas cantidades son más expresivas que una síntesis cualitativa. Lo cualitativo obliga al análisis, a la comprensión, al pensar antes de transmitir una idea. En cambio, con la cantidad es más fácil cosificar y el objeto de estudio se transforma en algo abstracto, incuestionable e incluso aséptico. Pero se aleja de la realidad o la deforma. Como dice Sampedro:
“Pensar que el desarrollo social puede comprenderse reduciéndolo al funcionamiento mecánico del reloj o a la trayectoria vital del gato es un desatino”
Además, podríamos considerar que la cuantificación, como herramienta, aporta un aspecto técnico-económico, pero no es suficiente para la comprensión de las cuestiones y los procesos sociopolíticos y menos aun cuando pretendemos incorporar procesos donde lo ideológico (axiológico para Sampedro) ejerce una influencia determinante, sobre todo si se trata de fenómenos sociales con toda su historia y todo su dinamismo.
Un ejemplo clave nos lo brinda el estudio de las instituciones. En el funcionamiento de las instituciones, la cultura organizativa conlleva elementos imposibles de cuantificar, aparte de la estructura objetiva que ya es compleja de por sí. Desde la función que cumplen, su origen y sus procesos, cambios y procedimientos, adquieren complejidad, cristalizan algunos, se convierten otros en rutinas útiles y la acción humana produce costumbres, pautas informales, muy difíciles de objetivar con números. Aunque es evidente que van a aparecer otros obstáculos, como el verbal o la generalización.
Otro capítulo merecería la seducción ejercida por los datos, sean micro o macrodatos, cuando se presentan como verdades absolutas, como la pretendida asepsia de los algoritmos o las conclusiones a las que nos tienen acostumbrados (incuestionables para ciertos personajes de tertulia) como el gobernador del Banco de España o los CEOs de las grandes corporaciones (como si no representaran intereses comerciales). Así, con el tema de las pensiones hemos asistido a cifras sometidas a tortura, desmentidas por especialistas en demografía o en sociología vi.
3.- La trampa de la diversidad que fomenta el conflicto identitario vii.
Aparte de las implicaciones políticas concretas que ha analizado Daniel Bernabé, interesa señalar aquí algunos de los análisis de Nancy Fraser, para provocar la reflexión crítica sobre el papel del reconocimiento cultural como elemento de la justicia social, ya que el predominio de la situación económica, de las desigualdades de ingresos, ha llevado a considerar únicamente la redistribución como esencia de la justicia social.
Sin ninguna duda, sin redistribución económica no existe ninguna modalidad de justicia social creíble y real. Pero el reconocimiento y el respeto por las diferencias forman parte de los ingredientes de superación de desigualdades, de profundización de la democracia y promoción de la justicia social.
Lo que ha ocurrido es que el reconocimiento se ha convertido en la corriente principal, en una especie de poder máximo donde las minorías pasan a ser las protagonistas de los valores y las normativas. Ese proceso, en el fondo se transforma en un reconocimiento de la identidad elevado a la enésima potencia, llevando a una perspectiva individualizadora, de reconocimiento de “colectivos” donde desaparecen otras desigualdades que determinan la posición social. Es evidente, que desaparecen las clases sociales, o que se identifican los intereses colectivos con otros parámetros que no contribuyen a generar conciencia de los núcleos claves de las desigualdades. Se comprometen los principios del bien común y se cae en la dinámica de encapsular la diferencia elevándola a identidad superlativa, cuando se trata de compensar desigualdades se acaba sobreprotegiendo en exceso y generando rechazo de la diferencia.
Aunque existan necesidades, valores y proyectos de futuro en función de las diversidades, aunque sea necesario no perder la perspectiva de sus derechos, la homogeneidad de intereses económicos y sociales no existe. La uniformidad de intereses se mueve en el terreno cultural, en el campo de las identidades; mientras que en el plano del desarrollo político de los derechos en las democracias debería coincidir con objetivos de desarrollo humano y justicia social. Ni las mujeres, ni las personas con diferentes orientaciones sexuales, ni las personas mayores o con discapacidades presentan unas condiciones homogéneas. Perseguimos que esas diversidades no sean causa de discriminaciones, ni de desigualdades de derechos, pero sus intereses colectivos no pueden convertirse en el eje de las políticas públicas como si fueran el conjunto de la ciudadanía. Por principio, porque no son “colectivos” homogéneos ni tienen las mismas necesidades en todos los ámbitos del desarrollo humano.
Las condiciones materiales son las que determinan en última instancia las desigualdades, nunca coincidirán de forma uniforme quienes venden su fuerza de trabajo con quienes la compran. Y esa es la contradicción principal en la sociedad capitalista, que se desdibuja si nos centramos en las identidades culturales o la atención a las diversidades, aunque forme parte del desarrollo democrático el reconocimiento y el respeto de sus derechos, el logro de la equidad, que compensen los aspectos que generan esas desigualdades. Ciertamente la sociedad capitalista ha desarrollado el patriarcado, lo que guarda relación con las relaciones de poder, pero si no se conecta con la lucha de clases será una visión parcial de las transformaciones necesarias. Ocurre lo mismo con otras desigualdades o brechas sociales: el edadismo tiene consecuencias culturales o laborales, pero ya se ha demostrado mediante múltiples estudios, la evidencia de que las clases dominantes viven más años y con mejor calidad de vida que quienes viven de una pensión mísera y han expuesto su cuerpo a lo largo de su existencia a las inclemencias de trabajos duros.
El trasfondo grave que dificulta centrar los objetivos, que proyecta otros problemas, es la incertidumbre. El poder de las identidades como identificación grupal es un calmante de las ansiedades que provocan las incertidumbres que nos ha tocado vivir. Los cambios tan vertiginosos, los avances tecnológicos, el futuro incierto, las inestabilidades y precariedades provocan ansiedades e inseguridades que se contienen si comparto con otras personas la queja o las soluciones mágicas. Los nacionalismos, el racismo o la xenofobia también se asientan en las mismas emociones alimentadas desde los grupos reaccionarios, prometiendo seguridades provenientes de tradiciones seculares. Si se elimina la contradicción principal de las relaciones sociales de producción, si se fomenta el individualismo, si se apela a las emociones primarias, se ofrece seguridad y se culpa al diferente: se crean identidades defensivas desviando la conciencia del origen de las desigualdades, cultivando los valores tradicionales y retrógrados
4.- El obstáculo verbal, ídola del foro o del teatro, (la política espectáculo y el relato)
Desde Francis Bacon, con los ídola foro existe el análisis de los prejuicios, estereotipos, deformaciones producidas por el lenguaje. En muchos casos relacionado con el foro (mercado o plaza pública) con toda la carga que las relaciones comerciales imponen a las palabras. En otros casos, con los ídola teatro, producto de las fabulaciones, drama o comedia, con que se interpretan la vida y la naturaleza. De estos fenómenos está la TV y las redes llenas, normalizando comportamientos espectaculares para cualquier realidad que quiera mostrarse
Para Bachelard se trata del obstáculo epistemológico del lenguaje …”un movimiento pura y simplemente lingüístico que, al asociar una palabra concreta a una abstracta, cree haber hecho avanzar el pensamiento. Una doctrina de la abstracción coherente necesita un desprendimiento mucho mayor de las imágenes primitivas.” viii.
Desde la oratoria vacía hasta las metáforas deformantes de un lenguaje florido, siempre se expresan prejuicios de forma latente y es indiscutible el valor simbólico de la palabra, del lenguaje, del discurso. Está muy claro que existen también “tópicos” que muchas veces tienen que ver incluso con un “sonido” de las palabras o con un valor “simbólico” basados en el momento particular de desarrollo de las costumbres sociales referidas a un ámbito de la vida humana.
No solo la forma de comunicar sino la carga ideológica, las valoraciones implícitas de determinadas expresiones aparecen más o menos evidentes en muchos discursos políticos. No solamente con intenciones de manipulación, sino también con un sentido honesto se cometen errores porque no medimos el significado cultural de algunas expresiones. Todo ello se agiganta cuando la política se transforma en espectáculo, apela a las emociones, recurre a los sentimientos primitivos. Muchas veces podemos observar cómo la constatación del sufrimiento de personas vulnerables se transforma en una visión caritativa, sentimental, que acaba ocultando el origen real de la situación. Aparece, entonces, el relato sobre los hechos, la información edulcorada, manipulada, teñida de sentimientos, en lugar de la reflexión crítica.
Toda vez que alguien menciona esa idea del “relato” me suena a “cuento” y en algunas culturas contar un cuento se usa en sentido peyorativo. Un relato suena a inventado, que un discurso se convierta en relato no parece una forma seria de comunicarse, se transforma en una interpretación, una versión infantilizada de los hechos que se transmiten. En suma, si hay espectáculo es lógico que haya relato, explícito o latente, más o menos emocional, demasiadas veces como simplificación de lo complejo, incierto o difícil de comprender. Por lo tanto, surgen los consejos de hacer “pedagogía”, mejorar la comunicación, llegar a la gente con mensajes sencillos o con espectáculo (el debate político estilo programa de cotilleos).
Algunos analistas han identificado esta cultura comunicativa con el populismo. En mi opinión forma parte de la identificación con el lenguaje televisivo, que reproduce a la enésima potencia la necesidad de convertir todo en espectáculo, en hacer atractivo cualquier evento mediante ingredientes que capten la atención (exagerando, poniendo énfasis, relatando con tonos emocionantes). Su objetivo implícito es la venta, y por ello trata a la ciudadanía como clientes que consumen imágenes y “relatos”.
La superación de la simplificación, del maniqueísmo, de la manipulación, implica un esfuerzo comunicativo al que no siempre se suman los medios o los discursos políticos. También es conflictivo en la medida en que el “público” está mediatizado por esos códigos de comunicación, inmerso en el mundo televisivo. Es necesario superar estos condicionamientos sin llegar a aburrir con discursos excesivamente complejos o demasiado extensos.
5.- El obstáculo de la generalización o la simplificación (la consecuencia)
El recorrido desde un discurso complejo difícil de comprender hasta la explicación comprensible puede ser transparente y directo o transformarse en un relato infantil que trivializa hechos profundos o con múltiples variables. Se suele caer en la simplificación muchas veces a través de la generalización que, cuando se produce la huida del sentido se transforma en superficialidad
El obstáculo epistemológico de la generalización, al igual que todos los demás, parte de una concepción del pensamiento científico, que en nuestro caso nos resulta útil para orientar la superación de algunas de las influencias ideológicas que deforman la realidad.
“Precisar, rectificar, diversificar, he ahí los tipos de pensamiento dinámico que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que en los sistemas homogéneos encuentran obstáculos más que impulsos. En resumen, el hombre animado por el espíritu científico, sin duda desea saber, pero es por lo pronto para interrogar mejor.” ix.
Una de las prácticas intelectuales más negativas que contribuyen a trivializar o a ocultar los hechos y sus orígenes es la generalización. En algunos casos buscando intencionadamente huir de una explicación responsable y crítica y en otros en aras de esa simplificación imperante. Tanto desde el idealismo como desde el empirismo, la seducción de las leyes generales por medio de las cuales podemos comprenderlo todo siguen teniendo una vigencia que oscurece.
Hasta en supuestas explicaciones académicas podemos observar la vaguedad de la generalización, la falta de precisión, la ausencia de determinaciones específicas, de tipificación de conceptos y contradicciones, ausencia, en fin, de construcción científica. Lo general ahorra esfuerzo teórico y ayuda a eludir compromisos intelectuales y no hace falta aclarar demasiado el enorme vacío y deterioro que este obstáculo produce. Como diría Einstein cuando le obligaban a simplificar al máximo la explicación de la teoría de la relatividad: “pero esto ya no es la teoría de la relatividad”.
Quizás, debamos imponernos la tarea de diferenciar aquellas leyes generales, que por su elaboración sí sirven para explicar los fenómenos y se transforman en guías para la acción, de las fáciles generalizaciones que sólo son fórmulas cómodas que llevan a la inercia. Y siguiendo a Sampedro no confundir las ciencias sociales con las ciencias exactas. Una generalización expresada en términos de verdad absoluta puede producir un daño irreparable en la interpretación de la realidad social, promoviendo el dogmatismo.
En la mayor parte de las oportunidades, el discurso político generaliza apelando a otro de los obstáculos de Bachelard: la experiencia básica. El “relato” más elemental, intenta mostrar una realidad pura y simple sin complicaciones, con la evidente tendencia a ocultar los conflictos o las explicaciones más comprometidas. Esa postura fácil nos llevaría a lo “demasiado concreto”, lo “demasiado intuitivo”, que provee de imágenes analógicas y metafóricas, muy emocionales, pre-científicas y reflejo puro de la ideología dominante (como las de quienes basan los análisis en sus muchos años de experiencia sin la menor formación teórica o quienes generalizan su experiencia directa como única verdad).
Las imágenes simplistas y “familiares” de datos yuxtapuestos que pululan en algunos medios, deforman la realidad tanto como lo hacen las presentaciones “asombrosas”, idealizadoras; tampoco son suficientes y pueden ser sumamente engañosas esas descripciones que nos muestran una combinatoria de elementos estáticos cuya interrelación no descubre ningún significado. Para las ciencias sociales y en particular para el análisis político es siempre mucho más válida la pregunta por el sentido.
En el fondo, se superpone otro obstáculo más: el pensamiento unitario. La atracción que ejerce la unidad, la búsqueda de principios únicos mediante los cuales se explica todo, constituye un obstáculo evidente a la profundización y a la explicación real de los fenómenos. Esta idea de principios universales está ligada también a un ideal de perfección, que resulta algo parecido a la religión y que termina siendo una creencia o fe ciega en una receta mágica que soluciona todos los problemas. Como diría Bachelard: “Realizado con poco esfuerzo, solo hace falta una mayúscula.”
No se trata de elaborar discursos incomprensibles, y no es fácil transmitir cuestiones complejas, pero es necesario hacer esfuerzos por no caer en explicaciones simplificadas o verdades absolutas, y menos aún en deformaciones de la realidad por apelar a las emociones. Sobre todo, las expectativas de transformaciones o reformas si no están analizadas desde la viabilidad y la transparencia, pueden llevar a conflictos no deseados o a plantear recetas imposibles.
6.- Las tradiciones como pegamento: ídola de la caverna (etnocentrismo)
Una interrelación habitual del obstáculo del pensamiento unitario se produce con los ídola de la caverna, en la búsqueda de homogeneidad, etnocéntrica o identitaria, porque genera seguridad en tiempos de grandes incertidumbres. Esa búsqueda queda determinada por las explicaciones unitarias, ideales, estilo maniqueo, blanco o negro, buenos y malos, que nos devuelven a las simplificaciones y a las generalizaciones que ya hemos analizado.
La ruptura de Bacon con la escolástica tiene una base de búsqueda de superación de prejuicios y tópicos que enturbian el conocimiento humano, elaborando la idea de los ídola. Los Ídolos de la caverna (en alusión a la caverna platónica) se originan en nuestra herencia cultural, nuestras subjetividades, nuestros prejuicios, y nuestro estilo mental, etc. Se pueden superar mediante una alianza de la razón con la experiencia y por medio de algunas reflexiones sobre las diferencias culturales.
La explicación etnocéntrica o identitaria siempre es maniquea y bloquea cualquier búsqueda de los orígenes de los conflictos, elabora mensajes simples que impiden el razonamiento procurando la responsabilización del diferente. Por otra parte, es fácil, cómodo, quita ansiedades, un discurso sin complicaciones y evitando reconocer el origen propio de las dificultades. Siempre el problema viene de fuera, la necesidad de certidumbre lleva a proteger la forma de vida de la caverna. Algunas tradiciones, costumbres e incluso formas de funcionamiento de las instituciones, se reproducen como válidas “porque siempre se ha hecho así” aunque estén significando un retroceso en derechos de la ciudadanía. Así surge, nefasto en política, un paternalismo admitido sin cuestionamiento por parte de dirigentes y dirigidos. Ocultando la realidad, prometiendo imposibles cambios, porque hay fenómenos que nunca más van a producirse como por ejemplo la uniformidad étnica, cultural o religiosa. Es una ilusión sin sentido prometer homogeneidad en un mundo tan interconectado y globalizado, que se transforma en una máquina de odio.
Por supuesto que lo más perjudicial para la vida en democracia se refiere al racismo, la xenofobia, la homofobia o la negación de las desigualdades de género, pero también tiene consecuencias no deseables la reproducción de ideologías identitarias que se originan en identidades culturales, territoriales o de “colectivos” que no son grupos sociales homogéneos (los pensionistas, los jóvenes, etc.). Como ya hemos visto, acaban siendo categorías cargadas de uniformidad que no responden a las reales necesidades de las personas vulnerables ni son útiles en la defensa de los derechos de la ciudadanía. En suma, nociones o prejuicios, que se convierten en “valores” defendibles, en ideas o creencias que responden a las normas de la caverna, asumidas subjetivamente como verdaderas, utilizadas para cohesionar grupos y muy peligrosas para el desarrollo de la democracia.
7.- ¿Saber es poder? El papel de la información y el conocimiento
En medio del debate sobre la EVAU resulta interesante reflexionar sobre algunos de los tópicos utilizados, ídolos de la caverna en algunos casos, del foro en otros, originando ruido con superficialidades sin fundamento.
Desde organismos internacionales hasta empresariales, y nada recientes (aunque ignoradas) recomendaciones para el sistema educativo español, se ha insistido en la necesidad de abandonar el modelo tradicionalista de la memorización, acumulación de información, repeticiones mecánicas, como único sistema válido. Nadie ha asegurado con rotundidad que la memoria no sea necesaria, pero las reacciones van en ese sentido, oponiendo los nuevos modelos por competencias, por resolución de problemas, del aprendizaje por proyectos, a la tradición academicista, verbalista, memorística, de la educación en España.
Es cierto que el recorrido de algunos prejuicios o estereotipos viene abonado por interpretaciones sesgadas o deformadas sobre las nuevas concepciones sobre el aprendizaje y sobre la adquisición de conocimientos. Por un lado, la utilización de un modelo reduccionista de la idea de competencia basado en un modelo tecnocrático de la competencia laboral, muy interesante para la perspectiva empresarial y por otro, el obstáculo de la experiencia vivida, esquema con el que la mayoría de los adultos valoran las enseñanzas recibidas como las adecuadas.
Para avanzar conviene analizar a conciencia algunas definiciones, con ejemplos. Sobre todo, para superar esas dicotomías entre competencias y saberes, entre capacidades y conocimientos, entre procesos y resultados, producto de visiones ideológicas o de pura ignorancia, sobre todo de las tertulias en los medios, entre quienes no pertenecen al ámbito profesional de estos temas por muy cerca que se encuentren (docentes). Ni la docencia ni el periodismo habilitan para opinar con conocimientos específicos sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje o las claves curriculares en el contexto actual. Y son muy evidentes las reacciones corporativas, por el contenido o el valor cultural de alguna asignatura o por la pérdida de horas que pueda ocurrir.
Se pierden de vista las diferencias de edad del alumnado con generalizaciones; se olvidan las diferencias entre los niveles obligatorios y los que no lo son con absurdas reclamaciones de determinados contenidos; se pierde la noción de los cambios ocurridos en el mundo en que vivimos, como si los procesos pudieran seguir los mismos itinerarios de hace 30 o 40 años; como si las herramientas para el pensamiento fueran las mismas, como si las relaciones sociales fueran iguales y los conocimientos necesarios no hubieran sufrido transformaciones. De forma muy grave, se vinculan a cuestiones ideológicas determinados contenidos que, en su mayoría, responden a valores constitucionales o a orientaciones europeas ampliamente compartidas.
No se trata de denostar la memoria como herramienta sino de demostrar que, con la mera acumulación de información, sin reflexión, sin relacionar conceptos, sin análisis y síntesis, ni se aprende ni se piensa de forma autónoma. Por otra parte, como dirían algunos científicos, la economía del pensamiento también debe ser tenida en cuenta y para acumular información, datos vacíos, enumeraciones, fechas, los ordenadores hace muchos años que lo hacen mejor que nosotros. No incluyamos la inteligencia artificial porque ya sería romper esquemas…
No se trata de adoptar la noción de competencia del mundo laboral (aunque caen en ello más “expertos” de los que nos merecemos) sino de considerar el concepto complejo, relacionado más con las capacidades que con las meras habilidades, conectado más con los saberes que con las destrezas mecánicas entrenables.
“El proyecto DeSeCo de la OCDE define competencia como la capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada. Supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamientos que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz” x.
Simplemente consultando en san Google se puede comprobar como las competencias básicas o claves (Memorándum sobre el aprendizaje permanente, Bruselas 2000) implican unos aprendizajes valiosos donde habrá que apelar a todas las áreas de conocimiento en las enseñanzas obligatorias. El conflicto se suscita cuando analizamos el carácter de los procesos de aprendizaje y los objetivos que se plantean, que no se consiguen si nos limitamos a acumular información y repetir mecánicamente lo que pone el libro de texto.
Como ya he publicado mucho sobre este temaxi, me limitaré a señalar que la tan mentada evaluación de la madurez en la EVAU responde a estas diferencias, que son de marco epistemológico, de modelo de pensamiento, de una concepción del conocimiento que se conecta con el contexto histórico, social, cultural y con las nuevas generaciones que no sienten, ni actúan ni piensan, como hace cierto tiempo. Ni se trata de madurez emocional, ni se trata de un ente inmaterial, sino de procedimientos y aprendizajes que se adquieren en la escuela si la enseñanza se rige por los nuevos modelos y objetivos. A veces, hasta lo más obvio en Europa, aquí se transforma en adoctrinamiento.
El marco del modelo de competencias claves de la Unión Europea se basa en 3 ejes que vertebran las 8 competencias:
-
- Usar herramientas de manera interactiva: Implica competencias de uso interactivo de lenguas, signos, textos, tecnologías, información y conocimientos, para mantener un diálogo activo con el mundo físico, social, digital, científico, etc.
- Interactuar en grupos heterogéneos: Marca la importancia de la empatía, del capital social y las competencias que permitan relacionarse, cooperar trabajando en equipo y resolver problemas o conflictos.
- Actuar de forma autónoma: los individuos necesitan poder tomar la responsabilidad de manejar sus propias vidas, situar sus vidas en un contexto social más amplio y actuar de manera autónoma. Descubrir su identidad y ejercer derechos, con las competencias necesarias para hacerlo de forma adecuada en cada contexto.
Tal vez, a ciertos personajes, habría que decirles: “es la Unión Europea, estúpidos” y a muchas personas que se horrorizan porque la cultura general tan valorada antaño no se reproduce como antes, habrá que demostrarles que cada sociedad, en cada época, necesita seleccionar contenidos de las programaciones, adaptándolas a las necesidades de la sociedad y de las nuevas generaciones. Y cuando tanta gente se sorprende de las ignorancias de la juventud actual nunca piensan que aquellas formas de aprender han sido las que han producido tanta ignorancia.
A otras personas nos apena tanta ausencia de sentido, de pensamiento crítico, de conciencia ciudadana, como otra ignorancia que facilita la reproducción de falsas noticias, manipulaciones, fraudes y mentiras. La información, mecánicamente reproducida no es poder, es seducción, pasividad, creer como verdad lo que diga la televisión. El saber es poder cuando se conecta con los fundamentos de los fenómenos, cuando nos hace reflexionar sobre cuestiones que afectan al desarrollo humano, cuando adquirimos comprensión y analizamos las acciones propias y ajenas. Como diría Piaget: el mayor salto cualitativo de la inteligencia humana es cuando somos capaces de comprender el pensamiento del otro y la especie evoluciona cuando existe cooperación.
Si las competencias responden a esos tres ámbitos es imposible considerarlas aisladas, rígidas, de adaptación pasiva, o adquirirlas por entrenamiento mecánico. El proceso de aprendizaje es también complejo y dinámico, donde se juegan registros intelectuales, emocionales, prácticos e incluso históricos de la sociedad y de la persona. Por eso es bastante difícil adaptar los contenidos y las metodologías de aprendizaje, el modelo requiere organizar y trabajar con:
- Carácter holístico e integral. Conocimientos, capacidades, actitudes valores y emociones no pueden entenderse de manera separada.
- Carácter contextual. Las competencias se concretan y desarrollan vinculadas a los diferentes contextos de acción.
- Dimensión ética. Las competencias se nutren de las actitudes, valores y compromisos que los sujetos van adoptando a la largo de la vida.
- Carácter creativo de la transferencia. La transferencia de competencias (conocimientos, capacidades, etc.) debe entenderse como un proceso de adaptación creativa en cada contexto
- Carácter reflexivo. Las competencias básicas suponen un proceso permanente de reflexión para armonizar las intenciones con las posibilidades de cada contexto.
- Carácter evolutivo. Se desarrollan, perfeccionan, amplían, o se deterioran y restringen a lo largo de la vida
Así son los saberes y poderes que requiere nuestra sociedad y nuestras nuevas generaciones. Si los defensores de los ídola de la caverna insisten en mantener tradiciones academicistas anquilosadas, si la tecnocracia del foro o de quienes caen en las recetas simplificadoras pretenden impulsar soluciones mágicas, nuestro sistema educativo seguirá debatiéndose en la incertidumbre, seguirá cargando en las espaldas de sus profesionales la responsabilidad de adecuar contenidos y metodologías a las nuevas necesidades sociales e individuales. Unas instituciones incapaces de fijar criterios comunes, de acordar prioridades educativas, seguirán formando sin sentido con opciones dispersas.
Por lo tanto, el gran obstáculo para este asunto y para muchos otros, de la economía o la política, seguirá siendo el olvido de la pregunta por el sentido. Preguntemos qué es saber para que sea poder. El conocimiento no implica exceso de información, sino información más reflexión. Profundicemos en este debatexii.
8.- La pregunta del millón
Estas reflexiones tan orientadas en un sentido crítico hacia la ideología dominante podrían desarrollarse mucho más en el plano epistemológico pero resultaría excesivo. No hemos pretendido completar un documento exhaustivo ni pensar que hemos agotado todo lo que puede decirse de cada punto. Incluso puede ocurrir que no interese lo suficiente como para continuar con los debates necesarios.
Es posible que se puedan desplegar más elementos en alguno de los ejemplos, por ahora solamente esperamos suscitar la necesidad de hablar de los obstáculos, sea en forma de prejuicios, pre-conceptos, estereotipos. Algunos son muy complejos por lo que se transmite, otros son difíciles de visualizar porque están muy integrados en las conductas habituales.
Para dejarlo aquí toca preguntar ¿Qué hacer? Pero es una trampa, porque habría que contar con todas las dificultades económicas, sociales y culturales, considerar el contexto y los medios para transformar unas prácticas sociales y unas formas de pensamiento muy asimiladas en las mentes de amplias mayorías sociales. Para acertar habría que cambiar la pregunta: ¿qué se puede hacer? Por ahora, arrancar con el debate y la sensibilización. Intentando no perder el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón.
***
Estella Acosta Pérez. Orientadora y profesora asociada de la UAM jubilada. Instituto Europeo de Políticas Públicas Isegoría y forma parte del consejo de redacción de Pasos a la izquierda.
i Arendt, H (2020): La condición humana. Austral. Barcelona
ii Sen, A (2019): La idea de la justicia. Taurus. Madrid
iii Hemos desarrollado esta crítica en varias publicaciones, entre otras Pasos a la izquierda Nº 19 https://pasosalaizquierda.com/desarrollo-humano-y-justicia-social-emociones-individuales-y- capacidades-colectivas-en-el-trabajo-y-la-educacion/
iv García Montero, L: Infolibre. 8/5/2022
v Sampedro, J.L (1982 – 2017): El reloj, el gato y Madagascar. Debate. Barcelona
vi El laberinto de las pensiones. http://www.asociacionisegoria.org/category/encuentros-on- line/page/4/ 22-01-2021
vii Bernabé, D (2018): La trampa de la diversidad. Akal. Madrid
viii Bachelard, G. (1958) La formación del espíritu científico. Siglo XXI. Barcelona
ix Ídem
x Pérez Gómez, A (2007): La naturaleza de las competencias básicas y sus implicaciones pedagógicas. Cuadernos de educación de Cantabria
xi Acosta Pérez, E (2017): La formación profesional. El valor del trabajo y la cualificación.
Capítulo 13. GPS Madrid
xii Acosta Pérez, E (2021): El sentido de la educación- Documentos en www.asociacionisegoria.org