Por ENRIC BERENGUER
El 14 de marzo de 1761 un grupo de 16 tejedores de la ciudad de Fenwick, en Escocia, se reunieron para redactar y firmar una carta de constitución de la Sociedad de Tejedores de Fenwick, haciéndolo aceptaron que fueran honestos y fieles unos con otros, que harían un trabajo suficientemente bueno y que sus precios no serían ni más altos ni más bajos de lo que era normal en los pueblos y parroquias vecinos. También prometieron pagar una tarifa de admisión para el mantenimiento de la sociedad y que se harían contribuciones al fondo para los pobres con el dinero recaudado.
Más tarde esa sociedad que nació con la intención de mejorar los sistemas de trabajo y el acceso a las materias primas y herramientas necesarias para su actividad, pasó a convertirse en una sociedad que además del apoyo mutuo entre sus asociados también ofrecía servicios al resto de la comunidad, en 1769, el 9 de noviembre, acordaron que los fondos comunes se usarán para comprar alimentos a granel a buen precio, para venderlos sus socios y a los que no lo fueran pero que lo necesitaran; los socios también tenían el beneficio del crédito hasta las cuatro semanas. En 1808 se incorporó otro servicio, al decidir que los fondos excedentes se utilizaran para comprar libros y así crear una biblioteca, que aún existe y da servicio a la ciudad de Fenwick. La carta de fundación de esta sociedad se encuentra custodiada en la National Library of Scotland (www.nls.uk).
Ese sería el inicio, documentado y conocido, de un proceso que llega hasta nuestros días, la puesta en común de los recursos, entre personas con las mismas necesidades, para la obtención de bienes y ayudas que permitan mejorar las condiciones de vida y así sustraerse del control y explotación de los que disponen de los medios productivos e imponen sus condiciones. Es por tanto la expresión de la solidaridad entre iguales, de la que ya se conocían otras experiencias anteriores, en forma de trabajo y explotación comunal.
Este precedente nos permite conectar con la incipiente creación de la clase obrera en los condados del norte de Inglaterra, Yorkshire, Lancashire, Cheshire, en la que los tejedores de lino y algodón, ya en el momento anterior a la producción fabril, fueron los que iniciaron ese proceso, tejedores que más al norte, en Fenwick en el condado de East Ayrshire, crearon esa sociedad que podemos equiparar a las primeras cooperativas, inicialmente se trataba de poner en común las necesidades profesionales y personales, pero rápidamente se incluyeron las necesidades colectivas y el apoyo a los desfavorecidos.
Es por tanto la expresión de la solidaridad entre iguales, de la que ya se conocían otras experiencias anteriores, en forma de trabajo y explotación comunal
Intentar entender cuáles fueron los motivos para organizar asociaciones, que podemos definir como de ayuda mutua, y que tenían un objetivo claro de mejora de las condiciones de trabajo y para la obtención de bienes básicos, nos obliga a fijarnos en los cambios que se habían producido en Inglaterra durante el siglo anterior, con los enfrentamientos entre una monarquía que quería volver al absolutismo y los puritanos que deseaban controlarla mediante el ejercicio del poder en el Parlamento.
Como dice E.P. Thompson (2012, p:74)
La libertad de conciencia fue el único gran valor que la gente común conservó desde la Commonwealth. El campo estaba dominado por la gentry, las ciudades por ayuntamientos corruptos, la nación por la corporación más corrupta de todas; pero el templo, la taberna y el hogar les pertenecían solo a ellos. En los lugares de culto «que no tenían campanario», había espacio para una vida intelectual libre y para experimentos democráticos «con innumerables miembros».
Fueron unos años convulsos, en los que los deseos de conseguir mejoras de las condiciones de vida y el reconocimiento de la igualdad, al menos ante la ley, promovieron motines y protestas por los precios de los alimentos, en un momento en que las doctrinas igualitarias de la reforma protestante se hacían fuertes frente a la religión oficial y generaban el nacimiento de asociaciones de carácter político, clubes de debate, donde se discutía sobre la necesidad de una constitución que regulara la vida pública.
En este contexto será en el que los primeros intentos de organizaciones comunitarias aparecen en todos los países en los que se empiezan a expandir las ideas sociales y económicas de los socialistas utópicos, como les llamaron Marx y Engels, ellos serán los considerados como precursores de las ideas cooperativistas, Saint-Simon (1760-1825) que aunque su aportación no fue sobre la cooperación, sí que se puede considerar como uno de los referentes de las ideas socialistas y Charles Fourier (1772-1837), al que su posición crítica del capitalismo y el deseo de que los hombres no dedicarán su tiempo a la realización de tareas que fueran contra su naturaleza, sino, que al contrario, obtuvieran placer en hacerlas, le llevó al convencimiento de la posibilidad de que el trabajo debía ser organizado en unidades de producción, que él llamó phalanstères (falansterios), y tenía que hacerse de manera voluntaria, bajo el principio de la asociación, G.D.H. Cole lo explica así:
Por consiguiente, no es necesario cambiar la naturaleza del hombre sino su medio, y la clave para este cambio es la organización de la sociedad de acuerdo con el principio de asociación. (Cole, 1964, 75)
Este modo de entender la asociación como una forma de trabajar y vivir fue el factor que definiría la idea de la cooperación, Fourier sería un referente para los libertarios, Kropotkin o Morris, que apreciaron, sobre todo, la importancia que dio a la educación, uno de los factores que el cooperativismo, desde sus inicios, ha enfatizado más. Otro valor que se convertiría en básico sería el de la capacidad de escoger, Fourier decía que nadie debía ser obligado a hacer lo que no deseara «Podían elegir libremente sus ocupaciones, dentro de las muchas posibilidades que se les ofrecían…» (Cole, 1964, 72), un primer paso hacia la autogestión.
Será otro de los calificados como «utópicos», el inglés Robert Owen (1771-1858), el que dio impulso al de cooperativismo, Owen era originario de la ciudad de Newton y ya con 19 años dirigía la fábrica de New Lanark en la que trabajaban 500 obreros, una fábrica en la que se producía algodón fino y que estaba regida con unos principios que en aquel momento eran considerados poco prácticos, aplicaba el principio de humanidad y buen trato a sus obreros, aun así los resultados eran de éxito, con grandes beneficios que le permitieron plantearse convertirla en un ejemplo. Su lucha por la obtención de una ley de protección del trabajo le dio el prestigio que mantuvo hasta el final de su vida, haciendo de él un referente en las luchas de la clase obrera. Intentó como Fourier, aunque él siempre dijo que no tuvo ninguna influencia suya, crear sociedades de trabajo comunitario en las que los trabajadores fueran sus propios patronos, lo hizo en Estados Unidos con la creación de New Harmony en los terrenos que compró a una comunidad religiosa de origen alemán, los Rappites, allí, en el año 1825, intentó crear una sociedad que cumpliera con la idea de ofrecer un medio de vida seguro para sus miembros y como ya había experimentado en New Lanark proponía hacerlo combinando el trabajo agrícola y el industrial. Su experiencia no tuvo el éxito deseado y tuvo que volver a Inglaterra en 1829, sus hijos continuaron su proyecto hasta el momento en que éste se dividió en facciones, uno de los factores que llevó a esa situación fue la forma de gobierno, y podemos definirla como el enfrentamiento entre una democracia tutelada o una autogestión plena; lo que constituirá uno de los puntos claves del desarrollo de las nuevas ideas cooperativistas.
Los años siguientes fueron agitados, durante el tiempo que Owen estuvo en Estados Unidos los grupos afines a sus tesis, en Inglaterra, intentaron que los incipientes sindicatos y las sociedades cooperativas que iban surgiendo tomarán como referente las ideas de Owen, eso hizo que se le pidiera que encabezara el movimiento obrero en Inglaterra, según Cole:
Los cooperativistas y los miembros de los sindicatos que le escuchaban de ningún modo estaban inclinados a poner su confianza en el gobierno o en las autoridades de la beneficencia, o en empresas filantrópicas dirigidas por ricos. En lo que pensaban era en una nueva clase de estructura democrática que les emanciparía de la opresión de los capitalistas y de la clase media, y les permitiría dirigir sus propios asuntos. (Cole, 64, 109)
El fracaso de los duros años entre 1839 y 1842 en los que el «cartismo» perdió sus fuerzas, llevó a nuevas ideas de carácter reformista, que en el mundo del cooperativismo culminó en un nuevo modelo, sería en la ciudad de Rochdale donde un grupo de 28 tejedores, algunos en paro, fundaría la Rochdale Equitable Pioneers Society. Ésta era una sociedad cooperativa de consumo que, a diferencia de las anteriores que casi siempre lo eran de trabajo o de trabajo y consumo, pretendía que se pudiera acceder a los productos básicos a precios aceptables, aunque se da la primacía a la Equitable en realidad en los años anteriores se habían creado otras que no tuvieron éxito, como una en el mismo Rochdale que funcionaron entre 1832 y 1835, y otra en 1827 en Brighton según las ideas de William King (1778-1865). En cualquier caso, la Equitable fue la que consiguió perdurar y crecer y, por ello, es interesante conocer los principios sobre los que se sustentó. Son siete y aunque se han modificado a lo largo de los años mantienen aún el espíritu que los generó:
- Libre adhesión y libre retiro,
- control democrático (un miembro, un voto),
- devolución de los excedentes entre los miembros de forma proporcional,
- pago de un interés limitado sobre el capital,
- neutralidad política y religiosa,
- compra en efectivo,
- promoción de la educación.
El crecimiento de la Equitable permitió que en pocos años su desarrollo le valiera el reconocimiento de otras organizaciones obreras y al mismo tiempo permitiera la expansión del modelo. Andrés Ruggieri propone que el éxito de Rochdale se basa tanto en la formulación de sus principios como en el abandono del intento de unificar el cooperativismo con el movimiento obrero y al mismo tiempo apartarse de prácticas de carácter revolucionario (Ruggieri, 2020, 46); el autor distingue también la práctica del cooperativismo de consumo, el objetivo de la Equitable, y la del cooperativismo de producción y así sus principios estaban planteados para ese tipo de cooperativa:
Al ser propuestos además para emprendimientos vinculados al consumo y al ahorro, los problemas más complejos que enfrenta una cooperativa de producción quedan enmarcados dentro del paraguas de los principios, pero de ninguna manera resueltos por ellos…
Otro de los puntos más importantes se refiere al «control democrático», que supone:
…el fundamento de toda cooperativa en que se tiene en cuenta la participación personal y no el tamaño del capital accionario, lo que constituye la gran diferencia entre la cooperativa y la sociedad anónima. (2020, 48)
Estamos ante el aspecto más importante de la idea cooperativista, como es la asamblea de socios, donde cada uno tiene la capacidad de ejercer libremente su capacidad de decisión, sin interferencias, y sin tener en cuenta el capital aportado, sólo, una persona, un voto. Eso es lo que plantea que las cooperativas realicen prácticas autogestionarias, pero no impide que ellas mismas tengan trabajadores asalariados. La controversia cooperativa de consumo versus cooperativas de producción planteó que en los años siguientes se discutiera sobre el carácter reformista que habían tomado, frente a la práctica mucho más revolucionaria que tomaría el movimiento obrero a partir de los levantamientos europeos de 1848.
Aun así, el modelo de Rochdale creció, y lo hizo en toda Europa, al principio en Francia y pronto se expandió por el resto del continente. La Equitable creció constantemente, cinco años más tarde de su creación ya tenía 390 miembros y en 1880 llegó a más de 10.000, hasta el punto de que a finales del siglo XIX en Inglaterra se contaba con más de un millón de miembros de las 1.439 cooperativas de consumo existentes en ese momento. El 19 de agosto de 1895 se celebró el primer Congreso Cooperativo en Londres, que constituye el acto fundacional de la ACI (Alianza Cooperativa Internacional), en el que ya hubo representantes de países de todo el Mundo, Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Serbia y Suiza.
La Rochdale Equitable Pioneers Society sobrevivió hasta 1976, año en que se fusionó con la Oldham Co-operative perdiendo su nombre, pero manteniendo su sede en Rochdale, que se convirtió en un Museo del cooperativismo.
El futuro del cooperativismo estaba establecido, la versión reformista que representaba Rochdale había ofrecido una posibilidad de responder al capital y a los patronos en un ámbito que hasta ese momento les pertenecía, el del comercio de bienes esenciales y pronto lo hizo también en el del crédito y la vivienda, las mismas cooperativas utilizaron parte de sus excedentes financieros en ofrecer créditos razonables a sus socios y a construir casas para el uso equitativo de ellas. Estaban convirtiéndose en una herramienta para la emancipación de la clase obrera.
Eso hizo inevitable que, aunque entre sus principios estuviera la neutralidad política, las diferentes tendencias del movimiento obrero mantuvieron una cierta tutela sobre las cooperativas, promoviéndolas o participando sus militantes en ellas; hablamos de la rama socialista, de la libertaria o de la que representaba la iglesia a partir de la encíclica de 1891 Rerum Novarum de León XIII, con el subtítulo «Sobre la situación de los obreros» y en la que aparición de partidos de inspiración cristiana planteó la utilización de las cooperativas como una forma de acercar a la clase obrera a esos partidos, uno de los máximos exponentes de esa línea fue Charles Gide (1847-1932), sobrino del escritor André Gide. Charles no era católico sino protestante y pertenecía a la corriente socialista cristiana francesa y dentro del movimiento cooperativista representaba a la École de Nîmes. En Francia las cooperativas tuvieron su primer congreso en 1885, aunque su unificación no se produjo hasta 1912 con la Fédération nationale des coopératives de consommateurs (FNCC).
Ahí estaría presente el principio básico de la Equitable de Rochdale referente al «control democrático» una persona, un voto y la asamblea como máximo órgano de decisión
El socialismo asumió la existencia de las cooperativas como un instrumento de emancipación; así, en el discurso inaugural de Carlos Marx (1818-1883) en el congreso fundacional de la AIT, en el año 1864, y refiriéndose a ellas dice:
Pero quedaba en reserva una victoria aún mayor de la economía política del trabajo sobre la economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativista, especialmente en las factorías en régimen de cooperativas, establecidas sin ayuda alguna, por los esfuerzos de unos cuantos valientes. Nunca se exagerará bastante el valor de estos grandes experimentos sociales…
Para salvar a las masas obreras, el trabajo cooperativo tendría que desarrollarse a escala nacional y, consiguientemente, debería ser fomentado con medios de la misma naturaleza. Sin embargo, los señores de la tierra y los señores del capital usarán siempre sus privilegios políticos para la defensa y perpetuación de sus monopolios económicos. Por eso, lejos de promoverla, seguirán poniendo todos los obstáculos posibles en el camino de la emancipación del trabajo… (Miranda, 2008)
La AIT unificada tuvo una vida efímera, en 1872 las dos tendencias, socialista y libertaria, representaban dos visiones distintas respecto a cómo tenía que gobernarse la Internacional. Una de carácter centralista con una dirección fuerte, en el campo socialista y otra preconizada por Mijaíl Bakunin (1814-1876) de carácter federalista, que pretendía que fuera una coordinadora de las diferentes secciones. Esta última Internacional, tras el fracaso de la Comuna de París (18 marzo-28 mayo 1871) que intentó imponer un gobierno de socialismo autogestionario, provocó el enfrentamiento y posterior separación de esas dos líneas del movimiento obrero; ello supuso también que la influencia que ejercieron en el movimiento cooperativo trasladara esa diferencia a la forma de entender la gestión de las cooperativas. Como ocurrió también en el mundo sindical las distintas corrientes del socialismo que concluyeron en la separación entre socialistas y anarquistas, afectó a todas las expresiones del movimiento obrero y las cooperativas no podían ser excluidas de esa influencia; así, a medida que el anarquismo se iba extendiendo, sobre todo en los países de la zona meridional del continente europeo, y más tarde en Estados Unidos, sindicatos y cooperativas introducían el concepto de autogestión en la forma de gobernar las organizaciones. Estableciendo uno de los pilares en que se apoyaría la estructura de las cooperativas, las de producción y las de consumo; ahí estaría presente el principio básico de la Equitable de Rochdale referente al «control democrático» una persona, un voto y la asamblea como máximo órgano de decisión.
El aprendizaje que se está produciendo en los movimientos de respuesta a la situación generada por estas crisis, ha hecho crecer los grupos relacionados con la Economía Social Solidaria
Estos son los precedentes que conformaron el cooperativismo hasta el final del siglo XIX, ¿Qué ocurrió después? Si aceptamos la idea de que el verdadero cambio de siglo se produjo al terminar la Primera Guerra Mundial, vemos como el desarrollo del cooperativismo, que ya había crecido de una forma muy importante hasta la fundación de la ACI, dio un salto de carácter exponencial al finalizar la guerra, tanto en número de cooperativas como en el crecimiento de miembros de esas organizaciones. Como ejemplo podemos tomar una de las cooperativas mayores de Francia, la Coop Atlantique, esta cooperativa empezó en 1885 como l’Union de Limoges y la formaron inicialmente 50 familias que tomaron como referencia los «principios» de la Equitable de Rochdale; en 1915 eran ya 11.000 familias y en 1939 26.000. Otra cooperativa, La Saintaise, creada en 1912, se fusionó en 1920 con otras cooperativas y en 1928 construyeron un almacén en Saintes, departamento de la Charente-Maritime, que fue inaugurado por Charles Gide, esa será la sede futura de Coop-Atlantique. La fusión de estas dos cooperativas, junto a otras muchas a lo largo de los años culminó en 1994 con la creación de Coop-Atlantique, hoy esta cooperativa que representa una de las cadenas de distribución más importantes en el sudoeste francés, con más de 164 establecimientos, 3.000 trabajadores e ingresos de 874 millones de euros, aún funciona mediante los principios de la ACI que son los derivados de los de Rochdale.
Un ejemplo similar se encuentra en Italia con el consorcio de cooperativas que representa la marca COOP-Italia, en este consorcio se agrupan la mayoría de las cooperativas de consumidores de este país, hablamos de 1.444 puntos de venta, 53.365 empleados y una cifra de ventas de 14.500 millones de euros.
La ACI (Asociación Cooperativa Internacional) da unas cifras a nivel mundial que ronda de forma aproximada los 3 millones de cooperativas, 1.200 millones de miembros y un volumen de negocio para las 300 cooperativas de mayor tamaño de 2,145 billones de dólares (ACI, 2020).
Con estas cifras estamos poniendo de relieve que el negocio cooperativo es en este momento es una parte importante de la economía mundial, y aunque forma parte del sistema económico vigente, la diferencia que representa que los propios cooperativistas tengan la capacidad de decisión sobre los objetivos de esas empresas no es menor. Así y todo, se plantean muchas preguntas sobre qué son las cooperativas ahora y cuál puede ser su papel futuro.
Eso mismo nos permite concluir este artículo con una serie de preguntas, sugeridas por todo lo dicho hasta aquí. Veamos algunas de estas preguntas:
¿El cooperativismo es una posible respuesta de transformación social?
- ¿En el ámbito económico?
- ¿En el ámbito social: formas de participación colectiva?
- ¿En el ámbito del medio ambiente?
- ¿Qué consecuencias políticas se derivan?
En un momento en el que el fracaso de la doctrina neoliberal ha expuesto al sistema económico a tensiones extremas, expresadas en crisis no resueltas, que cada vez agudizan más las desigualdades entre personas y entre países, las respuestas planteadas desde la Economía Social Solidaria tienen un componente que siempre ha defendido el cooperativismo: la autogestión como sistema de gobernanza, lo que permite pensar en sistemas alternativos a los clásicos del sistema capitalista. Por ejemplo, la sustitución del voto accionarial por la decisión independiente de las personas participantes en las entidades sociales o económicas; teniendo en cuenta que aún hoy ese planteamiento no es mayoritario. No obstante, el aprendizaje que se está produciendo en los movimientos de respuesta a la situación generada por estas crisis, ha hecho crecer los grupos relacionados con la Economía Social Solidaria, en ellos la autogestión es la práctica habitual; de hecho son grupos, asociaciones, cooperativas que se dedican a todos los ámbitos económicos, en la vivienda, como Sostre Civic, una cooperativa que ofrece la posibilidad del régimen de vivienda en cesión de uso, o en el ámbito de los servicios esenciales, como Som Energía en Catalunya, que como cooperativa de consumidores distribuye energía eléctrica, o el ámbito de la telefonía, Som Connexió y muchas otras.
La lucha para proteger el medio ambiente ya no es el referente de una minoría, y aplicarlo al consumo ha sido prioritario en la mayoría de las cooperativas de consumidores
En la actualidad una nueva modalidad de cooperativas de consumidores está creciendo a nivel mundial. Son aquellas que además de ofrecer los productos alimentarios y otros de consumo esencial, lo hacen con la premisa de que cumplan con los criterios de producción ecológica; un componente que en los últimos cincuenta años ha crecido, hasta haberse convertido, entre las nuevas generaciones, en decisiva. La lucha para proteger el medio ambiente ya no es el referente de una minoría, y aplicarlo al consumo ha sido prioritario en la mayoría de las cooperativas de consumidores. Están apareciendo nuevas cooperativas con una escala comparable a las que no siendo ecológicas hemos conocido en el desarrollo de este artículo, uno de los referentes mundiales es la histórica cooperativa de Nueva York, Park Slope Food Coop1, una cooperativa fundada en el año 1974 que hoy tiene 17.000 socios cooperativistas, autogestionándola con trabajo obligatorio y con la ayuda de trabajadores asalariados y que mantienen el día a día de la cooperativa; así mismo, en París abre sus puertas La Louve2 en el año 2017, una cooperativa autogestionada inspirada en la estadounidense Park Slope Food Coop y que hoy ya tiene 6.000 miembros. En España replicando estos ejemplos se crea en Madrid La Osa3, una cooperativa con los mismos esquemas autogestionarios de las ya mencionadas. En Barcelona y otras ciudades de Catalunya están en marcha proyectos que se realizarán durante este año 2021, con los mismos criterios de escala y de participación autogestionada. Todo ello tendrá un efecto de cambio en los sistemas de difusión de los productos esenciales, bajo criterios ecológicos y de sostenibilidad.
Esperamos contestar a estas preguntas y otras más en futuros artículos.
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Enric Berenguer. Fotógrafo profesional, graduado en Historia por la Universitat de Barcelona, ha sido profesor en escuelas de diseño y es miembro del Consell Rector de la Federació de Cooperatives de Consumidors i Usuaris de Catalunya. Ha publicado numerosos libros y catálogos de arte para la Generalitat de Catalunya, Institut Català d’Estudis Mediterranis, Ajuntament de Barcelona, Col.legi d’Arquitectes de Catalunya, etc.
BIBLIOGRAFÍA
– ACI, Exploring the Cooperative Economy, World Cooperative Monitor, 2020 https://monitor.coop/sites/default/files/publication-files/wcm2020-1727093359.pdf.
– COLE G.D.H., Historia del Pensamiento Socialista-Los precursores (1789-1850), México, Fondo de Cultura Económica, 1964.
– Coop-Atlantique, página web https://www.coop-atlantique.fr/une-entreprise-de-distribution-differente/notre-cooperative/notre-histoire/.
– National Library of Scotland (Leabharian Nàiseanta na h-Alba) «Fenwick Weavers’ Society foundation charter, 1761» https://www.nls.uk/learning-zone/politics-and-society/labour-history/fenwick-weavers/.
– RUGGERI, Andrés, Autogestión y revolución, Barcelona, Descontrol Editorial, 2020.
– THOMPSON, E. P., La formación de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing Libros, 2012.
– Miranda, Humberto, «Marxismo y Socialismo Autogestionario», Revista Cubana de Filosofía-Edición digital, n.10, (2008) https://studylib.es/doc/5356415/marxismo-y-socialismo-autogestionario.
NOTAS
1.- https://www.foodcoop.com/. [^]