Por CARLOS GONZÁLEZ VILLA
En marzo se cumplirán cinco años de la fundación de la coalición Združena levica (ZL, Izquierda Unida) en el Hotel Union de Ljubljana. El acto, que contó con la presencia de Alexis Tsipras, supuso la puesta de largo de la primera fuerza de izquierda radical1 en Eslovenia con capacidad de entrar en las instituciones tras la independencia del país. Aunque la entrada en el Parlamento Europeo no fue posible en las elecciones de 2014, ZL accedió al parlamento nacional dos meses después, cuando obtuvo casi el 6% de los votos y 6 escaños. Cuatro años después, en las generales de 2018, el partido Levica (La Izquierda), sucesor de la coalición, consiguió una sensible mejora, con el 9,33% de los votos y 9 escaños en la cámara baja.
La breve historia que separa la creación de ZL y el apoyo de Levica al nuevo gobierno social-liberal es la de la progresiva occidentalización del espacio de la izquierda radical eslovena. Su acomodo a las dinámicas del parlamentarismo, la procedencia de clase de sus líderes y votantes y su traumática evolución interna han convertido a este espacio, en poco tiempo, en un producto prototípico de la izquierda occidental, generalmente agrupada en el Partido de la Izquierda Europea.
La posibilidad de crear un movimiento político de izquierda radical en Eslovenia empezó a tomar forma durante las protestas del invierno de 2012-2013, un movimiento social contra la austeridad y la corrupción que se expandió por diversas ciudades, aunque sus focos más importantes fueron Ljubljana y Maribor, las dos más importantes del país. El movimiento, inspirado en parte en las «revoluciones de colores» que tuvieron lugar en el espacio post-soviético en la década de los 20002, tuvo una respuesta audaz por parte de las élites políticas eslovenas, que se deshicieron temporalmente de los políticos señalados por la Comisión Anticorrupción en su informe de enero de 2013 – Janez Janša, eterno líder de la derecha, y Zoran Jonković, el popular alcalde de Ljubljana, entonces líder nacional del bloque social-liberal3 –, pero no renunciaron a las políticas de austeridad impuestas en el marco de la Unión Europea a través de procedimientos que atentaban claramente contra el espíritu de la Constitución4. La llegada de un gobierno social-liberal en marzo de 2013 influyó en la desmovilización de unos manifestantes – fundamentalmente clases medias urbanas de perfil progresista – deseosos de regresar a sus casas y volver a la rutina5.
La posibilidad de crear un movimiento político de izquierda radical en Eslovenia empezó a tomar forma durante las protestas del invierno de 2012-2013, un movimiento social contra la austeridad y la corrupción
En la primavera de 2013, tras la instalación del nuevo gobierno, se sucedieron semanas frenéticas de preparación y negociaciones para la creación de los partidos políticos que, muy en la lógica de lo que sucedió tras el 15-M español, se reclamarían herederos de aquellas ilusionantes manifestaciones. Así surgió Solidaridad, que pronto contó con uno de los líderes de las protestas, Uroš Lubej. El partido terminaría alcanzando un acuerdo con la socialdemocracia para acudir a las elecciones de julio de 2014.
En el espacio de la izquierda radical, los movimientos comenzaron con la fundación de la Iniciativa por el Socialismo Democrático (IDS), cuyo núcleo procedía de la Universidad de los Trabajadores y los Punks (DPU). Más que una auténtica universidad, se trataba de un grupo de investigadores y profesores con pretensiones vanguardistas de la Facultad de Filosofía de Ljubljana. Fundada en 1997, la DPU organizaba conferencias y debates monotemáticos a lo largo del curso académico e impartía cursos, entre los cuales destacaba el de lectura de El Capital. La quinta generación de la DPU, cuyos integrantes tenían una media de edad de entre 20 y 22 años, emprendió un proyecto de universidad de primavera, la ‘Mayday School’, que se celebró por primera vez, precisamente, en mayo de 2013, bajo el título «Transición, Austeridad y Acumulación Primitiva – Respuestas de la Izquierda». El evento incluyó intervenciones de los creadores de la IDS, empezando por Luka Mesec, que con apenas 25 años ya destacaba como líder; una conferencia central, realizada por el economista marxista estadounidense Michael Lebowitz; intervenciones de celebridades regionales, como el filósofo croata Srećko Horvat; una mesa redonda protagonizada por activistas sociales de los Balcanes; y la participación de miembros de Syriza, el Front de Gauche y Die Linke, cuya fundación, la Rosa-Luxemburg-Stiftung, estuvo presente en prácticamente todas las actividades como financiadora del evento. En ese marco se anunció, en rueda de prensa, la constitución de la IDS.
La ‘Mayday School’ tuvo lugar en un contexto de optimismo generalizado, que invadía a sus protagonistas y a los presentes en la Antigua Central Eléctrica de Ljubljana, un recinto transformado para la celebración de eventos, muy en la línea del proceso de gentrificación de la ciudad. La austeridad reinaba en Europa, sí, pero la izquierda parecía encontrar un impulso gracias a la figura emergente de Alexis Tsipras. Los eslovenos partían de un análisis que apuntaba hacia la posición periférica ocupada por el país tras la independencia. En los Balcanes, una nueva generación de activistas denunciaba las políticas identitarias como clave de la reproducción del capital en las pequeñas repúblicas surgidas de la disolución de Yugoslavia. Más allá de Europa, las primaveras árabes todavía eran vistas como auténticos procesos de emancipación. El culmen de aquel estado de ánimo fue el Festival Subversivo de Zagreb, celebrado días después de la Mayday School de Ljubljana. El evento, también financiado por la Rosa-Luxemburg-Stiftung y el Partido de la Izquierda Europea, fue un punto de encuentro de activistas locales, celebridades globales como Oliver Stone, celebridades regionales como el mencionado Horvat o el filósofo esloveno Slavoj Žižek, académicos influyentes como Chantal Mouffe, Tariq Ali o Eric Toussaint, y políticos en alza, como el propio Tsipras y su futuro ministro de Economía, Yannis Varoufakis.
En los Balcanes, una nueva generación de activistas denunciaba las políticas identitarias como clave de la reproducción del capital en las pequeñas repúblicas surgidas de la disolución de Yugoslavia
Eran días emocionantes, pero no pasó mucho tiempo antes de que se viera con claridad la burbuja en la que estaban los participantes de aquellas experiencias. En Eslovenia, a finales de mayo, se constitucionalizaron la ‘regla de oro’ de estabilidad financiera y las nuevas restricciones impuestas a la celebración de referéndums, que excluían expresamente las leyes sobre impuestos. El recién creado ‘banco malo’ y el nuevo plan de privatizaciones ya estaban en marcha. En Croacia se ultimaban los preparativos para el ingreso en la Unión Europea (UE), un hecho que no pasó de ser asumido como un mero trámite, tanto en Zagreb como en Bruselas.
Ese fue el ambiente en el que la IDS inició su actividad. Primero, con un argumentario claro: El objetivo era la instauración del «socialismo democrático… un socialismo no autoritario, como en el pasado, sino democrático». Un socialismo, afirmó Mesec a quien escribe estas líneas, que no tenga la necesidad de una vanguardia, en el que el partido esté firmemente unido al movimiento de masas y basado en la planificación democrática, no centralizada. Más allá de las contradicciones, se trataba de un discurso que podía calar en una parte del electorado esloveno.
En 2014, año electoral, la IDS actuó como eje de la coalición Združena levica, que incluyó al Partido del Desarrollo Sostenible (TRS) – partido fundado en 2011, pero que adquirió cierto protagonismo durante la fase de las protestas –, el Partido Democráico del Trabajo (DSD) – una escisión del Partido Democrático de los Pensionistas, que ha formado parte de todos los gobierno eslovenos desde el año 2000 – y el llamado «cuarto grupo», quedaba voz a militantes individuales y movimientos sociales. La representación parlamentaria obtenida ese año permitió a la izquierda radical integrarse en coaliciones parlamentarias ad hoc para cuestiones como la inclusión del agua como derecho fundamental en la Constitución o la igualación de derechos de las uniones entre personas del mismo sexo (con la excepción de la adopción y fecundación in vitro, aspectos que ya habían sido rechazados en hasta tres referéndums, celebrados en 2001, 2012 y 2015).
Cuestión aparte fue la posibilidad de sacar adelante iniciativas en materia socioeconómica con el fin de revertir las políticas de austeridad y el círculo vicioso de la deuda, donde no encontró socio parlamentario alguno. El problema era más grave, en tanto la propia izquierda europea atravesaba una crisis existencial tras el ninguneo de Alexis Tsipras al resultado del referéndum griego de 2015 y la posterior firma del tercer memorándum. Todo ello apelaba directamente a los planes iniciales, sintetizados por Mesec en 2013: «Si Die Linke y Syriza ganan elecciones, si consiguen dar una vuelta a la UE hacia políticas más socialistas, nuestras políticas tenderán más hacia esa UE, pero, si como es probable, la UE continúa su camino neoliberal, probablemente discutamos más sobre cómo abandonarla y construir una federación alternativa de algún tipo», tomando en cuenta que Eslovenia era un país demasiado pequeño como para realizar políticas socialistas por su cuenta6.
El trauma griego afectó a toda la izquierda europea, pero para los eslovenos, en concreto, fue un golpe a su propia identidad: Syriza no sólo había sido un ejemplo a seguir en el momento fundacional, sino que uno de los hombres de confianza de Tsipras, Yiannis Bournous, había servido de mediador entre los partidos de ZL, inicialmente muy alejados7. El planteamiento tras la capitulación de Syriza pretendía ser consecuente con los objetivos iniciales, lo cual incluía la eventual salida de Eslovenia de la unión monetaria8.
Más allá de la limitada representación parlamentaria de ZL, la idea era difícil de articular, dado el completo alejamiento de la calle. ZL no tardó en convertirse en un conglomerado de partidos e individuos ensimismados en la labor parlamentaria, lo cual incluía amargas peleas dentro del grupo parlamentario que terminaron afectando la correlación de fuerzas dentro de la coalición.
El trauma griego afectó a toda la izquierda europea, pero para los eslovenos, en concreto, fue un golpe a su propia identidad
La irrupción de la crisis de los refugiados como fuerza motriz de la política de buena parte de los Estados europeos, incluyendo a Eslovenia, también contribuyó a bloquear esos planes. En este ámbito, miembros de la coalición se implicaron en el apoyo a la llegada de los refugiados en el terreno9. En el terreno institucional, se opusieron al cierre de la llamada «ruta de los Balcanes» y al pacto UE-Turquía de 2016, señalando que violaba los derechos de protección y asilo y que sería un acicate para el tráfico de seres humanos. Más adelante, ya en 2017, se opusieron con dureza a la nueva Ley de Extranjeros, una legislación que abría las puertas a la devolución inmediata de demandantes de asilo. Se trataba de iniciativas bien recibidas por una parte del público esloveno, pero que, en el contexto de la deriva regresiva en Europa, en donde los gestos de agitación de las derechas tenían un impacto cada vez mayor, las formas amables y políticamente correctas de la izquierda tenían un impacto limitado. Análisis y lenguajes más combativos sólo fueron desplegados por individualidades, como el diputado Miha Kordiš, que respondía en redes sociales a las soflamas racistas y xenófobas de la derecha con denuncias sobre las causas de la crisis, incluyendo las políticas imperialistas occidentales10.
A lo largo de esos años fueron cambiando las relaciones internas dentro de la coalición. La unidad que supuso la creación de ZL, con sus tres partidos y su «cuarto grupo», no tardó en reformularse con el fin de constituir un único partido. Los equilibrios se fueron rompiendo paulatinamente en el grupo parlamentario, con movimientos como el de Franc Trček, que, aun como miembro del grupo de ZL, dejó de obedecer a la IDS y se declaró representante del «cuarto grupo». Posteriormente, el diputado Matjaž Hanžek abandonó el grupo parlamentario como consecuencia del proceso de unificación de 2017, que culminó con la creación del partido unitario Levica. El movimiento tenía un precedente digno de mención: En 2015, Hanžek había sido desplazado de la presidencia de TRS (segundo partido en importancia de ZL) por la también diputada Violeta Tomič, que ocupó el máximo cargo del partido apenas un mes después de afiliarse, procedente del DSD (tercer partido de la coalición).
Lo cierto es que el proceso de unificación terminó reflejando esa realidad, colocando a Tomič como número dos de la nueva estructura, que sería liderada por Luka Mesec. La nueva cúpula fue apuntalada en el congreso de unificación de junio de 2017, un evento plagado de acusaciones de irregularidades y seguido de una importante fuga de cuadros.
Si hubiera que identificar las fuerzas motrices de esta dinámica, se puede destacar el hecho de que, en todo este tiempo, el parlamento ha sido el único espacio realmente importante en la acción política de la izquierda radical eslovena. Se trata de un problema estructural, que amplifica movimientos como los descritos y condiciona la vida del resto del partido. A ello hay que sumar la presión ejercida por la izquierda europea a la que se han visto sometidos todos los actores para alcanzar la unidad. Los primeros avisos llegaron muy pronto, durante el congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) de 2013, celebrado en Madrid. Allí, la IDS y TRS acudieron como invitados con la intención de ser admitidos en la organización. El mensaje recibido fue claro: los aspirantes debían conseguir alguna forma de unidad antes de la adhesión. En el siguiente congreso, celebrado en Berlín en 2016, fueron admitidos la IDS y TRS – ambos coaligados en ZL – como miembros del PIE. En los meses siguientes se sucedieron las presiones para la fusión. En una visita a Ljubljana pocas semanas antes del congreso de fusión de 2017, la vicepresidenta del PIE aconsejó consolidar la unidad unidad a través de un congreso de unificación, dado el peligro de la extrema derecha en países como Francia y poniendo como ejemplo la convergencia de la izquierda en España11. Si bien en España no se había creado un único partido, ello era aconsejable en Eslovenia, según la vicepresidenta del PIE,ya que todos los partidos del espacio de la izquierda radical eran nuevos.
Esa lógica, de la unidad a toda costa, obviaba las formas de representación y armonización que se articularon en 2013 y 2014, pero, a cambio, apuntalaba a las cúpulas de los partidos y permitía a la izquierda europea extender un cierto modelo de izquierda nacional estandarizado sobre el modelo de Die Linke. Más allá de la imitación del nombre y de la importancia del partido alemán y su fundación en la incepción del partido esloveno, Levica, Die Linke y otros de la izquierda radical occidental agrupada en el PIE se mimetizan en aspectos como la procedencia de su voto. En concreto, en las posibilidades que ofrece el apoyo urbano con alta formación en la ampliación de la base electoral12, que, salvo en casos excepcionales como el de Syriza, se estabiliza antes de llegar al 10% del voto.
El nivel de apoyo depende así de los valores de una fracciónde las clases medias urbanas y menos del contacto con el tejido social y las condiciones materiales de las clases desfavorecidas.Se da así una evolución caracterizada por un sector crítico de la izquierda eslovena de este modo:
«Mientras que hace cuatro años [2014] ZL era la voz de los trabajadores explotados y privados de derechos y se atrevió a decir que otro mundo es posible, ahora Levica se centra en defender el estado de bienestar, complementado con retórica sobre el veganismo, los derechos de los animales y la igualdad ante la ley. Las manifestaciones concretas de la lucha de clases tienen lugar independientemente del partido. Incapaz de comprometerse con los movimientos y transformar las fuerzas sociales sobre el terreno, ha limitado su actuación a los recintos parlamentarios y se ha ido aproximando al perfil de un partido socialdemócrata tradicional. El desglose de la votación del 3 de junio [elecciones generales de 2018] pone de relieve este punto: Levica perdió más del 35 por ciento de sus votantes desde 2014 y los reemplazó por antiguos partidarios del centrista SMC [Partido del Centro Moderno]. Echó por tierra la política radical en aras de los votantes más moderados y del éxito parlamentario a corto plazo»13.
El colofón de esa evolución fue el papel de Levica en la conformación de gobierno posterior a las elecciones generales de 2018. Tras ese proceso, el partido se convirtió en socio preferente de un pentapartito liderado por el último producto del social-liberalismo esloveno, la Lista de Marijan Šarec, del primer ministro homónimo. A la coalición, que suma 43 de los 90 escaños del parlamento esloveno, también pertenecen los partidos social-liberales de Miro Cerar y Alenka Bratušek (los dos primeros ministros precedentes); el Partido Democrático de los Pensionistas y la socialdemocracia. Esa posición le permitió forzar una subida del salario mínimo a finales de 2018, pero supone una disociación en relación a las posiciones planteadas tras el giro de Tsipras en el verano de 2015. Además, la colaboración con una serie de partidos que han demostrado ser buenos alumnos de Bruselas fue posible después de que Levica abandonara la pretención de condicionar el acuerdo a la celebración de un referéndum sobre la permanencia de Eslovenia en la OTAN.
El nivel de apoyo [a Levica, Die Linke y otros partido de la izquierda radical occidental agrupada en el Partido de la Izquierda Europea (PIE)] depende así de los valores de una fracción de las clases medias urbanas y menos del contacto con el tejido social y las condiciones materiales de las clases desfavorecidas
La dependencia institucional con respecto a la acción de los partidos socialdemócratas y social-liberales acercaba aún más a Levica a la izquierda radical occidental, siempre pendiente y a la espera de las decisiones de los partidos socialdemócratas. Paradójicamente, la izquierda radical es el único espacio político esloveno en seguir una trayectoria que tiende a la convergencia con las dinámicas occidentales. La derecha y el campo social-liberal han sabido hacerse fuertes asumiendo características propias, huyendo de las categorías políticas de Bruselas o, por lo menos, poniéndolas en cuestión.
Por un lado, se observa una derecha en una clara deriva pro-Orbán, en la que las relaciones directas y personales entre el líder húngaro y Janez Janša, a quien el primero considera un maestro, son una proyección adecuada de las posiciones xenófobas desplegadas por ese campo político. Se trata de una relación que, además, contribuye a la tensión general dentro del Partido Popular Europeo en torno a seguir una línea de centro-derecha tradicional o apostar por la gestualidad y la abierta xenofobia de Orbán.
Por el otro, el gran centro social-liberal esloveno, producto de la transformación de la clase dirigente socialista en el período del proceso soberanista (1988-1992), no se ha constituido como el centro-izquierda clásico occidental, protagonizado por los partidos social-demócratas. Este espacio político, determinante en todos los gobiernos del período pluripartidista, incluidos los de la derecha, se articuló inicialmente alrededor de la Democracia Liberal, heredera directa de la Juventud Socialista y los movimientos sociales y la nueva izquierda de los años ochenta. El inicio de su descomposición, en 2008, dio paso a una sucesión de partidos social-liberales – afiliados siempre a la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa – con fuertes componentes personalistas, cuyo último producto es la nueva política de Marijan Šarec.
En medio de la crisis sistémica europea, los campos políticos mayoritarios en Eslovenia se han ido moviendo para asegurar su anclaje social. Levica también lo ha hecho, asegurándose el apoyo de las clases medias de mayor formación y aferrándose a los factores ideológicos e identitarios de la izquierda europeísta. Ello se proyectará en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, en las que, de acuerdo con la tendencia electoral, obtendrá un escaño que se integraría, de seguir existiendo, en el Grupo de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica.
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Carlos González Villa. Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Antonio de Nebrija.
1.- Se utilizará esta denominación para hacer referencia a los partidos a la izquierda de la socialdemocracia. [^]
2.- A la presencia de símbolos que recordaban a aquellos movimientos hay que sumar el entusiasmo que generó en Srđa Popović, cara visible de aquella oleada de protestas: «Revolution as a product. Interview with Srđa Popović», Tiempo Devorado 4, 2 (2017): 399-411. [^]
3.- Con el tiempo, ambos regresaron a la primera línea política. [^]
4.- Ver:»Eslovenia: Una democracia cada vez más deteriorada», Análisis GEurasia 2 (2018):https://geurasia.eu/eslovenia-una-democracia-cada-vez-mas-deteriorada/. [^]
5.- Joanna Rak: «From Mobilization to Demobilization: Dynamics of Contention in the Austerity-driven Slovenia», Środkowoeuropejskie studia polityczne 3 (2018): https://doi.org/10.14746/ssp.2018.3.4. [^]
6.- En este sentido, ya en plena campaña para las europeas de 2014, se hacía eco de la idea, difundida en las izquierdas europeas, de estrechar la cooperación entre las áreas periféricas del continente: Javier Couso y Luka Mesec, «Hacia un Memorándum de las Periferias Europeas», 22 de mayo, 2014, disponible en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185012. [^]
7.- Luka Tetičkovič, «Združena levica pod dobronogledom», Svet24, 28 de bebrero, 2016, https://novice.svet24.si/clanek/novice/slovenija/56d2f01dc11a4/zdruzena-levica-pod-drobnogledom. [^]
8.- Luka Mesec, «The Greek Lesson», Jacobin, 30 de marzo, 2016, https://www.jacobinmag.com/2016/03/slovenia-eu-euro-integration-exit-austerity/. [^]
9.- Un ejemplo, la experiencia de Goran Miljanovć, de IDS, recogida en la cuenta de Facebook de Levica (mensaje del 20 de septiembre, 2015): https://www.facebook.com/zdruzenalevica/photos/a.288341194657780.1073741830.285304408294792/572053796286517/?type=1&theater. [^]
10.- «BEGUNCI IN JAVNOMNENJSKI LINČ. Komentar: Miha Kordiš», mensaje del 27 de Agosto, 2015, recogido en la cuenta de Facebook de Levica: https://www.facebook.com/zdruzenalevica/photos/a.288341194657780.1073741830.285304408294792/561217930703437/?type=1&theater. [^]
11.- «Dorbo vemo, kdo ne sme zmagati v Franciji», Delo, 7 de mayo, 2017, https://www.delo.si/svet/evropa/dobro-vemo-kdo-ne-sme-zmagati-v-franciji.html?iskalnik=Petra%20Kovi%C4%8D. [^]
12.- Luis Ramiro, «Support for radical left parties in Western Europe: social background, ideology and political orientations», European Political Science Review,CJO 2014 doi:10.1017/S1755773914000368. [^]
13.- Tonja Jerele, et. al., Jacobin, 15 de junio, 2018, https://www.jacobinmag.com/2018/06/slovenia-miro-cerar-levica-sds-orban. [^]