Por MIGUEL MARTÍNEZ LUCIO
En los últimos veinte años desde la elección de Tony Blair como Primer Ministro del Partido Laborista en el Reino Unido ha sido muy difícil pensar que una versión más tradicionalmente socialista o estatalista de la socialdemocracia sería capaz de recuperar el control de un partido antaño dominado por él y estructurado en torno a su figura. El partido se había sometido – o se vio obligado a ello– al enfoque por el cual el único modo de mantener el poder y de permanecer en la política británica desde una posición de fuerza era a través de un nuevo realismo sensato basado en una visión del progreso social más empresarial, más centrada en la gestión y enfocada hacia los negocios1. La clara hegemonía de la visión empresarial y neoliberal en el contexto de la socialdemocracia británica se impuso de tal manera que resultaba imposible imaginar que en 2015 el Partido Laborista estaría liderado por Jeremy Corbyn, una persona procedente de una tradición más colectivista, y en cierta manera anti-sistema, que formaba parte de la facción minoritaria ubicada más a la izquierda del partido2.
Como resultado de las derrotas del Partido Laborista en las elecciones generales de 2010 bajo el liderazgo de Gordon Brown y 2015 con Ed Miliband (ambos insertos dentro del marco del “Nuevo Laborismo” iniciado por Blair), se produjo una creciente toma de conciencia acerca de la necesidad de barajar nuevas direcciones en la política socialdemócrata. La elección de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista en 2015 se dio en un contexto en el que los cuadros políticos del momento todavía consideraban a la filosofía del Nuevo Laborismo ideada por Tony Blair como la responsable de la crisis económica y financiera que tuvo lugar alrededor de 2008. Asimismo, apareció un nuevo electorado dentro del partido gracias a la introducción de un sistema de afiliación más flexible que introdujo nuevas voces y opiniones en el mismo3.
La elección de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista en 2015 se dio en un contexto en el que los cuadros políticos del momento todavía consideraban a la filosofía del Nuevo Laborismo ideada por Tony Blair como la responsable de la crisis económica y financiera que tuvo lugar alrededor de 2008
Las razones para explicar este viraje se pueden encontrar en diversos factores específicos que se dieron cita en 2015. El primero de ellos es el nuevo sistema electoral interno del partido. Este sistema contiene una afiliación más flexible: además de los afiliados de forma tradicional los miembros de los sindicatos afiliados al Partido Laborista podían convertirse en miembros del mismo de una forma más barata y sencilla, y también los miembros del público, lo que les permitía participar en las elecciones primarias internas. El segundo factor es que Jeremy Corbyn consiguió alcanzar el umbral mínimo de votos dentro del grupo parlamentario laborista gracias a las intervenciones de determinados miembros que defendieron que la carrera por el liderazgo debería incluir todas las voces y permitir que las mismas tuvieran sus respectivos candidatos a la elección, a pesar de que ninguno de los que defendieron esta iniciativa pensaban que Corbyn tuviera posibilidad alguna de ganar. Una vez que el umbral se había alcanzado y que Corbyn podía optar a la elección, se buscaron los apoyos de los miembros del partido y surgió la oportunidad de salir elegido, especialmente tras la incorporación al partido de un buen número de sindicalistas. Por último, la campaña para la elección de Jeremy Corbyn atrajo la atención de numerosos medios de comunicación, que se mostraron muy críticos con él. El irónico resultado colateral fue que dicha atención generó un alto interés por parte del público en sus reuniones abiertas que acabaría transformándose en la idea de que él era la opción natural del ciudadano medio.
El verano de 2015 fue testigo del significativo movimiento que se articuló alrededor de la figura de Corbyn, así como de las reuniones públicas cuya presencia multitudinaria no encontraba precedentes y cuyo público acudía atraído por el mensaje claro y sin ambivalencias en contra de las políticas de austeridad. Por estas razones, algunos de sus detractores de dentro y fuera del Partido Laborista señalaron el papel desempeñado por los nuevos miembros del partido y su falta de compromiso a largo plazo (tal y como se percibía en 2015) con el mismo. El apoyo concedido a Corbyn constituía, bajo su punto de vista, un voto de protesta que venía de fuera del Partido Laborista, pero que podía desestabilizar su cultura interna. Para algunos de los críticos que se situaban a la derecha del espectro laborista, así como para la prensa consolidada, la elección y éxito de Corbyn tan solo constituían una anomalía curiosa que se explicaba como el inevitable resultado del fácil acceso de nuevos votantes al partido. Un resultado que, en su opinión, no proporcionaría la firmeza y estabilidad necesarias a largo plazo en lo que se refiere al liderazgo y a la estructura de partido. En cierto momento incluso se alegó que algunos miembros del Partido Conservador se habrían afiliado al Partido Laborista a través de los nuevos canales con la intención de aupar a un líder sin opción alguna de victoria, aun cuando la burocracia del partido alineada con Blair impidió la inclusión como miembros de determinadas personas que se situaban en el ala izquierda del espectro político, especialmente de aquellos con un perfil alto4. De esta manera surge el mito de que los votos obtenidos por Corbyn tenían carácter de protesta y no reflejaban la orientación general –o reorientación– de un Partido Laborista cuya reestructuración a principios de los noventa le permitía aspirar a ganar elecciones generales y formar gobiernos estables después de haber estado en la oposición desde 1979 hasta 1997. En este sentido, los primeros meses con Corbyn al mando no se movieron en términos especialmente respetuosos ya que se le veía como un lastre para las posibilidades electorales del partido, a pesar de que existía una sensación de que el laborismo había perdido la conexión con los votantes de izquierdas, así como con un amplio espectro de la sociedad.
Con todo, la ridiculización a la que se vio expuesto en su primer año de liderazgo desde dentro del grupo parlamentario laborista y desde los medios de comunicación dominantes fue, literalmente, feroz5.
Sin embargo, algunas de las actitudes más habituales hasta ese momento cambiaron tras las elecciones generales de junio de 2017, en las que el Partido Laborista alcanzó el 40% del total de los votos, un significativo ascenso si lo comparamos con el 30,4% obtenido en 2015. La campaña electoral de junio de 2017 se ha convertido en el centro de numerosos debates ya que el Partido Laborista puso en marcha una campaña y enfoque más populares y realmente progresistas, no solo en lo que se refiere a contenidos sino también a estrategia. Dicho viraje se produce como resultado de diversos factores, pero uno de ellos es la importancia de la organización Momentum, surgida de los movimientos sociales y responsable de respaldar el desplazamiento del Partido Laborista y de generar un nuevo espacio a la izquierda del espectro existente dentro del partido, que comenzó a afianzar los acontecimientos “semi-accidentales” de 2015 con una estructura formal más robusta. Este movimiento ha sido uno de los factores esenciales para explicar los resultados de las elecciones generales de 2017. Para comprender en toda su dimensión esta organización es necesario primero conocer más profundamente las dinámicas de la izquierda que generaron las condiciones de posibilidad para la revolución copernicana de Corbyn, para después centrarnos en el papel y la naturaleza de Momentum.
Corbyn representaba a una red considerablemente robusta situada en el margen izquierdo de la política británica, con un historial y coherencia contrastadas, incluso durante el periodo de coqueteo neoliberal del Nuevo Laborismo de Blair
En primer lugar, Corbyn representaba a una red considerablemente robusta situada en el margen izquierdo de la política británica, con un historial y coherencia contrastadas, incluso durante el periodo de coqueteo neoliberal del Nuevo Laborismo de Blair. Esta izquierda encuentra su antecedente en la oposición de los setenta y ochenta a la hegemonía de la política conservadora de Margaret Thatcher en ciudades claves como Londres y Sheffield. Esta nueva izquierda, de carácter municipalista, fue capaz, a pesar del desgaste parcial que sufrió como consecuencia de las políticas de la derecha británica, de experimentar con políticas locales alternativas en sectores como la economía y el transporte. Un buen ejemplo de ello es el innovador Greater London Enterprise Board, una iniciativa establecida dentro de la administración Londinense del Laborista de izquierda Ken Livingstone bajo la primera ola de lo que se conoció como socialismo local. Fue parte de una red y movimiento político integrada en el margen izquierdo del Partido Laborista (con vínculos con la izquierda radical), con un alto compromiso con la igualdad y la política multicultural6. Dicho contexto constituye el origen de la carrera de Jeremy Corbyn, que le puso en contacto con una tradición capaz de elaborar desde la izquierda discursos emancipatorios diversos que desafiaban los límites de la socialdemocracia progresista. Una buena parte de dichas prácticas permanecieron en la memoria colectiva de muchas personas y el repertorio de acciones se mantuvo incluso tras el asalto al gobierno local por parte de la derecha, pero también fue capaz de permear en los aspectos más conformistas del Partido Laborista. Asimismo, la importancia y el impacto del socialismo parlamentario, representativo de una izquierda más “dura”, planteado por Tony Benn en las décadas de los ochenta y noventa fue crucial a la hora de crear una narrativa global alrededor de la política “socialista democrática”, cuyo alcance no fueron capaces de eliminar o disfrazar ni Tony Blair ni Gordon Brown. Esta tradición, más radical, es esencial para comprender el espacio político que habita actualmente Corbyn, y para muchos, tras la retirada de Tony Benn de la arena política como consecuencia de su delicada salud y su posterior fallecimiento en 2013, él personifica al heredero claro de dicho legado.
El segundo aspecto de este legado lo constituye el modo en que las figuras más representativas de los sindicatos clave que se encontraban cercanas o formalmente afiliadas al Partido Laborista comenzaron a virar desde mediados de los noventa hacia una postura más crítica y progresista. El movimiento sindical siempre ha basculado entre las tradiciones más conciliadoras y las más radicales, pero en el caso de dichos sindicatos, tras el largo periodo de tendencia conciliadora y conformista, se produjo un giro significativo que trajo consigo una nueva generación de líderes sindicales más radicalizados. Así, los sindicatos de correos y telecomunicaciones (CWU), el sindicato funcionarial (PCS) y el sindicato de transporte ferroviario y marítimo (RMT) tuvieron como líderes al grupo que se conoció como “The Awkward Squad” [La Brigada Incómoda]7. La fusión de varios sindicatos en el sindicato UNITE, cuya dirección se ubicaba en la facción izquierda del Partido Laborista, estableció un enfoque más sistemático que permitió aproximar a dicha izquierda a posiciones más radicales y más cercanas al socialismo democrático y a los sindicatos, en oposición a la tibia actitud que el Partido Laborista mantuvo hacia los sindicatos durante el gobierno previo del Nuevo Laborismo. Dicho sindicato generó un espacio más amplio para el estudio radical y para prácticas sindicales más sensibles para con los asuntos sociales. El viraje del movimiento sindical fue decisivo a la hora de apoyar a determinadas figuras situadas a la izquierda del Partido Laborista y para promover la elección de Corbyn como líder. Por último, en la medida en que el Partido Laborista ha mantenido una fuerte actividad sindical a nivel local, se ha generado una sólida red que ha permitido respaldar los enfoques alternativos a la política socialdemócrata vinculada al mercado y las empresas.
Un tercer factor sería la influencia permanente de las redes y partidos políticos radicales ubicados en el margen izquierdo del movimiento obrero. Aun cuando la fragmentación de dichos grupos sea alta y sus posibilidades de éxito en los comicios sean bajas debido al sistema electoral del Parlamento británico, su papel es crucial en las diversas luchas sociales y dentro de las diferentes organizaciones, así como en la organización de manifestaciones sobre diferentes temas sociales y políticos, un terreno que el Partido Laborista tiende a evitar. Dichos movimientos han puesto en marcha en determinados momentos una estrategia “de infiltración” en el Partido Laborista y cuentan con una considerable fuerza en determinadas redes sindicales. Aunque su espacio de trabajo se haya ubicado tradicionalmente en los márgenes del partido, ante la perspectiva de la elección de Corbyn, al gunosde sus miembros han decidido volver a trabajar desde dentro del mismo. Un buen ejemplo de todo lo dicho anteriormente es el novedoso movimiento generado en torno a Left Unity, creado en 2013, entre otros, por el director de cine Ken Loach, ante la ausencia de una alternativa de izquierdas al Partido Laborista, estructurado de manera abierta con espacio para grupos diversos. Ante la posibilidad de elección de Corbyn, Left Unity vio cómo muchos de sus miembros volvieron al Partido Laborista o bien se sumaron a él por primera vez o, en última instancia, decidieron no presentarse a las elecciones en circunscripciones en las que el Partido Laborista no contaba con una amplia mayoría o se enfrentaba a una oposición más conservadora con una ventaja mínima y potencialmente vencible. La resiliencia y curiosa flexibilidad de buena parte de la izquierda radical de Reino Unido ofreció el marco necesario en cuanto a redes de apoyo y activismo para la aparición de un candidato y líder de izquierdas dentro del Partido Laborista. Buena parte de todo esto se debe al hecho por el cual el sistema de las elecciones generales prácticamente imposibilita la elección de alternativas a los partidos mayoritarios (en las elecciones generales de 2015, el Partido Verde obtuvo casi el 4% de los votos y en cambio accedió a menos del 0,2% de la representación parlamentaria). No obstante, el amplio espectro de enfoques que caracteriza a la izquierda británica se presenta como fundamental en la elección de Corbyn y en la creación de un movimiento político alternativo dentro del Partido Laborista gracias al modo en que ha desarrollado sus campañas y cómo se ha comprometido con los diversos asuntos sociales y políticos en las décadas más recientes.
Momentum fue capaz de trasladar al corazón del Partido Laborista muchas de las preocupaciones planteadas previamente por los movimientos sociales y algunos de sus esfuerzos se han centrado en introducir la temática de aquellas dinámicas en el partido
El cuarto y último factor sería el movimiento social surgido en oposición a la guerra de Iraq, un movimiento que aunque no fuera capaz de evitar la invasión de dicho país en 2003, sí fue capaz de crear un espacio para el debate crítico sobre los aspectos neo-imperiales más reaccionarios del Reino Unido y de allanar el camino para la nueva generación de activistas y el ciclo de protestas que estaban por venir. Su fuerza social fue significativa por la presión que fue capaz de ejercer para que se llevaran a cabo investigaciones públicas sobre el papel que desempeñó el gobierno laborista en su apoyo a la invasión liderada por Estados Unidos, pero también fue importante su papel a la hora de concienciar a los ciudadanos sobre otras incursiones militares en Oriente Medio y en otros lugares Corbyn siempre se ha declarado como un político con un firme compromiso con el antimilitarismo (en España muchos podrán recordar su presencia en las marchas hacia la base militar estadounidense de Torrejón de Ardoz), una alianza que, junto con otras, ha contribuido a reforzar la popularidad de su imagen. Tanto es así que el grupo Stop the War Coalition, creado en 2001, eligió a Corbyn como su presidente en 2011. A dicho movimiento se le puede atribuir la creación de un modelo de movilización y un marco para las coaliciones dentro de la izquierda que se basaba en buena parte en la tradición de trabajo conjunto en torno a la Campaña para el Desarme Nuclear (CDN) y en el enfoque político de Tony Benn en busca de un diálogo en el margen izquierdo de la sociedad británica. Este modelo constituyó un modelo crucial para la iniciativa anti-austeridad que se creó en 2013 bajo el nombre de People’s Assembly [La Asamblea del Pueblo], que fue capaz de unir a una miríada de partidos y movimientos diversos en torno al objetivo de desafiar las políticas económicas y sociales que el gobierno del Partido Conservador estaba implementando desde su elección, en 2010. Para muchas personas, esta heterogénea alianza fue capaz de crear una estructura política local y democrática que demostraba un compromiso más profundo y constituía una alternativa más socialista en comparación con determinados aspectos claves de la política laborista heredada del Blairismo. La People’s Assembly ha sido esencial para la organización de manifestaciones, reuniones públicas y, en un sentido más amplio, para la creación de un espacio político que posibilitara la articulación de políticas claves en un momento en el que muchas administraciones locales –y especialmente los ayuntamientos laboristas– no pudieron (y en algunos no quisieron) oponerse a las restricciones económicas impuestas por el gobierno central sobre sus servicios. Por su parte, el papel desempeñado por ciertas formaciones de la izquierda fue importante para dichos movimientos ya que fueron capaces de crear espacios más amplios y diversos en los que cabían sindicalistas y activistas sociales, creando, en la práctica, un movimiento paralelo al Partido Laborista que aunque trabajaba dentro del propio partido, al mismo tiempo mantenía una postura crítica hacia determinados aspectos. En cierta manera, estas iniciativas constituyen el precedente –probablemente inintencionado– del giro a la izquierda del Partido Laborista en 2015. Más aún, supone el antecedente de Momentum, la organización que se establecería para formalizar y solidificar el movimiento progresista surgido alrededor de Corbyn.
Sin la contextualización de las anteriores dinámicas es realmente difícil entender la importancia de la aparición de la organización Momentum dentro del Partido Laborista y el desafío que ésta supone para otros movimientos u organismos ya asentados como los Fabianos, con sus tradiciones socialdemócratas altamente institucionalizadas, o Progress, la organización inspirada en Blair y erigida sobre unos principios más realistas enfocados hacia el mercado y las empresas. Poco después de la elección de Corbyn como líder del Partido Laborista es cuando se produce la fundación de Momentum, atribuida principalmente, aunque no solo, a Jon Lansman, con el objetivo claro y deliberado de respaldar el ascenso de Corbyn y de crear un movimiento social en torno a dicho proceso a través de un sistema estructurado de afiliación bajo pago.
Pese a que en un primer momento el acceso estaba abierto a diversos individuos y movimientos, el miedo a que Momentum fuese percibido como un intento de toma de poder desde la izquierda del partido o como un espacio para activistas sin relación alguna con el partido significó que a la postre se estableciera la afiliación al Partido Laborista como requisito para poder formar parte de Momentum. Una disputa que aún pervive en Momentum ya que desde algunos sectores se defiende que ciertos movimientos afines deberían poder implicarse, algo que, en teoría, ahora no es posible8. El origen de dicho conflicto se halla en las diferentes visiones con respecto al rol que la organización debía desempeñar: ¿se trataba de un espacio amplio para la renovación de la izquierda o bien se trataba principalmente de un espacio interno de renovación del Partido Laborista enfocado a hacer bascular el peso de su actividad hacia la izquierda? Se optó claramente por esta última. Sin embargo, Momentum fue capaz de trasladar al corazón del Partido Laborista muchas de las preocupaciones planteadas previamente por los movimientos sociales y algunos de sus esfuerzos se han centrado en introducir la temática de aquellas dinámicas en el partido. De este modo, la organización cuenta con una estructura que en cierto modo replica los niveles locales y nacionales del partido, pero al mismo tiempo organiza actividades que pretenden aproximar la política formal del mismo hacia las posiciones de Corbyn. De igual modo, ha comenzado a crear sistemas de gobernanza internos que están modificando los procesos de toma de decisiones fundamentales del partido. En las elecciones parlamentarias parciales, Momentum introdujo un nivel de organización y activismo que rápidamente se consideraron mucho más avanzados e intensos que los que tradicionalmente había desplegado el Partido Laborista, movilizando así a un número mayor de activistas e implementando estrategias altamente innovadoras de cara a la elección de candidatos más próximos a la izquierda a nivel interno y a nivel estatal.
El impacto de Momentum dentro del Partido Laborista también ha tenido importancia en los aspectos culturales en la medida en que, en paralelo a las reuniones y actividades formales, ha organizado eventos locales y en las conferencias anuales del partido ha ofrecido una experiencia cultural y dialéctica mucho más profunda que la de la propuesta habitual
El impacto de Momentum dentro del Partido Laborista también ha tenido importancia en los aspectos culturales en la medida en que, en paralelo a las reuniones y actividades formales, ha organizado eventos locales y en las conferencias anuales del partido ha ofrecido una experiencia cultural y dialéctica mucho más profunda que la de la propuesta habitual9. Este hecho ha atraído a una variedad de sujetos jóvenes y previamente no-alineados gracias a que Momentum ha generado el espacio y promovido el activismo que muchas personas llevaban reclamando en los últimos veinte años y que era casi imposible de encontrar en algunos de los partidos de la izquierda radical por el carácter restringido y sectario de su estructura organizativa e ideológica. Su uso de Facebook, Twitter y de otras modalidades tecnológicas ha sido, en muchos aspectos, mucho más expansivo e innovador que el del Partido Laborista.
A principios de 2018 la afiliación alcanzó unos niveles que amenazaban con superar a los del Partido Verde, y se comenzaba a vislumbrar la posibilidad de hacer lo mismo con el Partido Conservador10. El movimiento puede interpretarse como un espacio que, en muchas de sus facetas, se ha erigido sobre las bases de la política de resistencia progresista al sistema desde 1979, y especialmente desde finales de los noventa, cuando la creciente decadencia y los errores del sucedáneo socialdemócrata de Blair se hicieron más evidentes. Momentum es la cristalización institucional de toda esta tradición antagonista. Pero también ha tenido muy claros sus objetivos de crear una base más sostenible para la izquierda en el Partido Laborista. El hecho de que Momentum surgiese gracias a determinadas personalidades que, como intelectuales orgánicos, se habían puesto al servicio de la tradición más radical del partido mientras formaban parte del aparato del mismo es indiscutible, como también lo es que el actual liderazgo de Momentum cuenta con un conocimiento muy claro y profundo sobre cómo (y cómo no) funciona la organización. Esto demuestra que el Partido Laborista, incluso durante el periodo que va de la década de los noventa a 2015, contaba en su seno con una tradición mucho más flexible de políticas progresistas, aun cuando la cultura dominante establecida en torno a sus dimensiones más empresariales y gestoras parecían señalar el camino cultural a seguir hacia una política de estilo neoliberal y de “asesoramiento en gestión”, e incluso (por extraño que parezca) hacia un código de vestimenta empresarial. En cierto momento, asistir a las conferencias del Partido Laborista se parecía mucho a asistir a un evento de consultores administrativos con puestos de venta para los socios comerciales.
A este respecto, Momentum ha conseguido fusionar la tradición social de la protesta y la renovación de la izquierda que comenzaron en los márgenes y fuera del propio Partido Laborista, no obstante con un conocimiento de su funcionamiento y prácticas internas gracias a los líderes y activistas vinculados, en algunos casos, a Tony Benn y al diverso mercado laboral interno de ayuntamientos locales y puestos parlamentarios. De esta manera, Momentum ha conseguido crear un espacio en torno al cual dichas tradiciones se han podido encontrar y donde los activistas de la izquierda se pueden concentrar en su activismo.
Momentum ha conseguido fusionar la tradición social de la protesta y la renovación de la izquierda que comenzaron en los márgenes y fuera del propio Partido Laborista
Sin embargo, la peculiaridad de esta forma de intersección social y política –unida a los espacios locales en torno a los cuales la izquierda del Partido Laborista se mantuvo viva durante los últimos cuarenta años– entraña que la replicación de Momentum en otro contexto nacional no parezca sencilla. Las técnicas y la estructura de Momentum pueden resultar más sencillas de imitar –el uso de las redes sociales o las conferencias con un mayor hincapié en los aspectos culturales–, no así el tipo de liderazgo o las tradiciones de organización. La aparición de Momentum representa en parte la necesidad de una estructura de partido alternativa a la establecida por la socialdemocracia dominante; un espacio que ya existe en muchos países europeos pero que en Gran Bretaña está bloqueado de facto por el sistema electoral. Esta necesidad ha sido un deseo u objetivo permanente de muchas personas frente a un sistema político de representación cerrado y altamente estático Momentum nos muestra cómo la izquierda ha permanecido latente aunque activa durante los peores años mediante fórmulas menos cerradas o compartimentadas que aquéllas de otros contextos. Por esta razón, en lo que se dilucida el futuro de Jeremy Corbyn como posible primer ministro, las dinámicas que le han respaldado y en gran medida han sostenido las políticas de la nueva izquierda, desarrollándose y evolucionando desde 2015 a esta parte, probablemente perduren, pese a que no se pueda negar la importancia de la imagen e identidad de Corbyn a la hora de inspirar a una gran cantidad de votantes debido a sus políticas, pero, sin duda alguna, también por su humildad.
Los asuntos a los que se enfrenta Momentum se antojan complejos y hasta el momento de escribir este artículo aún se encuentran en un estado embrionario. Como ya se ha indicado anteriormente, la relación con los sindicatos ha resultado positiva en tanto en cuanto trampolín para el ascenso de Corbyn. Sin embargo, existe una tensión entre la influencia institucional de los sindicatos en los procesos de toma de decisión de los ámbitos locales y nacionales del Partido Laborista, por un lado, y la creciente importancia de Momentum, con sus propios intereses en lo que respecta a una mayor influencia individual en la estructura de toma de decisiones del partido, por el otro. La expansión de Momentum, junto con el hecho de que no todos los sindicatos afiliados al Partido Laborista se alinean a la izquierda del mismo, significa que el movimiento sindical puede comenzar a cuestionar la influencia de los miembros individuales en el seno del partido. Ya hubo signos de semejante debate a principios de 2018 durante la elección del Consejo Ejecutivo Nacional y el Secretario General administrativo del partido. Así las cosas, es posible que el modelo de gobernanza también genere divisiones dentro de la izquierda11. Otro de los asuntos importantes será dilucidar la manera en que Momentum se presente a sí mismo más ampliamente. Cuanto más consolidado esté el proyecto –y más se conozca su programa cultural, económico y político–, más sencillo le resultará a la derecha británica sugerir el sorpasso de la izquierda radical sobre la socialdemocracia. La prensa británica siempre ha sentido fascinación por la izquierda más radical y no han perdido la ocasión de generar ansiedad ciudadana en torno a ella y de comprometer sus vínculos con el Partido Laborista. En el episodio reciente sobre los exiliados rusos presuntamente asesinados en el Reino Unido a manos de agentes rusos, la prensa rápidamente condenó a la izquierda del Partido Laborista por su posición insuficientemente “nacionalista”. Por lo tanto, Momentum, debido al carácter dinámico e innovador de sus iniciativas, se ha visto obligado a manejar este extraño curso bajo la premisa de que es parte de un movimiento que es capaz de gobernar dentro de los parámetros institucionales establecidos. De igual modo, Momentum, como resultado de esta tensión y de la cuestión de la imagen, se ha visto obligado a bloquear la afiliación de aquellos individuos que no formasen parte del Partido Laborista, aun cuando este tema siga siendo fuente de debates internos. A este respecto existen restricciones relativas a lo directo o abierto que se puede ser. Asimismo, parece que, aunque en lo esencial su funcionamiento es democrático y participativo, existen señales que apuntan rasgos populistas y de exaltación del liderazgo, en buena parte debido al modo en que fue creado, por personalidades clave que mantienen un alto nivel de control sobre su dirección. La organización se encuentra dividida entre la expansión de una nueva izquierda y el apoyo estratégico a un partido liderado por Corbyn y a su eventual victoria electoral.
La historia de Momentum es más que otra simple etapa en la historia de los grupos de la izquierda radical de Reino Unido. Tampoco es solo un organismo de apoyo a Corbyn. En lo que se refiere a cantidad de afiliados, la organización ha alcanzado un nivel muy superior al de grupos similares en el pasado. El Partido Comunista de Gran Bretaña, por ejemplo, tuvo un alto número de afiliados a mediados del siglo XX pero nada cercano al del Partido Laborista. Momentum surge de los aspectos más complejos e innovadores de la izquierda radical del Reino Unido, que ha sido capaz de hacer frente desde 1979 a la política exterior neo-imperial, a la política económica neoliberal y a las draconianas estrategias políticas y sociales. Momentum es, en muchos aspectos, el desarrollo fundamental de todas estas tradiciones, aun cuando, como ya hemos señalado anteriormente, todavía deba enfrentarse a numerosos obstáculos. En Gales, Escocia e Irlanda del Norte los movimientos de izquierda y progresistas también han desempeñado en diversos asuntos un papel importante y creciente más allá del Partido Laborista. Momentum parece ser la materialización de los ideales de Tony Benn, pese a que han establecido sus límites organizativos de un modo en que quizás él no lo habría hecho.
La historia de Momentum es más que otra simple etapa en la historia de los grupos de la izquierda radical de Reino Unido. Tampoco es solo un organismo de apoyo a Corbyn. En lo que se refiere a cantidad de afiliados, la organización ha alcanzado un nivel muy superior al de grupos similares en el pasado
La realidad es que, pase lo que pase en futuras elecciones generales, la izquierda radical y progresista tiene una capacidad de mutación y desarrollo que no debe ser subestimada: y también de innovación social y cultural. Quizás el problema verdadero reside en el modo en que la corriente dominante, más inclinada hacia el mercado, del Partido Laborista cayó durante los noventa hasta 2015 en las redes la cultura empresarial y las élites económicas políticas y culturales: hasta el punto en que la ruptura en las dinámicas de la organización se hizo inevitable. A este respecto, quizás sea más interesante centrarse en los problemas creados por los socialdemócratas neoliberales más cercanos al mercado y en el espacio que han dejado tras de sí para otras dinámicas, como resultado de su fracaso a la hora de crear alternativas emancipatorias y sociales sostenibles.
[Traducido por Mario Tornero Lewis]
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Miguel Martínez Lucio, hijo de exiliados españoles, trabaja en la Universidad de Manchester (RRUU). Es co-fundador del Work & Equalities Institute en dicha universidad e investiga sobre temas de trabajo, sindicalismo, el Estado y la igualdad. Parte de su investigación se orienta hacia el tema del sindicalismo en España aunque está ligado con la izquierda británica y varios movimientos . Su trabajo también trata de la política e ideología empresarial.
1.- Finlayson, A. (2003). Making Sense of New Labour. London: Lawrence & Wishart. [^]
2.- Sin embargo, ciertas voces argumentan que históricamente, desde principios del siglo XX, el Partido Laborista se ha atrincherado en un enfoque altamente institucionalizado y muy poco crítico con las dinámicas de la política británica, independientemente de contar con una herencia social y de bienestar considerablemente innovadora. – ver Richard Seymour (2016) Corbyn: The Strange Rebirth of Radical Politics London: págs. 89-178. [^]
3.- Ed Miliband desarrolló, con el apoyo de varios sindicatos, un nuevo sistema de elección del líder del Partido Laborista que permitía nuevos tipos de afiliación. [^]
4.- Stephen Gilbert (2016) Jeremy Corbyn: Accidental Hero London: Squint Books –see pages 87-95. [^]
5.- Para un debate más profundo, ver: https://www.theguardian.com/politics/video/2015/aug/21/labour-leadership-electable-under-jeremy-corbyn-video-debate y para consultar ejemplos más partidarios y vitriólicos, ver: https://www.telegraph.co.uk/news/politics/labour/11741861/How-you-can-help-Jeremy-Corbyn-win-and-destroy-the-Labour-Party.html y https://www.theguardian.com/politics/blog/live/2016/sep/22/labour-leadership-jeremy-corbyn-david-miliband-claims-corbyn-has-made-labour-unelectable-politics-live. [^]
6.- Ali, T., & Livingstone, K. (1984). Who’s Afraid of Margaret Thatcher?: In Praise of Socialism. London: Verso; Forrester, A., Lansley, S., & Pauley, R. (1985). Beyond our ken: A guide to the battle for London. Fourth Estate; Wheen, F. (1985) The Battle for London. London: Pluto Press. [^]
7.- Murray, A. (2003). A New Labour nightmare: The return of the awkward squad. Verso. [^]
8.- https://www.theguardian.com/politics/2018/mar/18/revealed-how-increasingly-powerful-momentum-is-transforming-labour. [^]
9.- Existía toda una historia de politica y práctica cultural de los años ochenta que estuvo ligado al socialismo municipal (veaseMulgan, G. &Worpole K. (1986) SaturdayNightorSundayMorning?: FromArtsToIndustry – New formsof cultural policyLondon: Comedia. [^]
10.-http://www.independent.co.uk/news/uk/politics/momentum-members-growth-labour-party-jeremy-corbyn-ukip-green-conservative-membership-numbers-tory-a8166031.html. [^]
11.- https://www.theguardian.com/politics/2018/jan/15/momentum-backed-candidates-elected-labour-national-executive-committee. [^]