Por QUIM GONZÁLEZ MUNTADAS
Según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, en este país 4 millones de personas renunciaron a sus trabajos en abril de 2021, alcanzando el récord de 10,9 millones de puestos de trabajo vacantes. Esta desbandada ha sido bautizada por el Prof. Anthony Klotz como la “Gran Renuncia”. Un abandono de empleos, en plena pandemia sanitaria, que se ha explicado por el estrés acumulado, por el agotamiento, por la falta de motivación y los bajos salarios, convirtiéndose, según afirman los expertos, en un manifiesto de exigencia de la gente que, desde la crisis sanitaria, empezó a ver su vida de otra manera. Una revuelta contra patrones, encargados y jefes que no se preocupan por el bienestar de su personal. El resultado de un colapso por la falta de reconocimiento del trabajo realizado y del equilibrio entre el trabajo y la vida.
La pregunta que nos podemos hacer es: ¿quiénes son los protagonistas de este movimiento? Las múltiples encuestas y estudios publicados nos dicen que una parte, aproximadamente el 20%, lo protagonizan los trabajadores y trabajadoras de entre 30 y 45 años, quienes están a la mitad de su carrera profesional y que parece que se han dado cuenta de cuánto tiempo pasaban viajando y quieren seguir trabajando de forma remota. Otros, por el agotamiento de la sobrecarga digital y la falta de conexiones.
La Gran Renuncia es ya algo más que un dato sociológico (…) Los casi 11 millones de ofertas de trabajo no satisfechas constituye un fenómeno que empieza a preocupar según la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU
Aunque el mayor abandono, según la Oficina de Estadísticas Laborales, se concentra entre los empleados jóvenes de los sectores que han experimentado fuertes aumentos en la demanda debido a la pandemia, lo que les ha provocado mayor carga de trabajo y agotamiento. Trabajadores y trabajadoras jóvenes, empleados en trabajos de alta rotación, más fáciles de conseguir y más fáciles de abandonar. Los que ocupan empleos poco calificados, mal pagados y que tienen poco o ningún espacio para progresar. Un colectivo que, si bien representa aproximadamente el 20 por ciento del total de fuerza laboral, significa la mitad de los que perciben los más bajos salarios.
Aunque afecta a múltiples sectores, la mitad de todos los ceses voluntarios se concentra en hoteles, restaurantes, comercio al por menor, distribución y servicios de asistencia personal. Todos ellos son sectores muy precarios en términos de protección social, sindicalización, salarios…, en los que hace más de una década que el salario mínimo legal por hora (7,25 dólares) no se ha actualizado, y en los que más de un tercio no toma vacaciones, ni existe baja por maternidad. Y, sobre todo, con un nivel de sindicalización muy bajo.
La Gran Renuncia es ya algo más que un dato sociológico. Como suele ocurrir en Estados Unidos, se ha convertido en un hecho cultural y social con vida propia, que llena páginas y conferencias. Los casi 11 millones de ofertas de trabajo no satisfechas constituye un fenómeno que empieza a preocupar según la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU, ya que éste es un país con casi pleno empleo, por lo que la fuerte disminución de la oferta de mano de obra produce un serio desajuste.
¿Qué está pasando en el resto del mundo? Pues, por ahora, con niveles menos radicales, se está viviendo una corriente similar. Lo hemos visto por ejemplo en el déficit en muchos países europeos de conductores de camiones debido a los bajos salarios pagados para retribuir un duro y sacrificado trabajo. Lo padece China, con su particular versión de la Gran Renuncia, el “Tang ping” (tumbado), un movimiento de elección de estilo vida y de protesta social por parte de jóvenes proletarios que rechazan el exceso de trabajo duro, desalentados por los bajos salarios.
¿Constituye una auténtica desafección al trabajo por agotamiento físico y psíquico? como señaló El Corriere della Sera en un artículo del pasado 18 de octubre sobre las renuncias al trabajo post-Covid que incluía a Italia en este fenómeno afirmando que: “la gente está renunciando a buscar algo mejor sin estar satisfecho con el salario a fin de mes. El tiempo libre y el bienestar parecen vencer a las meras razones económicas”.
Quizás la solución está en que nadie tenga motivos para exclamar: ¡a la mierda, esa mierda de trabajo!, aunque para combatirlos aún no se ha inventado nada mejor que la afiliación sindical y la organización de la clase trabajadora,
Seguro que hay mil preguntas que responder y en ello están los más prestigiosos gabinetes y escuelas de sociología y de gestión de recursos humanos, buscando las razones y los porqués del fenómeno de la Gran Renuncia. Una respuesta se la ha dado en Twitter, con meridiana claridad, Robert Reich, el que fue secretario de Trabajo de los Estados Unidos durante la Administración de Bill Clinton, cuando escribió: “No hay ‘escasez de mano de obra’. Lo que hay es escasez de cuidado infantil, escasez de salario digno, escasez de pago por condiciones de trabajo y de vida peligrosas, escasez de licencias pagadas por enfermedad y escasez de atención médica. Hasta que no se solucione esa escasez, los estadounidenses no volverán a trabajar pronto”.
Por todo ello, quizás la solución está en que nadie tenga motivos para exclamar: ¡a la mierda, esa mierda de trabajo!, aunque para combatirlos aún no se ha inventado nada mejor que la afiliación sindical y la organización de la clase trabajadora, o sea: sindicatos fuertes. Esperemos que éste sea el camino por el que se canalice esta lógica y legítima rebeldía individual.
[Artículo publicado en Nueva Tribuna el 18 de enero de 2022]
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Quim González Muntadas. Ex secretario general de FITEQA-CCOO. Fundador de la empresa ETICA ORGANIZACIONES SL., desde la que imparte clases y conferencias. También publica el blog de Quim, https://elblogdequim.wordpress.com/.