Por THOMAS PIKETTY
NOTA PREVIA.
Thomas Piketty es un economista francés, conocido sobre todo por sus estudios sobre las desigualdades económicas, siendo “El capital en el siglo XXI” su obra más conocida; en ella consigue reconstruir la desigualdad de renta, patrimonio y herencia de diversos países desde 1.700 hasta 2010. La obra aporta, sin duda, diversas novedades de interés, entre ellas la misma reproducción de la desigualdad, en nuestra época debido sobre todo al descenso de los impuestos para los más ricos y a la existencia de paraísos fiscales; las curvas de Piketty sobre desarrollo y desigualdad dan un vuelco a la establecida curva de Kuznets. También desmonta con rotundidad la teoría del capital humano del neoliberal Gary S. Becker, mostrando cómo la herencia es más importante que el mérito en el acceso a las universidades más famosas; interesante su comparación entre el mundo dieciochesco de Jane Austen y Honoré de Balzac con los grandes patrimonios actuales.
En el ensayo del cual presentamos un extracto, Thomas Piketty se introduce en el campo de las ciencias políticas mediante un estudio sobre el comportamiento electoral. El punto de partida de Piketty son algunos interrogantes, entre los cuáles podemos destacar los siguientes: ¿por qué aparecen en algunos contextos históricos fuerzas democráticas y electorales que se plantean como objetivo una reducción de la desigualdad, y en cambio en otros contextos no; tal y como sucede en la actualidad? ¿Por qué asistimos a un aumento de la desafección política y a un aumento de la abstención electoral?
Aunque estos interrogantes no son nuevos entre expertos, la novedad del texto de Piketty es que recurre a un análisis de los datos recogidos en encuestas post electorales de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, de 1948 hasta 2017, en el que relaciona el voto a los partidos de izquierdas y de derechas con diversos indicadores de nivel de ingresos, de riqueza, de estudios, de religión, edad, sexo y de opiniones en cuestiones como la globalización o las migraciones. Para su trabajo Piketty simplifica y agrupa en cada país las diversas opciones políticas en dos, izquierda y derecha.
Los resultados de su análisis le llevan a concluir que en esos países se ha dado un desplazamiento del eje tradicional de la división política (clivaje), situado en torno a la clase social, hacia múltiples ejes. En los años 50-60 y aun en los años posteriores el electorado tendía a votar a opciones de izquierda o de derecha en función de sus niveles de renta y de riqueza; es decir, según clase social. En contraste con ello, en años más recientes el elector se enfrenta a varios ejes de división política. Así, al eje tradicional Piketty constata que se han añadido otros, entre los que destaca los que enfrentan a globalizadores y localistas, los que se producen en torno a las migraciones (pro o anti) y los derivados del aumento en los niveles de estudio de la población; son estos y otros ejes los que decantan hoy las opciones políticas. Debido a ello, si hace medio siglo se podía identificar un eje de voto de izquierda-población con menos recursos y menos estudios, y otro de voto de derecha-población con más recursos y más estudios, en la actualidad nos hallamos ante una multiplicidad de aspectos que introducen nuevos ejes de división política o clivajes.
El análisis de las encuestas permite a Piketty constatar que en el voto a los partidos de izquierda, años más recientes, se observa un aumento del voto de la población con más estudios, también con más recursos; aunque no es el caso de aquellos con más riquezas, pues estos últimos siguen alimentando los partidos de derecha. De ahí que considere que el sistema político actual está dominado por varias elites. Y en concreto la izquierda esté capturada por una elite formada, que llama izquierda Brahmán. Los partidos de izquierda en la actualidad representan, pues, a esta elite, formada, intelectual, alejada de sus posiciones más tradicionales de clase y de defensa de la igualdad y de las políticas redistributivas. Esta interpretación le lleva a preguntarse por el aumento de la abstención entre la población con menos estudios y menos recursos; su explicación la basa en un sentimiento de no sentirse representados en el sistema de partidos existente, todos ellos dominados por las elites mencionadas. De ahí que esta población se sienta huérfana, sin representación, ni identificación política. Como resultado de ello se ha ido instalando un tipo de populismo en política, que califica como “populismo xenófobo y de política identitaria” y ejemplifica: “Trump, Brexit, Le Pen/Frente Nacional, Modi/Bahratiyya Janata, AfD [Alternative für Deutschland], etc.”.
El autor concluye que sin una plataforma que recupere los objetivos de la igualdad a través de la redistribución y que recupere la política de clase, será difícil unir a los votantes de baja educación y baja renta de todos los orígenes dentro de un mismo partido.
El texto que aquí se presenta es uno más entre los diversos estudios y reflexiones que actualmente se llevan a cabo sobre la crisis de las izquierdas y las políticas redistributivas. Piketty aporta en este debate su grano de arena: un texto sugerente sobre el cambio en la base social de los partidos de izquierda. Un análisis que realiza a partir exclusivamente de encuestas post electorales, siendo esta su aportación, pero también quizás suponga sus límites.
Nota: Piketty recurre al término “clivaje”, que se mantiene en el texto, para referirse a la división de los votantes en diferentes bloques en torno a cuestiones que consideran clave, como pueden ser la desigualdad, los efectos de la globalización, las migraciones, la religión, etc.
Ramon Alós y Pere Jódar
Izquierda Brahmán vs Derecha Comerciante: Crecimiento de la Desigualdad y Cambio de Estructura del Conflicto Político
(Estudio de los datos electorales de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, 1948-2017). Marzo 2018
Resumen.
Mediante la utilización de desgloses postelectorales de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, este trabajo documenta una llamativa evolución a largo plazo en la estructura de los clivajes o ejes de conflictos políticos. En los años 1950-1960, el voto a los partidos de izquierda (socialista-laborista-demócrata) se asociaba a grupos de votantes de nivel educativo inferior e ingresos bajos. De forma gradual se ha ido trasladando a votantes de educación alta, hasta dar lugar a un sistema de partidos de “elites múltiples” en los años 2000 y 2010: las elites de educación alta votan ahora a la “izquierda”, mientras que las elites de renta/riqueza altas aún votan a la “derecha” (si bien cada vez en menor medida). Sostengo que esto puede contribuir a explicar el crecimiento de la desigualdad y la falta de respuesta democrática en torno a ella, así como el ascenso del “populismo”. También abordo los orígenes de esta evolución (ascenso del clivaje globalización/migración, y/o expansión de la educación per se), así como algunas perspectivas de futuro: estabilización de las “elites múltiples”; recomposición completa del sistema de partidos a lo largo de unclivaje o separación entre “globalistas” (alta educación, alta renta) vs “localistas” (baja educación, baja renta), y retorno al conflicto redistributivo basado en la clase (ya sea desde una perspectiva internacionalista o local). Emergen de todo ello dos lecciones importantes. La primera, que con una desigualdad multidimensional pueden darse múltiples equilibrios políticos y bifurcaciones. La segunda, que sin una plataforma igualitaria internacionalista fuerte, será difícil unir a los votantes de baja educación y baja renta de todos los orígenes dentro de un mismo partido.
* Mi agradecimiento a diversos centros de datos por facilitarme el acceso a los desgloses post-electorales, y en particular a CDSP/ADISP (Francia), NES (Gran Bretaña), y ANES, ICPSR y Roper Center (EUA). Esta investigación está suplementada por un apéndice de datos accesible online en piketty.pse.ens.fr/conflict.
Sección 1. Introducción
La desigualdad de rentas se ha incrementado de forma sustancial en muchas regiones del mundo desde los años 1980, si bien a velocidades diferentes (ver Alvaredo et al, World Inequality Report 2018). Este proceso de desigualdad creciente llegó después de un periodo relativamente igualitario entre 1950 y 1980, que a su vez sucedió a una larga secuencia de acontecimientos dramáticos – guerras, depresiones, revoluciones – ocurridos durante la primera mitad del siglo XX (ver Piketty, 2014). Dada la evolución reciente, podía esperarse un incremento perceptible de la demanda política de redistribución, debida por ejemplo a la lógica del simple votante medio.
Sin embargo, hasta ahora lo que se observa es en gran medida el ascenso de varias formas de “populismo” xenófobo y de política identitaria (Trump, Brexit, Le Pen/Frente Nacional, Modi/Bahratiyya Janata, AfD [Alternative für Deutschland], etc.), en lugar del esperable retorno a una política basada en la clase (en las diferencias de renta o de riqueza). ¿Por qué aparecen en algunos contextos históricos fuerzas democráticas y electorales que se plantean como objetivo una reducción de la desigualdad, y en cambio en otros contextos no? ¿Han de darse circunstancias extremas para que se produzca el tipo de coalición política Socialdemocracia/New Deal que condujo a la reducción de la desigualdad durante el periodo 1950-1980?
En los años 1950-1960, el voto a partidos de “izquierda” (socialista-laborista-demócrata) iba asociado a votantes de baja educación y baja renta. Esto corresponde a lo que se podría calificar como un sistema de partidos “basado en la clase” (…) Desde los años 1970-1980, el voto de “izquierda” se ha ido decantando gradualmente hacia votantes de educación alta, y ha dado origen a lo que propongo denominar un sistema de partidos de “elites múltiples”: las elites de educación alta votan ahora a la “izquierda”, mientras que las elites de alta renta/alta riqueza votan aún a la “derecha”
Este trabajo intenta conseguir algún progreso (limitado) en la respuesta a estas cuestiones complejas. Su objetivo general es comprender mejor la interacción entre una dinámica a largo plazo de desigualdad y los cambios en la estructura de los clivajes políticos. Para conseguirlo, he utilizado de forma sistemática los desgloses post-electorales que se confeccionaron después de casi todas las elecciones nacionales en Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos a lo largo del periodo 1948-2017. He construido series homogéneas a largo plazo en torno a los cambios en la estructura del electorado en estos tres países; es decir, quién votó a qué partidos o coaliciones dependiendo de dimensiones diferentes de la desigualdad (renta, riqueza, educación, edad, sexo, religión, orígenes foráneos o éticos, etc.). Por ejemplo, muestro que la relación entre el comportamiento como votante y el percentil de renta es en general más fuerte para el 10% más alto de la pirámide social de distribución que para el 90% situado debajo, y que el perfil riqueza siempre ha sido mucho más abrupto que el perfil renta (ver gráficas 1.1a-1.1b para el caso de Francia). En mi conocimiento, esta es la primera vez que se ha establecido una serie tan consistente en un plazo tan largo y sobre una base comparativa.
A continuación, y esto es de la mayor importancia, documento una llamativa evolución a largo plazo en la estructura multidimensional de los clivajes políticos en los tres países mencionados.
En los años 1950-1960, el voto a partidos de “izquierda” (socialista-laborista-demócrata) iba asociado a votantes de baja educación y baja renta. Esto corresponde a lo que se podría calificar como un sistema de partidos “basado en la clase”: los votantes de clase baja en sus diferentes dimensiones (baja educación, baja renta, etc.) tienden a votar al mismo partido o coalición, mientras que los votantes de clase alta y media en sus diferentes dimensiones tienden a votar al otro partido o coalición.
Desde los años 1970-1980, el voto de “izquierda” se ha ido decantando gradualmente hacia votantes de educación alta, y ha dado origen a lo que propongo denominar un sistema de partidos de “elites múltiples” en los años 2000-2010: las elites de educación alta votan ahora a la “izquierda”, mientras que las elites de alta renta/alta riqueza votan aún a la “derecha” (aunque cada vez en menor medida).
Es decir, la “izquierda” se ha convertido en el partido de la elite intelectual (izquierda brahmán), mientras que la “derecha” puede ser considerada como el partido de la elite de los negocios (derecha comerciante)1.
Muestro cómo la misma transformación ha ocurrido en Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña (ver gráficas 2a-2d), a pesar de las considerables diferencias entre los sistemas de partidos y las historias políticas de los tres países.
Argumento que esta evolución estructural puede contribuir a explicar la desigualdad creciente y la falta de respuesta democrática a ella, así como el ascenso del “populismo” (porque los votantes de baja educación y baja renta pueden sentirse abandonados). Abordo también los orígenes de esta transformación (ascenso de l clivaje globalización/migración, y/o expansión de la educación per se) así como sus perspectivas futuras: estabilización de las “elites múltiples”; recomposición completa del sistema de partidos en torno a un clivaje de “globalistas” (alta educación, alta renta) vs “localistas” (baja educación, baja renta), y retorno al conflicto redistributivo basado en la clase (ya sea desde una perspectiva internacionalista o local). Elecciones recientes celebradas en los tres países en 2016-2017 sugieren que son posibles varias evoluciones diferentes: Francia y EUA ilustran la posibilidad de una deriva hacia una estructura de clivaje de “globalistas” vs “localistas” (ver gráficas 2e-2f para el caso de Francia); mientras que en Gran Bretaña se consolida un escenario de estabilización de “elites múltiples” (y posiblemente el retorno al internacionalismo basado en la clase, aunque esto último aparece con menos claridad).
De la investigación emergen dos lecciones generales. La primera, que en presencia de una desigualdad multidimensional, pueden darse múltiples equilibrios políticos y bifurcaciones. La globalización y la expansión de la educación han creado nuevas dimensiones de desigualdad y conflicto, lo que ha provocado de un lado el debilitamiento de anteriores coaliciones redistributivas basadas en la clase, y de otro el desarrollo gradual de nuevos clivajes. La segunda lección es que sin una plataforma igualitaria internacionalista fuerte, será difícil unir a los votantes de baja educación y baja renta de todos los orígenes en el seno de una misma coalición, y conseguir una reducción de la desigualdad. En circunstancias históricas extremas es posible, y de hecho se ha conseguido, aglutinar plataformas de estas características; pero no hay razón para creer que se trata de una condición necesaria, y menos aún suficiente2.
Este trabajo viene a engrosar una larga tradición de investigación en ciencia política que estudia la evolución de los sistemas de partidos y los clivajes políticos. Dicha literature está fuertemente influida por el desarrollo pionero de la teoría de las estructuras de clivaje, debido a Lipset y Rokkan (1967). En su contribución original, Lipset-Rokkan pusieron de manifiesto que las democracias modernas están caracterizadas por dos grandes revoluciones – la nacional y la industrial –, que han determinado cuatro clivajes principales, de importancia variable según los países: centro vs periferia; estado vs iglesias; agricultura vs industria manufacturera, y trabajadores vs empleadores/propietarios. Su clasificación tuvo una enorme influencia en la literatura científica.
Lipset-Rokkan pusieron de manifiesto que las democracias modernas están caracterizadas por dos grandes revoluciones – la nacional y la industrial –, que han determinado cuatro clivajes principales, de importancia variable según los países: centro vs periferia; estado vs iglesias; agricultura vs industria manufacturera, y trabajadores vs empleadores/propietarios
Una limitación de ese trabajo, sin embargo, es que Lipset-Rokkan ignoraron en buena medida los clivajes raciales/étnicos, a pesar de su importancia en el desarrollo del sistema de partidos en Estados Unidos3.
En la presente investigación, señalo que las particularidades de la dinámica de partidos en EUA (donde el Partido Demócrata derivó, de forma muy gradual, de ser el partido esclavista al partido de los blancos pobres, luego al partido del New Deal, y finalmente al partido de la elite intelectual y las minorías), las cuales resultan con frecuencia extrañas y exóticas desde una perspectiva europea (¿cómo puede el partido esclavista convertirse en el partido “progresista”?), podrían resultar muy significativas para comprender la transformación actual y futura de las estructuras de los clivajes en Europa y en otros lugares.
Investigaciones posteriores han contribuido a extender el marco interpretativo de Lipset-Rokkan. En particular, buen número de autores han argumentado que el ascenso de los valores universalistas/liberales vs los tradicionalistas/comunitarios desde los años 1980-1990, determinados en particular por la extensión de la educación superior, ha creado las condiciones para una nueva dimensión de los clivajes, y para la afirmación de una “derecha populista” (ver por ej. Bornshier, 2010)4.
Mis conclusiones están estrechamente ligadas a esta tesis. En particular, insisto en la interacción entre renta, educación y clivajes étnico-religiosos, y en las coincidencias y diferencias entre las trayectorias de EUA y los países europeos en ese respecto (en tanto que Bornshier se centra en Europa). Este trabajo se relaciona también con el estudio de la competencia multitemática entre los partidos5, y con algunos trabajos que he escrito recientemente sobre el ascenso del “populismo6”.
Sin embargo, hasta donde yo lo conozco, mi trabajo es la primera investigación que intenta relacionar el alza del “populismo” con lo que podríamos llamar el ascenso del “elitismo”, es decir la emergencia gradual (tanto en Europa como en EUA) de un sistema de partidos de “elites múltiples”, donde cada una de las dos coaliciones de gobierno que se alternan en el poder tiende a reflejar los puntos de vista y los intereses de una elite diferente (elite intelectual vs elite comercial).
Más en general, la principal novedad de esta investigación es el intento de construir series sistemáticas a largo plazo sobre clivajes electorales, utilizando mediciones consistentes de la desigualdad (relacionadas en especial con la educación, la renta y la riqueza). En particular, si se centra la atención en las diferencias en el comportamiento del voto entre deciles de renta, riqueza o educación (en relación con la distribución de la renta, la riqueza o la educación dominantes en un año dado), resulta posible establecer comparaciones significativas entre países y a lo largo de periodos largos de tiempo, cosa que no es posible si se utilizan categorías ocupacionales (en las que la literatura se ha centrado en gran medida hasta ahora)7.
El presente trabajo debe ser visto como un paso (limitado) en la programación de una investigación más amplia dirigida a analizar de una manera más sistemática la interacción a largo plazo entre las dinámicas de la desigualdad y las estructuras de clivaje político. El desglose post-electoral de los datos que utilizo en este trabajo a fin de cubrir los casos de Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña a lo largo del periodo 1948-2017, tiene ventajas obvias: es posible observar directamente quién votó a quién en función de características individuales como el sexo, la edad, la educación, la renta, la riqueza, la religión, etc. Existen hoy desgloses post-electorales para un número mucho mayor de países, por lo menos respecto de decenios recientes. Podrían y deberían ser utilizados a fin de comprobar si prevalecen las mismas pautas, y para comprender mejor los mecanismos subyacentes. La ventaja de someter a observación únicamente tres países es que he podido en este trabajo analizar estos casos de forma relativamente detallada. Sin embargo, es obvio que para avanzar más por ese camino sería necesario añadir muchos más estudios de países.
Los desgloses postelectorales presentan también inconvenientes importantes: han limitado la dimensión de la muestra8, y no existen antes de los años 1940-1950 (en algunos países, no antes de los años 1980-1990). La única manera de analizar los cambios en las pautas de la desigualdad y los clivajes políticos desde una perspectiva más a largo plazo (por ej., retrocediendo hasta los datos electorales a partir de 1870 en adelante, o antes incluso) es utilizar los datos electorales en el nivel local junto a datos del censo a nivel local y/o otros datos administrativos o fiscales que proporcionen indicadores de las características socio-demográficas y económicas del área. Esa clase de datos existe en casi todos los países donde se han celebrado elecciones. Solo si se reúne y se explota ese material podemos esperar llegar a una comprensión satisfactoria de la interacción entre la dinámica de la desigualdad y la estructura de los clivajes.
Otra limitación obvia del presente trabajo es que las estructuras de los clivajes no pueden ser analizadas adecuadamente sin recurrir a otros tipos de fuentes y materiales, incluidos manifiestos de partidos, discursos políticos, y otras expresiones de la opinión no relacionadas directamente con el voto.
Los programas y las promesas no son instrumentos fáciles de analizar y comparar a lo largo del tiempo y en distintos países, sin embargo. Examinar las estructuras de los clivajes, tal como las revela la estructura cambiante de los electorados, proporciona una imagen interesante de cómo perciben los diferentes grupos sociales a los distintos partidos y coaliciones, y lo que creen que estos pueden aportarles.
Por último, pero no de menos importancia: este trabajo es ya muy largo, de modo que a fin de ahorrar espacio me he centrado en los cambios de los clivajes políticos entre la población votante, y dejo los resultados sobre la abstención en el apéndice de datos on-line. Tal vez no resulte sorprendente que el aumento masivo de la abstención, que tuvo lugar en los tres países entre los años 1950-1960 y 2000-2010, se dio en su mayor parte dentro de los grupos de educación y renta más bajas. Una interpretación natural es que esos votantes no se han sentido bien representados en el sistema de partidos de “elites múltiples”. También esta cuestión debería ser investigada con mayor profundidad en futuras investigaciones.
El resto de este trabajo está organizado de la manera siguiente. En la Sección 2, presento mis resultados sobre el cambio en los clivajes políticos en el caso de Francia. Luego hago lo mismo en el caso de EUA (Sección 3) y de Gran Bretaña (Sección 4). En la Sección 5, presento modelos bidimensionales sencillos de desigualdad, creencias y redistribución, que podrían ayudar a interpretar algunas de esas evoluciones. En efecto, estos modelos han sido construidos a partir de trabajos previos míos (Piketty, 1995), e introducen dimensiones múltiples de desigualdad (desigualdad doméstica vs exterior; educación vs renta/riqueza) de la forma más sencilla posible para que sea posible contabilizarlas en unas pautas observadas. Aunque considero que la contribución principal de esta investigación es histórica/empírica, tengo la esperanza de convencer al lector de que la parte teórica también posee algún interés. Finalmente, la Sección 6 ofrece algunos comentarios finales y perspectivas de investigación.
Sección 6. Comentarios finales y perspectivas
En este trabajo he utilizado desgloses postelectorales franceses, estadounidenses y británicos que abarcan el periodo 1948-2017, a fin de documentar una llamativa evolución a largo plazo en la estructura de los clivajes políticos. En los años 1950-1960, el voto a los partidos de izquierda (socialista-laborista-demócrata) estaba asociado a niveles bajos de educación y de renta. De forma gradual se ha transferido a votantes de alta educación, lo que ha favorecido la aparición de un sistema de partidos con “elites múltiples” en los años 2000-2010: las elites de alta educación votan ahora a la “izquierda”, en tanto que las elites de alta renta/alta riqueza votan aún a la “derecha” (si bien cada vez menos). He sugerido que este hecho puede contribuir a explicar el incremento de la desigualdad y la ausencia de una respuesta democrática a ella, así como el ascenso del “populismo”. En efecto, la globalización y la expansión de la educación han creado nuevas dimensiones de desigualdad y de conflicto, lo que ha llevado al debilitamiento de las anteriores coaliciones redistributivas basadas en la clase y el desarrollo gradual de nuevos clivajes.
La desigualdad en el acceso a las finanzas políticas, a los medios de comunicación y a las esferas de influencia, puede contribuir a mantener la política electoral bajo el control de las elites
Está claro, sin embargo, que todavía encontramos muchas limitaciones en nuestra comprensión de estas cuestiones, y es preciso investigar más. Dos problemas permanecen abiertos. Primero, ¿en qué medida podía haberse dado la transición a un sistema de partidos con “elites múltiples” sin el ascenso del clivaje globalización/migración? Y segundo, ¿pueden los sistemas de partidos con “elites múltiples” consolidarse, o son inestables por naturaleza? He insistido en que la expansión de la educación per se podría generar clivajes multidimensionales y un conflicto duradero entre las elites de alta educación y las elites de alta renta, incluso en ausencia de un clivaje globalización/migración. Para avanzar en esta cuestión, sería interesante por ejemplo comprobar si los clivajes de “elites múltiples” también se están desarrollando en países con escasa exposición a la globalización/migración9.
De forma más general, reunir nuevas series de datos de este tipo sobre la interacción de las dinámicas de la desigualdad y el conflicto político, para más países y/o periodos de tiempo más largos, es sin duda la vía más prometedora para aportar luz adicional sobre la evolución a largo plazo de las estructuras de clivajes. Uno de los sistemas de partidos más antiguos del mundo, en concreto el de los Conservadores vs los Whigs en la Gran Bretaña del siglo XVIII, fue en gran medida un conflicto de elites (elite terrateniente vs elite urbana-mercantil). Desde luego, aquellos eran tiempos de sufragio limitado, cuando solo el 1% del censo podía votar, de modo que la política apenas podía ser algo distinto de un conflicto de elites. Sería ingenuo, de todos modos, imaginar que el sufragio universal por sí mismo ha incorporado de forma permanente un tipo distinto de equilibrio. La desigualdad en el acceso a las finanzas políticas, a los medios de comunicación y a las esferas de influencia, puede contribuir a mantener la política electoral bajo el control de las elites. El sistema de partidos basado en la clase que emergió a mediados del siglo XX se debió a circunstancias históricas específicas, y mostró su fragilidad cuando las estructuras sociales y económicas evolucionaron. Sin una plataforma internacionalista igualitaria fuerte y convincente, resultará intrínsecamente muy difícil unir a los votantes de baja educación y baja renta de todos los orígenes dentro de un mismo partido.
[Traducción Paco Rodríguez de Lecea]
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Thomas Piketty. Director de estudios en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, autor de El capital en el siglo XXI.
Notas
1.- En el sistema tradicional de castas de la India, las castas superiores se repartían entre los brahmanes (sacerdotes, intelectuales) y los kshatryas/vaishyas (guerreros, mercaderes, negociantes). En alguna medida, el conflicto político moderno parece seguir esta división. [^]
2.- Por ejemplo la Gran Depresión, la II Guerra Mundial y el ascenso del comunismo ciertamente hicieron más deseable la plataforma Socialdemocracia/New Deal, mientras que la globalización y el derrumbe del comunismo han contribuido a debilitarla. Pero son posibles múltiples trayectorias. [^]
3.- Resulta paradójico que Lipset-Rokkan prestaran tan poca atención a los clivajes raciales, especialmente habida cuenta de que escribían en mitad del movimiento por los Derechos Civiles en EUA. Su enfoque está posiblemente demasiado centrado en los sistemas de partidos europeos (y en particular nordeuropeos) de su época. [^]
4.- Sobre la transformación gradual de los sistemas de partidos europeos y el ascenso de la derecha populista, ver además Kitshelt (1994, 1995) y Mudde (2007, 2013). [^]
5.- Para un intento ambicioso de calibrar modelos de competencia multitemática entre partidos (redistribución vertical vs actitud hacia la migración/minorías), con datos tanto de EUA como europeos, ver Roemer, Lee y Van der Straeten (2007). [^]
6.- Ver en particular Inglehart y Norris (2016) y Rodrik (2017). [^]
7.- Una corriente importante de trabajo en las ciencias políticas se ocupa de categorías ocupacionales como «trabajadores blue-collar (de cuello azul)» e índices como el «índice Alford de voto de clase» (Alford, 1962), es decir de las diferencias entre voto al partido laborista en el seno de la «working class» (definida típicamente como asalariados en trabajos manuales o como trabajadores industriales de baja calificación, con variaciones sustanciales en el tiempo y en el espacio en cuanto a la definición exacta y el porcentaje de población incluido) y voto laborista correspondiente a la «middle class» (todos los demás votantes). Tales categorías (trabajadores blue-collar, asalariados manuales) pueden ser muy significativas para caracterizar el conflicto político en un periodo dado, pero no permiten comparaciones sólidas en un horizonte muy a largo plazo y entre países distintos, razón por la cual he optado por centrarme en la renta, la riqueza y la educación (desde luego, la educación también plantea cuestiones de comparabilidad en el tiempo y entre países; pero por lo menos es posible clasificarla según una escala común, en alguna medida: primaria-secundaria-terciaria, grados superiores, etc.). Los mismos problemas aparecen en la medición de las tendencias a la desigualdad a largo plazo. [^]
8.- Como veremos, las evoluciones a largo plazo que documento son estadísticamente significativas, pero muchas de las variaciones de año en año no lo son. [^]
9.- Los trabajos en curso en Alemania, Europa del Este, España, Italia, Canadá, Australia, Japón, Brasil, Sudáfrica e India deberían ayudar a decidir la cuestión. El caso de los países europeos postcomunistas proporciona además un ejemplo interesante de inversión izquierda-derecha (ver Tavits y Letki 2009). Esto ilustra el impacto potencial del escepticismo poscomunista en relación con la ideología internacionalista-igualitaria (cuestión que pdría también tener una gran relevancia en otros países). [^]
Referencias
– Alford, “A Suggested Index of the Association of Social Class and Voting”, Public Opinion Quarterly, 26(3), 1962, p.417-425.
– Alvaredo, L. Chancel, T. Piketty, E. Saez, G. Zucman, World Inequality Report 2018, wir2018.wid.world, Harvard University Press.
– Bornshier, Cleavage Politics and the Populist Right, Temple UP, 2010.
– Inglehart, P. Norris, “Trump, Brexit and the Rise of Populism”, 2016, Harvard KSG.
– Kitschelt, The Transformation of European Social Democracy, CUP 1994.
– Kitshelt, The Radical Right in Western Europe, Michigan UP 1995.
– S.M. Lipset, S. Rokkan, “Cleavage Structures, Party Systems and Voter Alignments: an introduction», en Party systems y voter alignments: cross-national perspectives, Lipset y Rokkan eds., The Free Press, 1967.
– Mudde, Populist Right Parties in Western Europe, CUP 2007.
– Mudde, Populism in Europe and America, CUP 2013.
– Piketty, “Social Mobility and Redistributive Politics”, Quarterly Journal of Economics, 110(3), 1995, p.551-584.
– Piketty, Capital in the 21st Century, Harvard University Press, 2014 (hay edición en español, El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica 2015, trad. de FJ Ramos Mena).
– Rodrik, “Populism and the Economics of Globalization”, 2017, Harvard KSG.
– Roemer, D. Lee, K. Van des Straeten, Racism, Xenophobia, and Distribution: Multi-Issue Politics in Advanced Democracies, Harvard UP, 2007.
– M. Tavits, N. Letki, “When Left is Right: Party Ideology and Policy in post-Communist Europe”, American Political Science Review, 103(4), 2009, p.555-569.