Por Marco Weissheimer
El uso recurrente de la palabra «nuevo» para describir el mundo del trabajo vinculado a las llamadas plataformas digitales puede ocultar prácticas que, de hecho, se remontan al periodo de la Revolución Industrial, entre los siglos XVIII y XIX. «Nuevas relaciones laborales», «nuevas formas de producción», «nuevas formas de trabajo» son algunas de las expresiones que pueblan los discursos sobre el universo de las plataformas digitales. Sin embargo, la precarización de los derechos que tanto ha costado conseguir en los últimos siglos está recreando escenarios que vivieron los trabajadores de la primera Revolución Industrial, como cobrar por productos o piezas fabricadas [trabajo a destajo], por realizar servicios concretos o por jornadas diarias de trabajo, sin ningún tipo de derechos. Este escenario fue uno de los temas centrales del panel «La protección laboral en las plataformas digitales», el 31 de agosto, en Porto Alegre, que marcó el lanzamiento del Instituto Trabajo y Transformación Social (ITTS), creado por los abogados Antonio Escosteguy Castro y Pedro Luiz Corrêa Osório, como un espacio para elaborar y formular propuestas para enfrentar la actual ofensiva, a nivel nacional e internacional, contra los derechos laborales y sociales.
Nuevas relaciones laborales», «nuevas formas de producción», «nuevas formas de trabajo» son algunas de las expresiones que pueblan los discursos sobre el universo de las plataformas digitales. Sin embargo, la precarización de los derechos que tanto ha costado conseguir en los últimos siglos está recreando escenarios que vivieron los trabajadores de la primera Revolución Industrial, como cobrar por productos o piezas fabricadas [trabajo a destajo], por realizar servicios concretos o por jornadas diarias de trabajo, sin ningún tipo de derechos.
Un panel sobre protección laboral en plataformas digitales marcó el lanzamiento del Instituto de Trabajo y Transformación Social (ITTS)
El proyecto Fairwork
Julice Salvagni, doctora en Sociología y profesora de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), presentó algunas cifras de los estudios que lleva a cabo el proyecto Fairwork, coordinado por la Universidad de Oxford y presente actualmente en 30 países. La socióloga señaló inicialmente que el uso del término «plataformas», en lugar de simples aplicaciones, es importante para mostrar que se trata de empresas reales, cuya estructura va mucho más allá de lo que aparece en el teléfono móvil. Estas plataformas, señaló, están creciendo en todo el mundo, no sólo en el sector del transporte y los servicios de entrega, sino en otra serie de actividades que utilizan tecnologías digitales y trabajos en la nube.
La expansión de este sector señaló además Julice Salvagni, ha estado marcada por un intenso proceso de informalización y pérdida de derechos laborales. Así recuerda que «No es que la informalidad sea una novedad en Brasil, un país donde la economía de ‘bicos’ [jornalero – precario-] es una realidad muy antigua».
El proyecto Fairwork ha venido evaluando las condiciones de trabajo que ofrecen estas plataformas digitales, según cinco principios constitutivos de algo que pueda llamarse «trabajo decente»: remuneración justa (lo que implica la existencia, al menos, de un salario mínimo y de un salario mínimo ideal), condiciones de salud y seguridad con existencia de derechos como vacaciones y 13 pagas de salario completo, existencia de un contrato de trabajo claro y preciso, gestión justa del trabajo (especialmente en lo que respecta a las condiciones de trabajo de las mujeres, los negros y los inmigrantes) y, por último, posibilidad de organización colectiva.
En una escala de 1 a 10, ninguna de las seis plataformas analizadas obtuvo una puntuación superior a 2 en ninguno de los criterios analizados por el proyecto.
En marzo de este año, Fairwork Brasil presentó su primer informe sobre las condiciones laborales en la economía de plataforma brasileña. Este informe señala cómo las mayores plataformas de trabajo digital de Brasil – GetNinjas, iFood, Rappi, Uber, UberEats y 99 – puntúan en relación con los cinco principios del trabajo decente. En una escala de 1 a 10, ninguna de las seis plataformas analizadas obtuvo una puntuación superior a 2 en ninguno de los criterios analizados por el proyecto. «Brasil es hoy uno de los peores países del mundo en cuanto a condiciones de trabajo en estas plataformas, sólo por encima de Bangladesh», resumió la socióloga.
Ante este panorama, los investigadores que participan en el proyecto proponen tres líneas de actuación: la movilización de los trabajadores de estas plataformas, la lucha por una regulación al menos de los «mínimos de los mínimos», como salarios justos y derecho a baja por maternidad para las mujeres, y el fomento del cooperativismo en este ámbito.
Julice Salvagni también llamó la atención sobre el hecho de que los beneficios de las empresas que están detrás de estas plataformas no se limitan a los servicios concretos que prestan (como el transporte de pasajeros y las entregas), sino que también implican la recogida y venta de datos de los usuarios de estos dispositivos. «Estos datos se negocian a precios muy significativos. El problema no es la tecnología en sí, que es un proceso irreversible, sino el capitalismo y sus viejas formas de explotación que adquieren otro disfraz y se presentan bajo la apariencia de lo «nuevo»», concluyó.
Tarso Genro: por una «dogmática de lo concreto”
Ex gobernador de Rio Grande do Sul y ex ministro de Justicia y abogado laboralista Tarso Genro defendió la importancia de valorar las normas constitucionales que garantizan los derechos fundamentales frente a la violación masiva de los derechos sociales y laborales que vivimos hoy en día. Tarso Genro recordó que, durante el período de la dictadura militar, el llamado «derecho alternativo» buscó desarrollar un dogma alternativo, aprovechando ciertas escisiones que se produjeron dentro del régimen y que permitieron, al mismo tiempo, trabajar en contra de la dictadura y en defensa de los derechos de los trabajadores. «Nuestro debate hoy, como abogados laboralistas, debe tener en cuenta unas concepciones que no están ni por encima ni por debajo de los hechos, sino que se relacionan con ellos», argumentó.
«Tenemos que tomar la Constitución», añadió, «distinguir los principios fundamentales que garantizan los derechos fundamentales y utilizarlos públicamente para, al menos, poner en aprietos a los tribunales y a sus magistrados». Hoy, ser alternativo en derecho significa exigir a los tribunales el cumplimiento de las normas positivas escritas en la Constitución. La Constitución se ha convertido para nosotros en una especie de banco central kantiano. Nuestro centro de valores es el preámbulo de la Constitución».
Tarso Genro defendió, en este contexto, la adopción de dos posiciones, dentro de una estrategia que denominó «dogma concreto». La primera, señaló, es adoptar una posición ofensiva-normativa, con la formulación y presentación de proyectos de ley a ser planteados y defendidos en el ámbito del Parlamento, buscando observar el principio constitucional de protección frente a la automatización, en forma de ley. La segunda es exigir a los tribunales, dentro de cada caso concreto, el reconocimiento de unos derechos fundamentales mínimos (como la baja por embarazo, por ejemplo), hoy protegidos por normas constitucionales. «Hay que recordar que el poder reformador es inferior al poder constituyente y buscar en la Constitución, en cada caso concreto, la norma positiva que ampare los derechos fundamentales vulnerados», resumió.
¿Volver a la primera Revolución Industrial?
Máster en Economía y técnica del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE), Lúcia Garcia presentó un estudio sobre «la ciberocupación coordinada y la difusión de las plataformas de trabajo en la economía brasileña». También llamó la atención sobre el hecho de que la precariedad laboral en Brasil no es exactamente una novedad, sino una permanencia histórica. Sin embargo, subrayó, es necesario comprender la particularidad de la precariedad actual para saber cómo afrontarla. «Cada momento histórico es una unidad concreta de un periodo determinado que debe entenderse en su particularidad», argumentó.
Con el crecimiento del mundo de las empresas estructuradas en plataformas digitales, señaló el técnico del DIEESE, tenemos un nuevo régimen de propiedad productiva, caracterizado, entre otras cosas, por una gran fragmentación, y basado en tecnologías basadas en la vigilancia y el rastreo.
Con el crecimiento del mundo de las empresas estructuradas en plataformas digitales, señaló el técnico del DIEESE, tenemos un nuevo régimen de propiedad productiva, caracterizado, entre otras cosas, por una gran fragmentación, y basado en tecnologías basadas en la vigilancia y el rastreo. Estos cambios tecnológicos, añadió, han provocado una reconfiguración de las relaciones laborales a escala internacional. Nada de esto ha caído del cielo por casualidad, subrayó. «No podemos dejar de tener en cuenta que estas plataformas vienen de alguna parte. El neoliberalismo no es una voluntad política particular, sino una construcción política extremadamente planificada. Los valores y fundamentos de esa construcción son los que dan alma a los algoritmos».
El modelo de negocio de estas plataformas explicó Lúcia Garcia, se basa en la lógica del intermediario que gana una comisión de intermediación. En este modelo, para tener escala hay que tener un gran ecosistema montado. «Los intermediarios no inventan mercados, sino que entran en mercados que ya existen. Funcionan a base de dumping para eliminar a la competencia. Su objetivo final es el oligopolio o el monopolio», resumió. Estas plataformas operan ahora en un abanico de actividades cada vez más diversificado, desde el mercado de las citas hasta el de las comunicaciones. Cuando entraron en el mercado de servicios (como el transporte), entonces penetraron más directamente en el mercado laboral y el fenómeno de la precariedad se hizo más visible, destacó la economista.
Este proceso está creando una situación de homogeneidad entre los trabajadores, desde el punto de vista de la fragmentación y la precariedad de las condiciones de trabajo y los derechos, que es similar a la vivida en el periodo de la primera Revolución Industrial.
Los investigadores del DIEESE han creado metodologías para investigar la presencia de estas plataformas en el mercado laboral de Brasil. Al menos desde 2019, señaló Lúcia Garcia, mientras la economía patina, el sector servicios ha ido creciendo, así como la porción de la población presente en estas plataformas. Se calcula que, en la actualidad, unos 4,5 millones de personas están vinculadas de algún modo a estas plataformas. Este crecimiento no representa un aumento de los ingresos de las personas afectadas, sino todo lo contrario, advirtió. «Cuanto más aumenta el ecosistema de trabajadores vinculados a estas plataformas, más caen los ingresos de cada trabajador». Otro fenómeno reciente es que los trabajadores reducen su jornada principal y multiplican sus vínculos laborales. Este proceso está creando una situación de homogeneidad entre los trabajadores, desde el punto de vista de la fragmentación y la precariedad de las condiciones de trabajo y los derechos, que es similar a la vivida en el periodo de la primera Revolución Industrial, señaló.
El ejemplo de Toritama
Esta vuelta a un escenario del mundo del trabajo vivido en la primera Revolución Industrial también fue destacada por Thiago Gondim, máster en Derecho y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Gondim recordó que el crecimiento de las plataformas digitales viene de la crisis del sistema financiero internacional de 2008. Las soluciones y opciones adoptadas por los Estados y gobiernos tras esta crisis, señaló, han sido el refuerzo permanente de la lógica del neoliberalismo. «Desde entonces, los Estados han fracasado cada vez más en el ejercicio de su función social. El neoliberalismo ofrece una lógica de competencia hasta el último pelo de la cabeza. Lo que está ocurriendo en Brasil en los últimos años es específico de este movimiento y las plataformas digitales son una parte clave de este proceso. Se han convertido en portavoces del mercado aportando «soluciones innovadoras». Este modelo opera con una lógica de ‘selección natural’, siendo incompatible con cualquier forma de solidaridad e inclusión», defendió el investigador.
Para Thiago Gondim, las empresas que están detrás de las plataformas digitales atacan directamente dos elementos fundamentales del Derecho del Trabajo, como son la jornada laboral y el salario. El sistema de remuneración por resultados conduce a la intensificación de la jornada laboral, superando a menudo todos los límites razonables y llevando al trabajador a una situación de agotamiento físico y mental. Y todo ello empaquetado en un discurso que hace apología de la innovación tecnológica. «Hay un afán por afirmar que todo es nuevo en este mundo. Hay que prestar atención a eso. Al hablar de nuevas relaciones laborales, de nuevas relaciones de producción, ¿no estamos haciendo el discurso que quieren las plataformas? Si hay «nuevas» relaciones laborales, ¿no necesitaríamos también una «nueva» Ley para tratar este tema?», advirtió.
Lo que estamos presenciando en realidad es una novedad muy antigua. «Estas empresas están adoptando prácticas del capitalismo del siglo XIX, en el que muchos obreros trabajaban por jornadas y cobraban por piezas producidas. En cierto sentido, la situación de los actuales trabajadores de estas plataformas es aún peor, ya que tienen que poner sus propios medios de producción (como su propio trabajo, su propio teléfono…) a disposición de las empresas que les contratan. Thiago Gondim citó el documental «Estou me guardando aquí quando o carnaval chegar1«, de Marcelo Gomes, que cuenta la historia de Toritama, ciudad del interior de Pernambuco de unos 40.000 habitantes que concentra aproximadamente el 20% de todos los jeans confeccionados en Brasil. «Llegamos a las siete de la mañana y nos quedamos hasta las diez de la noche. Es agotador, pero ganaremos más, ¿no?, dice un residente de Toritama.
«Remuneración por pieza, por cada servicio particular prestado, por una carrera, por una tarifa diaria… ¿Qué hay de nuevo en eso? Quizá lo nuevo hoy es que los medios de producción de los servicios tienen que ser proporcionados por los propios trabajadores y no por las empresas»
Los trabajadores de Toritama cobran por pieza de tejano producida. «Remuneración por pieza, por cada servicio particular prestado, por una carrera, por una tarifa diaria… ¿Qué hay de nuevo en eso? Quizá lo nuevo hoy es que los medios de producción de los servicios tienen que ser proporcionados por los propios trabajadores y no por las empresas», concluyó.
- N. T: “Estoy aquí para cuando llegue el carnaval”.
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Marco Weissheimer, es un periodista brasileño (marcow@sul21.com.br). Agradecemos a Tarso Genro que nos facilitara el artículo, publicado en la revista sul21: https://sul21.com.br/noticias/economia/2022/09/inovacao-plataformas-digitais-adotam-condicoes-de-trabalho-do-seculo-xix-dizem-pesquisadores/#.YxJFxD6UGKQ.twitter (traducción Pere Jódar).
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