Por PAOLO FLORES D’ARCAIS
Ha vencido la Constitución. La Constitución de Calamandrei, De Gasperi, Terracini. Ha sido derrotado Renzi, que quería arrumbarla y sustituir una Constitución “justicia y libertad” por una Constitución a medida de las oligarquías.
Ha vencido la Constitución republicana nacida de la Resistencia antifascista, ha sido derrotado el establishment, esa maraña y ese amasijo de negocios y política (con no pocas interfaces mafiosas) que la Constitución republicana ha detestado siempre, e intentado de todas las maneras (casi siempre con éxito), con todos los gobiernos de la posguerra, paralizar, hibernar, constreñir en la camisa de fuerza de una “Constitución material” de signo opuesto.
Ha sido derrotado el establishment, la continuidad de un régimen que se perpetúa exactamente desde hace 22 años, con Berlusconi y el inciucio1 primero, con el intermedio Monti-Letta, y finalmente con Renzi: y con Napolitano, “Lord Protector” de inciuci y contrarreformas en el último decenio oscuro, un Presidente que ha arrebatado a Cossiga el nada envidiable título de “peor Presidente de la posguerra”.
Este régimen de facto, régimen de privilegios y oligarquías, régimen de impunidad para los corruptos y de desigualdades en el crecimiento a un ritmo monstruoso, pretendía con la contrarreforma de Renzi echar además raíces inamovibles a través de la Constitución.
Los ciudadanos italianos han dicho NO.
Demasiados comentaristas y “expertos” (¿en qué?), italianos y extranjeros, continúan sin (querer) entender. Discursean sobre antipolítica y populismos. Pero la antipolítica, en Italia, son ellos, los políticos de profesión convertidos ahora en casta autorreferencial. MicroMega lo denuncia, y sobre todo analiza, desde su nacimiento (entonces no se llamaba “Casta” -nombre que surge con el formidable best seller de Stella y Rizzo2-, la llamábamos “Gilda” en el sentido medieval del término; el concepto era el mismo y nadie nos dedicó la más mínima atención. Habíamos puesto de manifiesto sus primeros síntomas ya con Craxi y el CAF, para los más jóvenes Craxi-Andreotti-Forlani).
Ha sido derrotado el establishment, la continuidad de un régimen que se perpetúa exactamente desde hace 22 años, con Berlusconi primero, con el intermedio Monti-Letta, y finalmente con Renzi
La antipolítica es la Casta, que monopoliza la soberanía expropiando de la misma a los ciudadanos. La antipolítica es la Casta, que ha reducido al último estertor la libertad de prensa y el periodismo imparcial, haciendo del sistema televisivo un instrumento de sistemática disinformacija, y que busca desde decenios (y con éxito creciente en los últimos años) doblegar la autonomía de los magistrados a las necesidades del poder.
La política auténtica es en cambio la cuestión moral reconocida como cuestión política crucial, central, insoslayable. La izquierda que habría podido y debido optar por la estrategia de continuar Mani Pulite con los instrumentos de la política, y que por no haberlo hecho se ha degradado cada vez más a una “izquierda” entre comillas, hasta convertirse con Renzi en una variante de la derecha (ya había pasado antes lo mismo con Blair).
Los periódicos de mayor difusión siguen llamando a la “responsabilidad” y espantándose ante “saltos al vacío”, en vez de empezar a entender lo que ha sucedido, y está por lo demás sucediendo desde hace un cuarto de siglo. Única excepción, el director de “La Stampa”, Molinari, que señala el resultado del referéndum como la opción anti-establishment del “pueblo de la revuelta”.
Este “pueblo de la revuelta” es heterogéneo, obviamente, pero bastante menos de lo que lo son las expresiones políticas organizadas que hoy pretenden representarlo. En su parte más activa, comprometida, sólida, tenaz, es el pueblo rebelde contra el berlusconismo y el inciucio, el pueblo rebelde de la gigantesca manifestación de los “corros”3 del 14 de septiembre de 2002, de aquella todavía más grande con Cofferati en el Circo Massimo, de las movilizaciones contra las leyes mordaza y las contrarreformas “basura” del berlusconismo/inciucio (en aquella época se podía contar con las transmisiones de Santoro y los llamamientos de “La Repubblica”), del compromiso y de la pasión civil contra el ventenio que no pasa, y que con Renzi ha tenido su apoteosis.
Este «pueblo de la revuelta» no ha encontrado su forma organizativa ni su representación parlamentaria. También por culpa nuestra. De esa culpa hemos hablado ya otras veces en las páginas de MicroMega, y volveremos sobre el tema con amplitud porque es un análisis irrenunciable si se quiere encontrar una solución positiva a la crisis que desde hace decenios empantana Italia en un marasmo de podredumbre.
Pero los centenares de miles de ciudadanos que han bajado a la calle en este cuarto de siglo han sido el componente fundamental de la movilización y de la victoria en el referéndum (Pancho Pardi, que fue uno de los líderes de los girotondi, ha intervenido él solo en 76 debates por el No. Y como él, tantísimos otros compañeros de aquella época). Los comentaristas y los “expertos” que se refieren a las formaciones del No y del Sí sobre todo en términos de partidos, se condenan a sí mismos a la ceguera.
Quede claro, en un choque referendario las dos formaciones confrontadas son, por definición, un “revoltijo” (según el léxico renziano). Para cada uno de los términos del dilema se acumulan motivos, ideales, intereses, diversos. Pero que la divisoria fundamental ha sido la revuelta contra la continuidad de un cuarto de siglo de régimen, de establishment de los privilegios que pretendía hacerse Constitución, es de una evidencia palmaria. Berlusconi ha mascullado su No con el aparato fonético de su cuerpo, pero también su Sí con la potencia mediática de sus televisiones, que no han sido más ponderadas ni han ejercido menos de “bombo y platillo” que las de una Rai ocupada y depurada por Renzi.
Este «pueblo de la revuelta» no ha encontrado su forma organizativa ni su representación parlamentaria. También por culpa nuestra
La Lega se ha alineado ciertamente con las huestes del No, pero lo ha hecho con muecas feroces de amenaza contra los inmigrantes, en el límite del racismo, desde un espíritu que no tiene nada que ver con la defensa de la Constitución, cuyos valores son de signo contrario. Mientras, el Movimento 5 Stelle que, junto a las miríadas de comités de la sociedad civil por el No, ha contribuido a extender un compromiso capilar, en la primera conferencia de prensa ha insistido en que son precisamente los valores de la “soberanía igual” y la ciudadanía activa de nuestra Constitución, la brújula de su compromiso futuro.
Ahora el establishment derrotado en el referéndum desarrolla una actividad febril para impedir que la victoria del No tenga su coherente desenlace político: elecciones cuanto antes, pero con un gobierno que rompa una continuidad que los ciudadanos han rechazado y condenado, un gobierno de coherencia constitucional, un gobierno Rodotà/Zagrebelsky, por consiguiente.
¿Imposible? Quien eche cuentas y sostenga que los números no cuadran, ha olvidado de qué voto popular (pese a la nefasta e ilegítima ley electoral) nació el actual parlamento. Cuando se votó, el PD, guiado entonces por Bersani, desarrolló toda su campaña electoral bajo la consigna de “nunca más inciucio”. El M5S montó toda la campaña contra la Casta. Junto a otras listas pequeñas que expresaban el rechazo al berlusconismo (incluso travestido, como se presentaba), ellos representaron a una mayoría abrumadora, los dos tercios de los ciudadanos. Fue solo la voluntad prevaricadora y regia del Presidente Napolitano la que legitimó un vuelco entero y verdadero de la inequívoca voluntad popular.
Y por esa razón es ahora deseable, y más que deseable, que el Presidente Mattarella se acuerde de aquella voluntad popular, que el resultado del referéndum no ha hecho más que confirmar y acentuar. Los actuales parlamentarios son los representantes de aquella voluntad, no de las maniobras del establishment que bajo la batuta de Napolitano la han volteado y traicionado. Deberían recordarlo. Y si padecen amnesia, el Presidente Mattarella debería tomar medidas enérgicas para obligarles a recuperar la memoria. Como auténtico árbitro de una partida crucial para la democracia, la que enfrenta a los ciudadanos y a sus “representantes”.
Por esa razón pedimos elecciones rápidas con un gobierno respetuoso del resultado electoral, que puede ser únicamente un gobierno Rodotà/Zagrebelsky por coherencia constitucional.
[Artículo publicado originalmente en la revista MicroMega (5 de diciembre de 2016). Traducción de Paco Rodríguez de Lecea]
_________________
Paolo Flores d’Arcais. Profesor de Filosofía moral en la Universidad de Roma-La Sapienza, periodista y director de la revista MicroMega.
1.- Inciucio, voz procedente de la jerga de los bajos fondos napolitanos y aparecida recientemente en el vocabulario político italiano. Vale por “compadreo”, “enjuague”, negocio poco transparente urdido lejos de la luz pública. [^]
2.- Hay edición española: Gian Antonio Stella y Sergio Rizzo, La Casta. De cómo los políticos se volvieron intocables. Capitán Swing. Traducción de Martín López Vega, prólogo de Íñigo Errejón, introducción de Enric Juliana. [^]
3.- Girotondi. Los manifestantes rodeaban las sedes de las instituciones en demanda de democracia y de justicia. [^]