Entrevista a NIKOS SYRMALENIOS, por STEVEN FORTI
Según Nikos Syrmalenios, diputado del partido y ex miembro del comité central, durante la negociación con el Eurogrupo se cometieron errores graves, también por parte de Tsipras, que han puesto en peligro la experiencia de Syriza: «No es nuestro objetivo, lógicamente, pero existe el riesgo de que el partido pierda su fisonomía.» En las elecciones del 20 de septiembre, «si no obtenemos el 36-37% será muy difícil encontrar una solución».
Pocas personas, dentro de Syriza, tienen ganas de hablar en estas semanas. Sobre sus hombros pesan dos meses durísimos: las negociaciones con la nueva troika, el corralito de los bancos, el referéndum del 5 de julio con la extraordinaria victoria del Oji, la capitulación de Tsipras la noche del 12 de julio con la firma del tercer memorándum, la rotura del partido en el Parlamento, las continuas tensiones con la presidenta de la Cámara Zoé Konstantopoulou, la dimisión de Tsipras y la convocatoria de nuevas elecciones para el 20 de septiembre, la creación por parte de Panayotis Lafazanis y de lo que era la Plataforma de Izquierda de un nuevo partido (Unidad Popular), los abandonos de otros dirigentes, las declaraciones críticas del ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis…
Han sido jornadas difíciles, intensas, extenuantes, para los que han permanecido dentro de Syriza. Reuniones y más reuniones. El teléfono no para nunca de sonar, los periódicos y los telenoticiarios abren cada nueva edición con scoop o declaraciones altisonantes. Llegan los primeros sondeos: Syriza se mantiene como primer partido, pero con un descenso notable y con solo tres puntos de ventaja sobre Nueva Democracia. En todo este torbellino, Nikos Syrmalenios (Atenas, 1950) no pierde la sonrisa ni la serenidad. Nos recibe en su despacho, en la sede anexa al Parlamento griego en Atenas. Una vida en la izquierda griega, desde sus tiempos de estudiante en Italia, durante la dictadura de los coroneles. En Bolonia, donde se licenció en Economía, militaba en el Partido Comunista del Interior. Luego vinieron el regreso a Grecia y el trabajo sobre el terreno, sobre todo en las Cícladas. Participó desde el principio en Synaspismos, y luego en Syriza. Miembro del Comité central de Syriza hasta 2013, ocupa un escaño en el parlamento griego desde mayo de 2012.
¿Qué quiere Syriza con estas elecciones?
Nuestro objetivo es ser el primer partido, para seguir con nuestro programa. El Memorándum que hemos votado en el Parlamento hace unas semanas no se corresponde con nuestros objetivos, lógicamente. Queremos disminuir las repercusiones negativas para las capas más débiles de la sociedad, que han pagado en estos cinco últimos años el precio de la crisis, con los recortes a los salarios, a las pensiones y a las prestaciones sociales. Está el problema de las privatizaciones del patrimonio público. Intentamos encontrar medidas capaces de evitar las privatizaciones y los aumentos de los impuestos que gravan a los trabajadores y a las capas medias. Syriza debe defender a estos sectores de la población. Queremos redistribuir la renta en favor de los más débiles.
Pero el Memorándum es una espada de Damocles para el futuro gobierno. ¿Existe algún margen?
Los márgenes son reducidos, pero existen. Está escrito de forma expresa, incluso en el Memorándum: podemos encontrar “medidas equivalentes” para evitar la aplicación de un acuerdo tan duro. Esa será nuestra tarea principal. Y lo demostraremos en la campaña electoral de estas semanas.
El partido se ha roto. La Plataforma de Izquierda se ha marchado, y ha habido muchos abandonos.
Hasta el momento hemos perdido en torno al 30-35% de los cuadros del partido.
¿Y en el ámbito local?
Hay diferencias de una región a otra. Aquí en Atenas, por ejemplo, hemos perdido más cuadros que en otras zonas. Pero Unidad Popular no va a conseguir un gran resultado en las elecciones: ellos expresan únicamente el no, la denuncia. Son solo protesta, y no propuesta.
En esta rotura, ¿pesa la historia de la izquierda griega y sus muchas divisiones?
La historia de la izquierda griega no está marcada por las propuestas de un proyecto de gobierno. La izquierda siempre ha perdido en la historia griega, desde la guerra civil en adelante. Esta ha sido la primera vez en que hemos accedido al gobierno, pero no hemos tenido el poder. Son cosas distintas, estar en el gobierno y tener el poder. Para tener el poder se necesita conquistar y cambiar los mecanismos del Estado, que siguen aún en manos del viejo régimen, el de Nueva Democracia y del PASOK, que han gobernado durante 40 años después de la dictadura de los coroneles.
En estos siete meses, ¿ha intentado Syriza cambiar esos mecanismos?
No es fácil, se necesita tiempo. Hará falta empezar a hacer reformas en el Estado y en la economía.
¿Por dónde haría falta empezar?
El Estado, en Grecia, es enemigo de los ciudadanos. Será preciso derrotar a la burocracia. La evasión fiscal es un problema enorme, hemos de recuperar los capitales que han sido trasladados al extranjero. Habrá que acabar con la evasión, pero será preciso hacerlo con medidas concretas y con un esfuerzo continuo, una cosa que nunca se ha hecho.
En estos meses, ¿se ha hecho alguna cosa?
Sí, hemos empezado, pero necesitamos tiempo. Es algo que no se puede hacer de hoy para mañana. Por ejemplo, se han analizado las listas de evasores fiscales (lista Lagarde, etc.) y hemos activado las investigaciones por parte de los tribunales.
Hace pocos días, Stelios Pappas, entrevistado en “La Repubblica”, admitía que Syriza no ha trabajado lo suficiente en la construcción de un partido asentado en el territorio.
Es cierto. Hay una gran distancia entre el partido y la sociedad. No es posible que un partito cuente con poco más de 30 mil afiliados y lo haya votado el 36% de los ciudadanos. La brecha es demasiado grande. Significa que el partido no ha funcionado como debería. No se han tomado iniciativas para trabajar en el territorio, en los problemas que afectan a las personas: los trabajadores de las fábricas, el mundo rural, los pequeños empresarios… Significa que estamos lejos de los problemas cotidianos. El partido ha permanecido al margen de las exigencias de las masas populares. Es un problema que debemos resolver cuanto antes, de lo contrario nos convertiremos en un mecanismo electoral.
¿Ha intentado Syriza colmar esa brecha?
No, en absoluto. Por parte del grupo dirigente – no solo por parte de Tsipras – ha faltado la voluntad. Y ha faltado sobre todo conciencia de la existencia de este problema crucial. No se ha leído lo bastante a Berlinguer, y menos aún a Gramsci sobre la cuestión de la hegemonía.
¿Cuál ha sido entonces la estrategia de la dirección?
Se ha llevado a cabo nada más una campaña frontal contra los gobiernos anteriores, diciendo que cuando llegáramos al gobierno podríamos resolver los problemas. Es una estrategia que no tiene futuro. Y luego hemos tenido otro problema: el partido nunca se ha unificado de verdad. La decisión del último congreso para la unificación del partido no se ha aplicado a fondo. Los partidos y grupos pequeños, como los de Glezos, de Lafazanis y de Rinaldi, han querido mantener su propia autonomía y se han opuesto a integrarse de verdad en el partido.
¿Y ahora?
Ahora hemos madurado y estamos más preparados para afrontar los problemas de Grecia. Ha sido una madurez obligada, en cierto sentido.
¿No existe el riesgo real de que Tsipras acabe como Zapatero? ¿O se convierta en una especie di Renzi? ¿Y de que Syriza se extinga como partido y como experiencia política?
Sí, es un riesgo real. No es nuestro objetivo, lógicamente, pero existe el peligro de que el partido pierda su fisonomía. Depende de muchos factores.
¿Qué errores se han cometido en las negociaciones de estos meses?
Era una negociación muy, muy dura; pero – y se ha visto por los resultados – faltó una posición compartida por quienes llevaban las riendas de las conversaciones. Varoufakis tenía su idea, Tsakalotos una distinta, Dragasakis probablemente tenía otra aún. Y eso se paga.
¿Se equivocó Varoufakis en el modo de llevar la negociación?
En los primeros meses el partido lo apoyó, luego se comprendió que algo no iba bien. Perdimos mucho, demasiado tiempo. Tal vez, ya a finales de abril o primeros de mayo habríamos tenido que paralizar las negociaciones y convocar el referéndum, a fin de disponer de un mes de tiempo para poder llegar a un acuerdo. Varoufakis tuvo una parte de responsabilidad, pero también Tsipras, porque como primer ministro debía haber gestionado de un modo distinto la situación.
¿Y las recientes declaraciones de Varoufakis?
Varoufakis es una persona muy contradictoria. Un día dice una cosa, y el día siguiente se desmiente a sí mismo. Pretende ser siempre el centro de la atención. Es un buen economista, sin duda; pero no tiene experiencia política. Y eso se nota.
¿Ha traicionado Tsipras el programa de Salónica?
El programa de Salónica no ha sido abandonado. En estos meses se han votado algunas medidas en el Parlamento, como el problema de la crisis humanitaria, la posibilidad para los ciudadanos de saldar sus deudas con el Estado en cien plazos, la reapertura de la televisión pública ERT… Estas cosas se mantendrán también ahora, después de la firma del nuevo Memorándum.
En la campaña electoral un tema central será probablemente el problema de los refugiados.
Será muy utilizado por la derecha. No solo por Amanecer Dorado, que temo que puede alcanzar el 10%, sino también por Nueva Democracia, que dice solo que hay que cerrar las fronteras y desplegar el ejército. Es absurdo. Quieren atacar la política de Syriza sacando provecho de esta cuestión dramática.
¿Qué alianzas son posibles ahora?
Es un problema grave. Los partidos del establishment (Nueva Democracia, PASOK) tienen responsabilidades enormes en la situación en la que nos encontramos ahora. Syriza no formará nunca gobierno con ellos. No sé si los números nos permitirán formar un gobierno en solitario de Syriza. Existe la posibilidad de reproducir la alianza con ANEL, que, aunque muy distante de nosotros, se ha comportado con seriedad y corrección en el gobierno en los meses pasados. En cualquier caso, si Syriza no obtiene el 36-37% de los votos, será muy difícil encontrar una solución.
A la UE y a la troika les gustaría un gobierno Syriza – To Potami.
Diría que sí. Gustaría a la socialdemocracia europea. A Schulz sobre todo.
Formar un gobierno con To Potami, ¿no significaría hundir definitivamente a Syriza?
To Potami es un partido contradictorio. Está formado por sectores neoliberales, pero también por sectores que proceden del PASOK y de la izquierda democrática (Dimar). Es un conglomerado con diversos componentes y sin un programa claro. To Potami podría formar gobierno tanto con Nueva Democracia como con Syriza. En algunos temas sería posible incluso desarrollar políticas progresistas con ellos.
¿Debe hacer Syriza una autocrítica profunda?
Sin duda.
¿La está haciendo?
Tenemos pendiente un congreso abierto a la inscripción de nuevos miembros y a la inclusión de nuevos sectores de la sociedad, para discutir lo que se ha hecho hasta hoy y dónde queremos ir. Será necesario trabajar mucho en esa dirección.
¿Tiene confianza?
Soy siempre optimista. Prefiero ver el vaso medio lleno que no medio vacío.
[Publicado con la autorización del autor y de MicroMega. Traducido del italiano por Paco Rodríguez de Lecea]