Por ENRIC BERENGUER
Lo mínimo no es poco si puede expresar todo lo que queremos, sobre todo en una imagen, podemos hablar de minimalismo o ponerle cualquier otro adjetivo, pero simplemente ha de crear una sensación o ha de describir un momento, la fotografía nos permite hacer eso.
Vicky Ocaña es una fotógrafa sensitiva capaz de hacer eso, con los menos elementos posibles «ve» aquello que está «mirando» y lo convierte en fotografía, no es fácil. Entre fotógrafos se dice que antes de apretar el botón disparador la fotografía está hecha, pero no siempre es así, casi siempre el momento se escapa, basta que una hoja se mueva, que una línea no coincida con otra, que alguien pase por delante cuando no se la espera o que gire y desaparezca cuando se espera que sea parte de lo que se muestra. Se hacen muchas tomas para conseguir la deseada, pero cuando se ven fotografías como estas se entiende que lo que se ha hecho es esperar, esperar el movimiento del agua para obtener ese ritmo buscado, o bien esperar para que todo se encalme y tengamos la sensación de quietud absoluta, como en la fotografía «Calma», también el momento es muy exacto respecto a la luz, se espera y espera para que todo tome la textura deseada, luz y sombra trabajan al unísono para crear esas rugosidades que dibujan un paisaje en la piedra, la tierra o el agua. Y por fin el color, la luz nos da el color, y no siempre es igual, los objetos, el paisaje, las personas tienen un color distinto según la hora del día y decidir cual es el que se plasmará en la fotografía es una de las decisiones más difíciles para un fotógrafo, todas son interesantes.
Estas imágenes nos permiten entender que todo lo que vemos puede no ser mirado con la misma intensidad o interés, ver y mirar son dos cosas distintas, el fotógrafo ejercita constantemente el mirar, y cuanto más lo hace, más aprende, Vicky lo expresa con su cámara y con sus ideas cuando dice:
Miro a través de los árboles, me escondo en la hierba. Desde arriba o hacia arriba, a ras de suelo. No quiero perderme nada. Me gusta meterme dentro, en el camino, entre los árboles, tumbarme en la hierba, sentir el aire, oír a los pájaros, las risas, los pensamientos de los que pasean, oler la hierba y escucharla, sentir la fuerza del agua y contemplar cómo se mueve sin pausa, siguiendo su camino.
Espero que disfrutéis con estas fotografías.