Por ANDREU MISSÉ
Durante las últimas décadas la Unión Europea ha ido ocupando un papel creciente en la vida de los ciudadanos. Las leyes nacionales y las grandes decisiones económicas y sociales están cada vez más condicionadas por la normativa europea que crece sin cesar.
La comprensión de la Unión Europea resulta una misión imposible dada la elevada complejidad de sus instituciones, la abundancia de sus directivas y reglamentos y la multiplicidad de sus funciones que abruman a los ciudadanos. La consecuencia más preocupante de esta situación es el gran desconocimiento de la historia europea y de los motivos que llevaron a su creación.
Por estas razones resulta necesario volver a las raíces de la Unión Europea desde otra perspectiva para comprender las razones. Se trata de ofrecer otra visión más vital que tenga en cuenta las razones y propósitos que inspiraron a los hombres y mujeres que promovieron el proyecto europeo. Los nuevos desafíos que hoy afronta Europa sólo pueden afrontarse si se analizan a la luz de las ideas de sus promotores.
Los orígenes del proyecto europeo están estrechamente ligados a los ideales de intelectuales, escritores, pensadores y revolucionarios que perseguían la construcción de una sociedad más humanista, solidaria, en definitiva más justa para acabar con un mundo de desigualdad y opresión.
Se trata de ofrecer otra visión más vital que tenga en cuenta las razones y propósitos que inspiraron a los hombres y mujeres que promovieron el proyecto europeo
No obstante, la materialización de la idea europea en instituciones cada vez más complejas ha desfigurado a veces su imagen y eclipsado sus propósitos originales. Las corporaciones económicas cada vez más gigantescas y las fuerzas políticas convencionales han tratado de controlar y apropiarse de las instituciones europeas para mantener sus privilegios. Esta realidad ha favorecido los discursos anti europeos que han calado en amplios sectores de la sociedad.
Hay dos aspectos esenciales que hay que tener presente para comprender el proyecto europeo. En primer lugar, la Unión ha ido mutando sin cesar, transformándose y adaptándose en función de las necesidades de cada momento. Esta evolución ha estado muy condicionada desde su origen por las ideas políticas dominantes en cada momento. Por una parte, los primeros pasos de la integración estuvieron muy condicionados por el clima de la guerra fría de la posguerra europea de finales de los años 40 a consecuencia del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El apoyo decidido de Estados Unidos a los países europeos a través del Plan Marshall en 1947 permitió una rápida reconstrucción económica y afianzar la idea europea. Pero también reforzó la posición de Estados Unidos y Europa occidental ante Moscú. Este enfrentamiento creciente no fue bien visto por los sectores de la izquierda que simpatizaban con las políticas socialistas del gobierno soviético.
En segundo lugar, el desarrollo del proyecto europeo a partir de los años 80 estuvo muy influenciado por el pensamiento neoliberal conservador dominante que adquirió un notable apogeo tras las victorias electorales de Margaret Thatcher (1979) Ronald Reagan (1981).
El desarrollo del proyecto europeo a partir de los años 80 estuvo muy influenciado por el pensamiento neoliberal
A pesar de estos condicionamientos, la estructura democrática europea permitió ir avanzando en la defensa de los derechos humanos y sociales y desarrollar nuevas políticas como la lucha contra el cambio climático. En Europa está abolida la pena de muerte y la defensa de los derechos de las personas LGTBI se ha convertido en una de las prioridades máximas de la Unión como se demuestra con las medidas adoptadas contra los gobiernos de Polonia y Hungría que no respetan estos derechos fundamentales. Al mismo tiempo el modelo social europeo se ha convertido en un referente global, uno de cuyos logros es la elevada esperanza de vida, de 81 años, tres más que Estados Unidos.
Más significativo aún es que desde los años 90 la Unión Europea se haya convertido en el líder indiscutible en la defensa de la ecología y en batalla contra el calentamiento global, la defensa de la biodiversidad. Europa ha aprobado la legislación más exigente con más de 700 normas y consagrado esta materia en sus tratados constitucionales especialmente en el Tratado de Ámsterdam (1997). La realidad es que hoy la Unión está encabezando la lucha contra el cambio climático, el desafío más serio de la humanidad, un objetivo impensable en los primeros pasos de la andadura europea.
Europa nació sobre todo para evitar otra guerra. El logro indiscutible de la Unión ha sido sin duda la paz. Un resultado que solo se comprende en todo su valor si se sitúa en su contexto histórico. Hay que recordar que Europa era el territorio con mayor concentración de enfrentamientos armados del mundo. Las guerras habían arrasado el suelo europeo de manera espantosa y sistemática en 1870, 1914 y 1939, las dos últimas, las mayores conflagraciones mundiales que ha vivido la humanidad.
No obstante, lo que ahora resulta paradójico es que habiendo resuelto sus conflictos internos esté planteándose su rearme para hacer frente a un enemigo exterior. Las crisis en Ucrania y Bielorusia son cada día más inquietantes. Han sido muy significativas las advertencias del alto representante de política exterior y de seguridad de la UE, Josep Borrell, al manifestar crudamente que “Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”. La realidad es que Europa se rearma. Los presupuestos de la UE para el periodo 2021 -2027 incluyen por primera vez una partida para defensa de 13.800 millones de euros.
Pero los nuevos retos de Europa no se limitan a los aspectos de la defensa sino que alcanzan otros ámbitos estratégicos. La Unión se arriesga a lo que Borrell ha llamado “un encogimiento estratégico” que se percibe desde tres puntos de vista. “En primer lugar, nuestro alcance económico está cada vez más circunscrito. Hace 30 años la UE representaba una cuarta parte de la riqueza mundial; dentro de 20 años representará poco más del 10%. Nuestra contracción demográfica es similar: a finales de este siglo, Europa representará menos del 5% de la población mundial. Y lo que es más importante, algunos de nuestros competidores económicos tienen valores diferentes a los nuestros, lo que supone una amenaza para nuestro poder normativo”.
La realidad es que Europa se rearma. Los presupuestos de la UE para el periodo 2021 -2027 incluyen por primera vez una partida para defensa de 13.800 millones de euros
Por todos estos desafíos quizá sea relevante conocer algunos de los acontecimientos más relevantes que cimentaron la historia europea porque pueden servir de inspiración para hacer frente al futuro. Son hechos de los que casi nunca se habla en los relatos oficiales que contrastan con la imagen burocrática, con todo el respeto para los funcionarios, que se difunde de la Unión.
Este relato toma como punto de partida el Manifiesto de Ventotene que tanto por su contenido democrático como por su carga épica siempre resulta estimulante para saber de dónde venimos y para tratar de seguir su camino.
Antifascistas por una Europa Libre y Unida en 1941. Hace 80 años, en plena Segunda Guerra Mundial, tres militantes antifascistas italianos confinados por el gobierno de Mussolini en la isla de Ventotene, escribieron un clarividente documento político y social que sería decisivo para avanzar hacia la federación y unificación europea. El conocido como El Manifiesto de Ventotene, por una Europa Libre y Unida, fue redactado por Altiero Spinelli, entonces un joven comunista con un ya largo historial de detenciones, y el periodista y político Ernesto Rossi en el verano de 1941. El texto fue completado y editado por el joven filósofo Eugenio Colorni, que había compartido las reflexiones de sus compañeros en el cautiverio de Ventotene.
El manifiesto, escrito en papel de fumar y con una letra minúscula, pudo llegar a la resistencia italiana y lograr su difusión gracias a Ursula Hirschmann esposa de Colorni, que fue asesinado por los fascistas tres años después. El manifiesto contenía mensajes muy directos: Abogaba por “la definitiva abolición de las divisiones de Europa en Estados soberanos”. Sostenía que “todos los hombres razonables reconocen ya que no se puede mantener un equilibrio de Estados europeos independientes”. Por eso los autores consideraban que “encontrarían en la Federación Europea la más sencilla solución”. La Europa libre y unida que propugnaban trataba de retomar “el proceso histórico contra la desigualdad y los privilegios sociales”. Y afirmaba que “la revolución europea, para responder a nuestras exigencias, deberá ser socialista, esto es, deberá proponerse la emancipación de las clase trabajadoras y la obtención para éstas, de condiciones de vida más humanas”.
La solidaridad más fuerte que los nacionalismos, 1950. Una década después, en mayo de 1950, Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, pronunció un discurso decisivo para la construcción europea. Schuman, de origen luxemburgués, ciudadano alemán hasta que, en 1918 Lorena volvió a formar parte de Francia, logró escapar de los nazis en 1942. En su libro Por Europa (1950) proclamó que “nuestras fronteras dentro de Europa tendrán que ser cada vez menos una barrera en el intercambio de ideas, personas y bienes. El sentimiento de solidaridad de las naciones será más fuerte que los nacionalismos ya superados”.
Las ideas sobre la necesidad de una unificación de Europa ya habían sido anticipadas en el siglo anterior. Las encontramos en el pensamiento de hombres como el filósofo y socialista utópico Henri de Saint – Simon, (1814), el periodista y político Giuseppe Mazzini, (1834); el dramaturgo y novelista romántico Victor Hugo (1848); el filósofo y revolucionario Pierre – Joseph Proudhon, (1863) y el político y presidente de la Primera República Española Francesc Pi Margall (1873) entre otros. Cuando pensamos en Europa deberíamos tener presente las ideas de estos espíritus inquietos, movidos por un fuerte sentimiento humanista que desde distintos puntos de vista pretendían una sociedad más libre e igualitaria.
Cuando nació el primer Tratado de Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), (1951), entre Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Luxemburgo e Italia, el objetivo era, en palabras de Robert Schuman, hacer que “cualquier guerra entre Francia y Alemania…no sólo sea impensable sino materialmente imposible”
Control de la producción del carbón y acero para impedir la guerra. 1951. Tras lasegunda guerra mundial (1939 – 1945), la escasez de carbón exigía alguna solución para su mejor reparto. La puesta en común de su producción, junto a la del acero necesario para la fabricación de armamento, fue la manera de conseguir que la vuelta a la guerra fuera imposible. En la Declaración de 9 de mayo de 1950 de Schuman se precisaba que la producción en común de carbón y acero “se ofrecerá a todo el mundo sin distinción ni exclusión. Europa, podrá con mayores medios, proseguir la realización de una de sus tareas esenciales: el desarrollo del continente de África”. La clarividente visión de Schuman en 1950 fue tan extraordinaria como lamentable la actitud de sus sucesores que no fueron consecuentes con ella.
Fue el primer ejemplo de cómo una crisis forzaba un acuerdo. Una característica que se repetirá constantemente en la historia de la Unión. Así nació el primer Tratado de Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), (1951), entre Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Luxemburgo e Italia. El objetivo en palabras de Schuman era hacer que “cualquier guerra entre Francia y Alemania…no sólo sea impensable sino materialmente imposible”.
Derechos iguales para todos, 1952. Al año siguiente, en 1952, se produce un acontecimiento que no siempre se ha comprendido en toda su profundidad. La creación del Tribunal de Justicia para interpretar el Tratado CECA, una competencia que luego se ampliará a los sucesivos tratados que se irán firmando. Esto significa que la integración europea en sus distintas fases es desde sus orígenes una construcción de derecho. Un derecho con dos características fundamentales. En primer lugar, la aplicación directa de las normas comunitarias a todos los ciudadanos desde 1963. En segundo lugar, el derecho europeo tiene primacía sobre los derechos nacionales desde 1964. Estos atributos tienen una relevancia extraordinaria sobre todo para países como el nuestro, salidos de una dictadura, cuya protección de los derechos humanos, civiles, sociales y de los consumidores han sido siempre muy inferiores a los de Europa. Sin duda por esta razón los españoles han sabido siempre intuitivamente que les convenía estar en Europa, a pesar de los errores y contradicciones en que haya incurrido la Unión.
La realidad es que durante la última década los ciudadanos han visto aumentar significativamente sus derechos gracias a las preguntas de los tribunales españoles al Tribunal de Justicia de la UE sobre la adecuación de las leyes nacionales al derecho europeo. Las respuestas del TJUE han obligado a modificar, mejorándola, la normativa y la jurisprudencia del Tribunal Supremo en numerosas ocasiones.
La importancia del derecho en la construcción europea es especialmente relevante porque el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE, con sede en Luxemburgo) tiene también en cuenta las resoluciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), (Estrasburgo), aunque no exista vinculación formal entre ambos. Un ejemplo de ello se vio en 2014 cuando el TJUE declaró que la vivienda es un derecho fundamental en la Unión, (caso Monika Kusionová). Una declaración de la que todavía no han tomado nota nuestros legisladores ni el Tribunal Constitucional. Anteriormente el TJUE ya había dictado resoluciones relevantes en el ámbito social. En 1965 clarificó los derechos de los trabajadores migrantes (caso Dekker) y en 1976 sostuvo la aplicación directa del principio de igualdad salarial entre hombre y mujeres (caso Defrenne). En general el tribunal europeo ha sido favorable a los trabajadores. No obstante, también ha pronunciado sentencias decepcionantes como los casos de Viking y Laval, Laval (2007) en las que el Tribunal de Justicia situó el derecho a huelga en una posición de inferioridad a la libertad de establecimiento de las empresas. Una materia sobre la que afortunadamente no ha vuelto a pronunciarse como señaló el profesor Joaquín Pérez Rey.
En general el tribunal europeo ha sido favorable a los trabajadores
El historiador marxista Eric Hobsbawm en un debate con su discípulo Donald Sassoon, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en 2007, destacó la relevancia del TJUE. Para Hobsbawm el tribunal europeo era semejante al Supremo estadounidense, con un poder judicial que actúa en toda Europa que “se considera superior a la ley local en algunos aspectos importantes”. Sassoon señaló el hecho de que “la pena capital ha sido abolida” y que esto era quizá “una de las pocas cosas de las cuales un europeo puede sentirse todavía orgulloso”.
Solidaridad obrera europea, 1956. Un acontecimiento poco conocido en la historia convencional de la Unión Europea es el tremendo impacto político que tuvo la catástrofe minera de Bois de Cazier en Marcinelle, Charleroi, (Bélgica) del 8 de agosto de 1956. Fue un accidente que conmocionó a toda Europa que costó la vida de 262 mineros de 12 nacionalidades distintas, la mayor parte italianos (136). El accidente puso al descubierto las duras condiciones de trabajo y la importancia de los trabajadores inmigrantes. El gobierno de Roma rompió el acuerdo que había establecido con Bélgica en 1946 por el que Italia proporcionaría mano de obra a cambio de cinco toneladas de carbón por trabajador y mes. La catástrofe propició un fuerte movimiento de solidaridad iniciado por los abogados de los mineros, a iniciativa del grupo Notre Solidarité, que contó con la colaboración de las entidades italianas INCA y ACLI. Para algunos observadores “La Unión Europea nació aquí”.
La Comunidad económica europea, 1957. En marzo de 1957 los mismos seis países, que habían acordado unificar su producción de carbón y acero, firmaron en Roma los Tratados de la Energía (EURATOM) y de la Comunidad Económica Europea (CEE). Este es el acontecimiento que en general se toma oficialmente como arranque del proyecto europeo. Fue la respuesta al fracaso de los intentos de crear la unión política (1953) y de la Comunidad europea de la defensa (1954). El acuerdo para arrancar sólo fue posible en asuntos económicos. Un nuevo ejemplo de que los avances en Europa siempre van precedidos de sonoros tropiezos.
Apoyo a los agricultores pobres, 1962. Una de las primeras iniciativas europeas concretas fue la Política Agraria Común, (PAC). El objetivo fue elevar la renta de los agricultores, cuyos ingresos eran inferiores en un 40% a los de los trabajadores de otros sectores. Hasta 1990, la PAC representó el 60% del presupuesto comunitario. Una partida que ha ido descendiendo posteriormente y que actualmente significa el 40% del gasto total. La realidad es que después en su aplicación práctica la PAC ha beneficiado también a los grandes terratenientes. Francia ha sido el país más beneficiado. Por este motivo, en determinados círculos políticos se interpretó que la política agrícola común había sido el mecanismo ideado para que Alemania contribuyera a reparar los daños causados durante la segunda guerra mundial.
Los avances en Europa siempre van precedidos de sonoros tropiezos
Los reiterados rechazos de De Gaulle al Reino Unido, 1963. La década de los años sesenta fue en buena parte un tiempo perdido para la construcción europea. Este periodo estuvo muy condicionado por el enfrentamiento entre Francia y Reino Unido. En 1963 el general Charles De Gaulle, presidente de Francia, vetó la entrada de Reino Unido a la Comunidad Económica Europea, (CEE). La crisis bloqueó las negociaciones que se habían iniciado con otros países. La situación se agravó en 1965 cuando Francia abandonó las negociaciones sobre la financiación de la PAC. Francia presionó con la política de la “silla vacía”, no participando en las reuniones de los líderes europeos durante siete meses. En 1967 el presidente francés volvió a vetar el ingreso del Reino Unido.
La actitud de Francia hacia el Reino Unido resultó bastante sorprendente por tratarse de un país que había llevado en solitario el mayor peso de la lucha contra el nazismo con notable heroísmo durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Una postura que contrasta con el emotivo discurso europeísta pronunciado por el ex primer ministro británico, Winston Churchill en Zurich en septiembre de 1946. El político inglés proclamó entonces: “Tenemos que construir una especie de Estados Unidos de Europa, y sólo de esta manera cientos de millones de trabajadores serán capaces de recuperar las sencillas alegrías y esperanzas que hacen que la vida merezca la pena. El proceso es sencillo. Todo lo que se necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en lugar de hacer el mal y obtener como recompensa bendiciones en lugar de maldiciones”.
El discurso de Churchill tuvo una notable influencia y propició la celebración del Congreso de La Haya en mayo de 1948, que fue presidido por él mismo. El Congreso, que contó con 750 delegados y observadores, reunió a las principales corrientes europeístas y federalistas del momento. La Comisión Política estuvo confiada a Paul Ramadier, antiguo presidente del consejo francés; la Económica, al cristiano liberal belga, Paul Van Zeeland y la de Cultura al liberal Salvador de Madariaga, asistido por Denis de Rougemont. El Congreso de La Haya acordó la coordinación de los movimientos europeístas existentes en aquel momento.
El proyecto europeo crece, 1973. Tras la retirada de De Gaulle como presidente de la República en 1969 se retomaron las negociaciones de ampliación de la Comunidad Económica Europea, (CEE) con los países que lo habían solicitado, Irlanda, Dinamarca, Reino Unido y Noruega. La primera ampliación se formalizó en 1973 cuando se incorporan Dinamarca, Irlanda y Reino Unido. Los noruegos, sin embargo, rechazaron sumarse al proyecto en un referéndum en el que un 53,5% votó en contra. En 1981, entró Grecia y en 1986, con el ingreso de España y Portugal, la CEE quedó constituida por 12 Estados miembros.
Buscando la estabilidad de las monedas, 1979. En 1971 Estados Unidos provocó una fuerte crisis monetaria cuando su presidente Richard Nixon anunció el fin de la convertibilidad entre el dólar y el oro, que se había establecido en Bretton Woods (1944). La decisión provocó una gran inestabilidad en los mercados monetarios. Para solventar la crisis en Europa nacieron varias iniciativas para estabilizar las monedas. Primero mediante la llamada serpiente monetaria europea (1972) y después con el Sistema Monetario Europeo en 1979. El sistema limitaba hasta un 2,5% las oscilaciones de los tipos de cambio entre las monedas que participaban en el acuerdo. La realidad impuso que los temas monetarios cobraran un relevancia extraordinaria y se impusieran sobre otros aspectos de la vida política y social.
Los europeos eligen a sus diputados, 1979. Por primera vez los europeos eligieron a sus 410 representantes en el parlamento europeo en junio de 1979. Fue la primera elección internacional de la historia. Ganaron los socialdemócratas con 113 eurodiputados, seguidos por los democristianos del Partido Popular con 107 escaños. La liberal francesa, Simone Weil, superviviente del holocausto tras su deportación en Auschwitz, jurista del máximo prestigio, fue elegida la primera presidenta del Parlamento Europeo. Es notoria la presencia de personalidades víctimas del nazismo en puestos relevantes de las instituciones.
Una semana de trabajo perdida cada año, 1983. A principios de los años 80 el proceso de integración se encontraba bastante estancado. El Parlamento Europeo encargó un estudio a los economistas Michel Albert y James Ball para que averiguasen el coste de la falta de un auténtico mercado común. El resultado del llamado informe Albert – Ball, en 1983, es impactante. La ausencia de un auténtico mercado común significaba que “cada trabajador de Europa trabajaba una semana cada año para pagar la No Europa, lo que supone un coste adicional de aproximadamente un 2% del Producto Nacional Bruto (PNB). Unos años más tarde, en 1988, se realizó un nuevo estudio, conocido como el informe Cecchini, que adquirió más difusión y que elevó al 4,5% (y que podría alcanzar el 6,5%) la ganancia que se podría generar si se lograba finalizar el mercado común o mercado interior.
Nuevo impulso federal de Spinelli, 1984. La abnegada lucha de Spinelli por reforzar la integración europea durante los años de clandestinidad continuó con más intensidad si cabe cuando pudo realizarla desde la legalidad. Miembro del Parlamento Europeo desde su constitución, como presidente de la Comisión Institucional, Spinelli impulsó un proyecto de Tratado en 1984 que se fijó como objetivo la consecución de una Unión Federal. La propuesta incluía la generalización de la toma de decisiones en el Consejo por mayoría cualificada, lo cual hubiera puesto fin a la paralizante exigencia de unanimidad en las materias más importantes.
El ímpetu de Jacques Delors sacude Europa, 1985. En 1984, por primera vez en su historia, la Comisión Europea se encuentra con un serio problema de déficit presupuestario. Este desafío y la necesidad de avanzar hacia una mayor integración que había puesto de manifiesto el informe Albert – Ball prepararon el terreno para los planes de Jacques Delors, que como presidente de la Comisión Europea, (1985 – 1994) imprimió un gran revulsivo a la integración europea. En su discurso inaugural anunció solemnemente su objetivo de suprimir todas las fronteras interiores del mercado interior europeo para 1992. Para ello elaboró un Libro Blanco “La consecución del mercado interior”, para salir del atasco. En sustancia se trataba de eliminar todos los obstáculos que impedían la circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. Eran los principios que ya se habían establecido en el Tratado de Roma de 1957 pero que apenas se habían desarrollado. Delors imprimió un nuevo impulso para avanzar hacia la unión política y económica y el fomento del diálogo social con la participación de los sindicatos y la patronal.
Una de las mayores contradicciones del proceso de integración europea es que, a medida que se profundizaba, aumentaba inevitablemente su complejidad alejándose de los ciudadanos
Refuerzo del Parlamento y más agilidad de la UE, 1986. Las ideas de Delors se materializaron en primer lugar con el Acta Única Europea aprobada en 1986 que significó una reforma de los Tratados. Se amplió el número de materias que se podían aprobar por mayoría cualificada que hasta entonces habían requerido la unanimidad. El parlamento europeo ganó peso y se aprobó la primera base jurídica para una política común de medio ambiente para proteger la salud. La Comisión aumentó sus competencias en materia de cohesión económica y social y cooperación monetaria. Eran pequeños pasos de contenido muy jurídico que ya resultaban difíciles de valorar y comprender por los ciudadanos. Una de las mayores contradicciones del proceso de integración europea es que, a medida que se profundizaba, aumentaba inevitablemente su complejidad alejándose de los ciudadanos.
Erasmus, los estudiantes cruzan la frontera, 1987. La huella de la Comisión Delors se aprecia en muchos ámbitos. La sentencia del TJUE del caso Gravier, (1985) abrió la puerta al intercambio de estudiantes de enseñanza superior entre distintos países. En 1987 se aprobó el programa Erasmus que se convertirá en una de las iniciativas más exitosas de la Unión. En los primeros 30 años de su funcionamiento participaron más de nueve millones de personas, de los que 4,4 millones eran universitarios, 1,3 millones estudiantes de formación profesional y 1,8 millones personal docente y animadores juveniles. La Comisión presidida por Ursula Von Der Leyen ha anunciado para 2022 el programa ALMA, equivalente al Erasmus, dedicado al mundo profesional.
Viajar por Europa sin controles en las fronteras, 1990. En 1990, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, firmaron un convenio que complementó un acuerdo anterior, alcanzado en la localidad luxemburguesa de Schengen en 1985 por el que se suprimieron los controles en las fronteras. El convenio permitió a las personas circular libremente dentro de los países del denominado Espacio Schengen, que entró en vigor en 1995 y del que forman parte actualmente los países de la Unión Europea, a excepción de Croacia, Rumanía y Bulgaria e Irlanda y al que se han adherido, Suiza, Noruega e Islandia.
Empieza el largo camino del euro, 1991. En diciembre de 1991 en la ciudad holandesa de Maastricht, se celebró una cumbre de los líderes europeos en la que se acordó un nuevo Tratado conocido con el nombre de esta población y denominado oficialmente Tratado de la Unión Europea. En el nuevo tratado los Estados miembros se comprometieron a realizar la unión monetaria y a la creación de la moneda única, el euro. El tratado, firmado en 1992, entró en vigor en 1993 y en los años siguientes se fueron creando los instrumentos necesarios para cumplir estos objetivos. Así se creó el Instituto Monetario Europeo (1984) que funcionó hasta 1988 cuando se constituyó el Banco Central Europeo, (BCE) que asumió sus recursos.
El BCE se creó al estilo del banco central alemán Bundesbank, como una entidad independiente y cuya misión fundamental será asegurar la estabilidad de los precios. Una característica que le diferencia significativamente de la Reserva Federal de Estados Unidos que tiene un doble mandato: el control de la inflación y la consecución del pleno empleo.
El Tratado de Maastricht, sin embargo, significó un avance importante en la democratización y el funcionamiento de la Unión. Así se incluyó por primera vez una referencia expresa a los derechos y libertades fundamentales. Por otra parte, se adoptó el sistema de codecisión para la aprobación de las normas europeas. Esto significaba que la mayoría de directivas y reglamentos deberían aprobarse por el Parlamento Europeo y el Consejo. Además se incorporaron al Tratado nuevas materias como un protocolo social, que no fue obligatorio para el Reino Unido, al obtener el llamado opting out. El protocolo hace referencia especialmente a la salud de los trabajadores y a las condiciones de trabajo.
España obtuvo la creación de un fondo de cohesión para financiar proyectos medioambientales e infraestructuras que reforzaran las conexiones europeas. Los beneficiarios serían los países cuya Renta Nacional Bruta fuera inferior al 90% de la renta media de la Unión. Los primeros beneficiarios fueron Irlanda, España, Grecia y Portugal. En la primera etapa España fue el mayor beneficiado de los fondos europeos, puesto que actualmente ocupa Polonia. En los primeros 25 años transcurridos desde la integración en Europa, (1986) España ha recibido unas transferencias netas de unos 90.000 millones de euros. Las transferencias medias representaron un promedio del 0,8% del PIB durante muchos años.
La construcción del modelo social europeo no fue exclusivamente una labor de las iniciativas de los eurodiputados y las propuestas de la Comisión Europea. En este campo desempeñaron un papel relevante las movilizaciones y manifestaciones organizadas por la CES y otros sindicatos entre 1996 y 2002, en varias ciudades europeas por el pleno empleo, la democratización de la Unión y la igualdad de derechos de hombres y mujeres
El apoyo crítico de los sindicatos, 1992. La Confederación Europea de Sindicatos (CES) nacida en 1973, con notable retraso respecto a la patronal UNICE (1961), mantuvo un sí crítico al Tratado de Maastricht. Defendía la moneda única porque la consideraba necesaria, pero mediante un “sí crítico”, por los escasos avances, como han señalado Juan Moreno y Emilio Gabaglio en El reto de la Europa social. En 1992, Antonio Gutiérrez, secretario general de Comisiones Obreras, escribió un ensayo Los aspectos sociales de la construcción Europea, en el que manifestó : “La construcción europea iniciada en los años cincuenta hasta el día de hoy ha estado impregnada de una filosofía neoliberal – o simplemente liberal cuyo principal objetivo ha sido el garantizar el buen funcionamiento del mercado a través de la eliminación de las trabas impuestas a la libre competencia”. Gutiérrez precisó “lo que en ningún caso asumiremos, es que con la excusa de los compromisos adquiridos en Maastricht, pretendan flexibilizar aún más el mercado de trabajo y rebajar los niveles de protección social o que renunciemos a derechos adquiridos”.
Las marchas europeas de parados, 1996 -2000. La construcción del modelo social europeo no fue exclusivamente una labor de las iniciativas de los eurodiputados y las propuestas de la Comisión Europea. En este campo desempeñaron un papel relevante las movilizaciones y manifestaciones organizadas por la CES y otros sindicatos entre 1996 y 2002, en varias ciudades europeas por el pleno empleo, la democratización de la Unión y la igualdad de derechos de hombres y mujeres.
Un instrumento contra los abusos bancarios, 1993. El proceso de integración europea, planteó nuevos problemas. Había que asegurar que las mismas normas se aplicaban en todos los Estados. El 5 de abril de 1993 el Consejo aprobó la Directiva sobre las cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. El texto señalaba claramente un doble propósito: “asegurar el establecimiento del mercado único” y consideraba que para “proteger al ciudadano en su papel de consumidor …. es indispensable eliminar las cláusulas abusivas de esos contratos”. La directiva ha tenido un impacto extraordinario mucho mayor al que nadie había imaginado debido a la abrumadora presencia de cláusulas abusivas en los contratos celebrados con los consumidores.
Los abusos de los bancos en este tipo de contratos no negociados, denominados contratos de adhesión, han sido estudiados por el registrador de la propiedad Carlos Ballugera, presidente del Consejo de Consumidores y Usuarios, quien ha detectado un centenar de cláusulas abusivas distintas en los préstamos hipotecarios. Las normas comunitarias han sido decisivas para que los ciudadanos tomaran conciencia de sus derechos y los ejercitaran ante los supervisores y los tribunales. El ejemplo de España es asombroso. En la última década los jueces españoles han dictado más de 500.000 sentencias condenando a los bancos por la inclusión en cláusulas abusivas especialmente en los préstamos hipotecarios para la adquisición de la vivienda. La Unión ha dictado numerosas directivas sobre la protección de los consumidores, ocho de las cuales constituyen un cuerpo fundamental en el que tratan desde las prácticas comerciales desleales a los préstamos para bienes inmuebles.
La UE consagra su compromiso medioambiental, 1997. Durante los años noventa aumentó notablemente el compromiso europeo en su lucha contra el cambio climático. El Tratado de Ámsterdam de 1997 estableció la obligación de integrar la protección medioambiental en todas las políticas sectoriales de la Unión con miras a promover el desarrollo sostenible. Después con el Tratado de Lisboa (2009) la lucha contra el cambio climático pasó a ser un objetivo de la Unión. Lo cierto es que la UE se ha convertido desde los años 90 en “el líder ecológico global” tras haber adoptado más de 700 textos legales, como ha señalado el economista Éloi Laurent, investigador principal del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE). Lo más importante precisa el investigador francés es que la UE se ha dotado de una legislación “que tiene un poder normativo global”. Y subraya que “La UE fue la primera región del mundo en escribir en sus propias leyes los elementos fundamentales del consenso científico sobre el cambio climático”.
La política europea y sus medidas sancionadoras en Medio Ambiente han sido fundamentales para muchos países, especialmente para España, para avanzar en la depuración de sus aguas residuales, asegurar la protección de aves y la defensa general del medio ambiente.
La UE fue la primera región del mundo en escribir en sus propias leyes los elementos fundamentales del consenso científico sobre el cambio climático
Esta percepción está cada vez más extendida entre los ecologistas más comprometidos en la defensa del medio ambiente. Enric Amer, militante histórico de Acció Ecologista -Agró, de la La Plana Baixa y Camp de Morvedre, con más de 30 años de compromiso medio ambiental es muy categórico al destacar la relevancia del papel de la Unión Europea. “Nosotros”, asegura, “toda nuestra actividad se centra en que se efectúe la transposición de las directivas europeas de medio ambiente a la legislación española y después que las autoridades cumplan esta legislación”. “Sin Europa”, apostilla, “habríamos sufrido grandes desastres”.
Una crisis financiera y del euro traumáticas. 2007 – 2012. El euro fue introducido finalmente como moneda única y adoptado por 11 países, entre ellos España en 1999. En 2002 empezó la circulación de los nuevos billetes. La nueva moneda nacía con muchas deficiencias, la principal carecer de un Tesoro que la respaldase. La Unión Económica y Monetaria había nacido con una sola pata, la monetaria. Le faltaba el soporte fiscal. La deficiencia se podría sintetizar en que era una moneda sin Estado y sin instrumentos que la apoyasen.
Cuando la crisis financiera de 2007 de Estados Unidos, que había sido provocada por las malas prácticas bancarias, contagió a Europa, las deficiencias del euro quedaron al descubierto. En Europa la conducta de los bancos había sido igualmente irresponsable con la concesión temeraria de préstamos, que los supervisores fueron incapaces de detectar y mucho menos de impedir.
La crisis alcanzó especial gravedad cuando se convirtió en una crisis de deuda a partir de 2009 con la depresión de Grecia. A diferencia de Estados Unidos, la Unión carecía de instrumentos para salvar a los Estados y a los bancos con dificultades. No pudo ni siquiera remediar la situación de un pequeño país como Grecia cuya economía apenas representaba el 2,5% de la zona euro.
La crisis financiera en España provocada por las prácticas irresponsables de los bancos europeos que financiaron a las entidades españolas que, a su vez, incumplieron las mínimas reglas de prudencia ha tenido un dramático coste para el país. Las pérdidas ocasionadas a los contribuyentes han alcanzado los 58.415 millones de euros. España es el país con las pérdidas más elevadas y lo peor es que en nuestro caso es un dinero que ya se da por perdido. Además unos 700.000 ahorradores a los que los bancos habían colocado productos engañosos como las participaciones preferentes han perdido unos 15.000 millones. La concesión de préstamos sin garantías creó una burbuja crediticia que a su vez propició una gran burbuja inmobiliaria. El pinchazo de ambas burbujas provocó un hundimiento de los precios, crisis bancarias y lo peor de todas la crisis, una oleada de desahucios que destrozó la vida de más de 400.000 familias en España.
La crisis forzó a Europa a dotarse de los instrumentos de los que carecía. De forma improvisada creó fondos europeos para rescatar a los países y a los bancos en dificultades como fueron los casos de Grecia, Irlanda, Portugal, Irlanda, España y Chipre. En el sistema euro no había herramienta alguna para este tipo de situaciones. Se constituyeron así en 2010 el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, (MEEF, 60.000 millones de euros) y el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) de 440.000 millones de euros, de carácter temporal. Posteriormente se constituyó un fondo permanente el Mecanismo Europeo de Estabilidad Europea (MEDE) que en 2012 alcanzaría una capacidad de 700.000 millones de euros.
El austericidio, el error imperdonable de la UE, 2011 -2012. Los planes de ayuda a los países en crisis fueron acompañados de unos Memorandos de Entendimiento que contenían unas implacables e injustas medidas de austeridad, que exigieron el recorte de ahorros a los preferentistas y recortes drásticos en los servicios de sanidad, servicios sociales y pensiones, que castigaron particularmente a las familias más vulnerables. El ajuste profundizó la crisis económica y social. La gestión de la crisis reveló además el desconcierto de las autoridades. El presidente del BCE Jean- Claude Trichet cometió el error de subir los tipos de interés el 3 de julio de 2008, por el repunte registrado en la inflación, sin comprender la profundidad de la crisis financiera que se estaba generando.
En la crisis de 2008, el BCE salvó el euro, salvó a los bancos, pero a un coste terrible para la mayoría de los ciudadanos que habían quedado fuera de su manto de protección
Al quedar al descubierto los estragos causados por la crisis muchos expertos especialmente estadounidenses pronosticaron el estallido del euro. La moneda única fue salvada sin embargo por el nuevo presidente del BCE, Mario Draghi cuando en julio de 2012. El nuevo mandatario aseguró solemnemente en Londres que “el BCE hará todo lo necesario para sostener el euro”. Efectivamente, el BCE salvó el euro, salvó a los bancos, pero a un coste terrible para la mayoría de los ciudadanos que habían quedado fuera de su manto de protección.
La justicia europea echa un cable a los desahuciados. 2012. A finales de 2012, la situación de crisis es ya insostenible. Los desempleados rozan los seis millones de trabajadores y las ejecuciones hipotecarias que en su mayoría terminan en desahucios han alcanzado a las 350.000 familias. El clima llega a la máxima tensión cuando la ex concejal socialista Amaia Egaña, de 53 años, se suicida momentos antes de que la comisión judicial ejecutara una orden de desahucio. En aquellos momentos, cuando parecía todo perdido la Abogada general del TJUE publicó sus conclusiones sobre un desahucio anterior en Martorell, desde el que el magistrado José María Fernández Seijo había preguntado sobre la adecuación de la normativa española. Kokott fue contundente al afirmar que la legislación española, que permitía iniciar el desahucio con el solo impago de un recibo de la hipoteca, era contraria a la normativa europea. Fue el inicio de una catarata de preguntas al TJUE cuyas respuestas han obligado a cambiar las leyes españolas reiteradamente.
Las sorprendentes recetas del BCE, 2014. El 4 de septiembre de 2014 el BCE, rebajó los tipos por enésima vez hasta el 0,05% y dio las primeras pistas para su plan de compras masivas de deuda pública y privada conocida como (quantitative easing). Un ejemplo más de cómo la crisis ha forzado la creación de nuevas instituciones que configuran la arquitectura europea. Por cierto, es bueno recordar que el BCE fue creado en 1988, unos 37 años después del primer tratado de la UE. La Reserva Federal no fue creada hasta 1913, unos 126 años después de la Constitución de Estados Unidos (1787). Ahora existe una gran incertidumbre en el BCE. Los países están cargados de deuda y la inflación se ha disparado hasta el 5%. La presidenta Christine Lagarde tiene que decidir si mantiene o sube los tipos de interés y si continúa las compras masivas de deuda.
La crisis migratoria en 2015. Ese año más de 1,8 millones de personas llegaron a Europa, la mayoría procedentes de los países en guerra, principalmente Siria, Irak y Afganistán. El coste humanitario ha sido incalculable, en la travesía del Mediterráneo perdieron la vida 3.771 personas, según la Oficina Internacional para las migraciones (OIM). Muchos países introdujeron controles en sus fronteras. La gran excepción europea fue la Alemania de Merkel, que acogió a más de 1,1 millones de demandantes de asilo, de los que un 40% procedían de Siria. La Unión sigue sin tener una política de inmigración. La crisis continúa en 2021 con nuevos focos de conflicto en el Canal de la Mancha y la frontera entre Bielorusia y Polonia.
Antes de la crisis de 2015 sólo tres países habían levantado vallas en sus fronteras exteriores para impedir la llegada de emigrantes y refugiados. Hoy día son 10 los estados europeos que han construido muros en sus fronteras externas.
La crisis climática y sobre todo las guerras han agudizado el problema. Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM) un total de 281 millones de personas emigraron de sus países de origen en 2020, a pesar del dramático impacto de la pandemia. A diferencia de lo ocurrido con el cambio climático, en materia de emigración es incapaz de establecer una política migratoria común. Las divisiones entre países siguen impidiendo alcanzar un acuerdo sobre el Pacto europeo sobre Migraciones y Asilo. El número de cruces fronterizos irregulares en los primeros nueve meses de este año en Europa ha superado los 120.000, un 55% más que el año anterior. En la Unión Europea, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) está acelerando las expulsiones devolviendo los migrantes en situación irregular. En la primera mitad del año, ha ejecutado 8.239 retornos forzosos, la cifra más elevada de los últimos seis años. Existen serias sospechas sobre la actuación de Frontex y sus conexiones con la Guardia Costera de Libia a la que avisa de las embarcaciones descubiertas en el mar para que sean capturadas antes de que puedan recibir ayuda humanitaria. En materia de inmigración, la Unión y muchos de sus Estados tienen un serio problema por no respetar los derechos humanos. Un asunto grave que puede estallar en cualquier momento.
El golpe del Covid 19 y la respuesta de la UE, 2021. Cuando muchos de los países europeos todavía no se habían recuperado de los estragos de la crisis financiera, una terrible pandemia, el Covid -19, sacudió al mundo entero y puso contra las cuerdas de nuevo a las instituciones europeas. La pandemia provocó una crisis económica sin precedentes, con un parón total de la actividad y cientos de millones de desempleados. En esta ocasión, sin embargo, la respuesta de la unión ha sido completamente distinta. Parece que se aprendió la lección de no repetir los errores del pasado y de nuevo se cumplió el viejo eslogan de que Europa avanza con las crisis.
En julio de 2020, la UE aprobó un fondo de recuperación que inyectará más de 800.000 millones de euros para reactivar las economías. La financiación se realizará con endeudamiento común de todos los estados, es decir con eurobonos. Se rompió así un tabú que parecía de imposible superación y al que se había acogido la propia canciller alemana Angela Merkel. España recibirá 140.000 millones de euros de los que la mitad son a fondo perdido. Se ha reflexionado muy poco sobre su significado. La Comisión ya ha aprobado el primer tramo de 10.000 millones para España. Otra solución claramente distinta ha sido la creación de un fondo de 100.000 millones para financiar a los trabajadores en desempleo. En España el número de trabajadores en ERTE llegó a ser de 3,4 millones y ya ha recibido más de 21.000 millones para su financiación.
La gestión de las vacunas, después de las vacilaciones iniciales, ha sido ejemplar. La Comisión aprobó un programa común de compra de dosis evitando así que los países con más recursos como Alemania, Francia, Italia y Holanda, hicieran compras masivas acaparando la mayor parte de viales.
Si los políticos y líderes sociales tuvieran la determinación de los hombres de Ventotene, la UE podría constituir una tierra firme para propiciar un proyecto humanista a escala mundial. Sería el soporte más seguro para las ambiciones de las Naciones Unidas
El giro dado por la UE no ha pasado desapercibido a los analistas internacionales, Gideon Rachman, analista del Financial Times, ha reconocido recientemente como Europa ha sido capaz de vencer crisis que parecían insuperables como la del euro, la de la inmigración y ahora la del Covid -19. Reconoce también como las encuestas de opinión indican que los jóvenes son más europeístas que los mayores.
Visto con la perspectiva histórica, los transcurridos desde el primer tratado, 70 años no son nada. Hay dos lecciones que se pueden aprender. Con voluntad política se pueden superar los mayores fallos técnicos. Europa es un proyecto inacabado en construcción. Su avance o retroceso dependerá de la voluntad y el compromiso de las personas. Reducir la desigualdad y la pobreza son tareas urgentes. No son misiones imposibles. Establecer otras relaciones con África y el tercer mundo verdaderamente solidarias es prioritario para abordar seriamente la cuestión de la inmigración. Fortalecer las relaciones internacionales con otros valores que los exclusivamente comerciales es el mejor camino para evitar una guerra. Si los políticos y líderes sociales tuvieran la determinación de los hombres de Ventotene la UE podría constituir una tierra firme para propiciar un proyecto humanista a escala mundial. Sería el soporte más seguro para las ambiciones de las Naciones Unidas.
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Andreu Missé. Socio y director de la revista Alternativas Económicas. Ha desarrollado su actividad profesional durante más de 35 años en El Periódico de Cataluña y en El País. De este último medio ha sido subdirector, redactor jefe de Economía y delegado de la corresponsalía en Bruselas.