Por Eric Blanc
Don McCullin. Protesta por los misiles en Cuba. Londres 1962
El artículo de Jacobin que aquí reproducimos es un ejemplo de lucha sindical. La acción colectiva de los trabajadores en estado puro. Amistad, amabilidad y solidaridad, entrega y constancia. Un día a día de hablar con los compañeros, de mostrarse firmes con la dirección y defender derechos. Los intelectuales anglosajones ante el declive sindical pusieron énfasis en sofisticadas estrategias de organización, servicios y negociación. A veces está todo inventado tal y como nos muestra con sencillez Angelika Maldonado, militante del sindicato de Amazon.
Tras décadas de declive sindical, los trabajadores de Amazon en Staten Island han conseguido la victoria laboral más importante en Estados Unidos desde los años 30. Enfrentarse a Amazon y vencerla es como la historia de David contra Goliat independientemente de quién dirigiera el esfuerzo. Aunque lo que es especialmente sorprendente es que la exitosa campaña de sindicalización en el almacén JFK8 fuera iniciada por el Sindicato de Trabajadores de Amazon (ALU), un esfuerzo reciente, independiente y dirigido por los trabajadores.
Los líderes de ALU incluyen tanto a antiguos empleados como Christian Smalls, que fue despedido del almacén JFK8 en 2020 después de organizar una huelga, como a un pequeño grupo de líderes de los trabajadores dentro del almacén. Mientras que gran parte de la atención de los medios de comunicación nacionales se ha centrado, comprensiblemente en Smalls, la notable historia de cómo los trabajadores del interior del almacén consiguieron esta victoria sorpresiva ha quedado en gran medida por contar.
Tras décadas de declive sindical, los trabajadores de Amazon en Staten Island han conseguido la victoria laboral más importante en Estados Unidos desde los años 30. Enfrentarse a Amazon y vencerla es como la historia de David contra Goliat
Pocas personas están mejor situadas para explicar esta historia que Angelika Maldonado, la presidenta de veintisiete años del Comité de Empresa de ALU. Maldonado, una de las principales responsables de la histórica victoria de ayer, trabaja como empaquetadora en el departamento de salidas en el turno de noche del JFK8. Tras la votación de ayer, se sentó con Eric Blanc, de Jacobin, para hablar de cómo lograron lo que parecía imposible, y de las lecciones organizativas que los trabajadores de todo el país pueden extraer de sus esfuerzos.
EB. En primer lugar, ¿cómo te sientes?
AM. Cuando me enteré de que habíamos ganado, me quedé totalmente sin palabras; literalmente, parece que todavía estoy soñando. Incluso ahora mismo, al hablar de ello, me emociono pensando en lo que hemos conseguido.
EB. ¿Puede hablar un poco de cómo se involucró en este esfuerzo de sindicalización?
AM. Empecé a trabajar en el JFK8 en 2018, pero no fue hasta el pasado mes de octubre cuando me impliqué en la organización. Un día saliendo del trabajo -después de mi turno de doce horas y treinta minutos- un organizador sindical se acercó a mí y me hizo saber lo que estaba pasando. Para ser sincera, me apunté de inmediato. Nunca había formado parte de un sindicato, pero mi madre ha sido miembro del 1199SEIU desde que tengo uso de razón. Así que cuando oí que Amazon podía tener un sindicato, supe por experiencia lo mucho que eso beneficiaría a todas las familias y a toda la gente que trabajaba allí. A partir de ese momento, básicamente, me he implicado por completo.
EB. ¿Hubo alguna queja específica en el trabajo que le motivara a implicarse?
AM. Lo primero en mi lista es la seguridad laboral. La tasa de rotación de personal es muy alta: te pueden despedir por múltiples razones. Cualquiera puede beneficiarse de un aumento de sueldo, pero ¿de qué sirve si no puedes conservar el trabajo?
Un objetivo futuro, es la necesidad de asistencia sanitaria. Personalmente, pago 54 dólares a la semana de mi sueldo por la asistencia sanitaria para mí y mi hijo. Me imagino lo que pagan otras familias monoparentales que tienen más hijos que yo, porque hay que pagar por cada persona a cargo. Hasta los veintiséis años, no tuve que pagar la asistencia sanitaria porque mi madre está en el 1199. En el futuro, me encantaría que todo el mundo en el almacén tuviera asistencia sanitaria gratuita.
EB. ¿Cuáles fueron las principales divisiones dentro de la plantilla a las que tuvo que enfrentarse?
AM. Hay muchos tipos de personas que trabajan en el JFK8; hay una gran diversidad de edades, razas y lugares de residencia: la gente viene de todas partes. Pero una de las principales divisiones era la edad. Hay que tener en cuenta que la edad media de un organizador de la UAL es de unos veintiséis años; muchos trabajadores de más edad tendían a ser más escépticos con respecto al sindicato.
La cultura de Amazon es muy intensa e intimidante, así que cuando muchos trabajadores mayores vieron por primera vez a un grupo de jóvenes intentando organizar algo tan grande, a algunos les costó entender que realmente sabíamos lo que queríamos y que sabíamos cómo conseguirlo. Por eso tuvimos que formarnos -y luego formar a nuestros compañeros- sobre cómo se podía hacer exactamente. Explicamos lo que podíamos hacer unidos, todos juntos.
Y superamos la brecha de edad sobre todo siendo cercanos y amistosos; sinceramente, así es como ganamos esta elección. Preguntaba a los compañeros de trabajo: «¿Y si sus nietos tienen que trabajar aquí? ¿Y si sus hijos tienen que hacerlo? Sí, puede que seas mayor que yo, pero también soy madre y queremos las mismas cosas, ¿no?». Cuando se enteraron de que yo también era madre, y de que estaba sacrificando todo mi tiempo libre para ayudar a construir un sindicato, muchos de ellos vieron realmente lo serio que era esto.
Lo primero en mi lista es la seguridad laboral. La tasa de rotación de personal es muy alta: te pueden despedir por múltiples razones. Cualquiera puede beneficiarse de un aumento de sueldo, pero ¿de qué sirve si no puedes conservar el trabajo?
EB. ¿Las diferencias de raza y nacionalidad también fueron un factor?
AM. Sí, esa fue otra cosa: llegar a las diversas razas en JFK8. Por ejemplo, muchos de nuestros compañeros de trabajo son africanos. Durante la campaña tuve una idea, que acabó resultando genial: mi vecina, que también es africana y se dedica a la hostelería, me dijo: «Hemos dado muchísima comida, ¿por qué no repartimos comida que se adapte a la cultura de los trabajadores de Amazon?». Así que un día le pedí a mi vecina que nos preparara arroz frito africano, y eso atrajo a un montón de trabajadores africanos hacia nosotros y ganamos un par de nuevos organizadores sindicales gracias a eso.
Yo diría que contar con militantes de la misma raza también fue crucial. Yo misma soy hispana -medio hispana-, pero no hablo español, así que era más fácil que uno de nuestros organizadores, que sí habla español, respondiera las preguntas planteadas por los trabajadores hispanos.
Lo que hicimos fue permitir que cualquier persona en el edificio que quisiera afiliarse lo hiciera. Y eso realmente nos benefició, porque los miembros del comité de la UAL que tenemos ahora constituyen un grupo diverso. Somos un grupo pequeño comparado con la cantidad de gente que tenemos en el almacén, pero somos diversos.
EB. ¿Cómo superó la intimidación de la dirección?
AM. Amazon realmente infunde miedo a los trabajadores. No sólo había carteles antisindicales por todas partes, sino que Amazon contrató a un montón de trabajadores antisindicales (rompehuelgas) que se paseaban constantemente por el edificio hablando con los trabajadores. Era intimidante. Los antisindicales básicamente mintieron y dijeron a nuestros compañeros de trabajo que veníamos de fuera a perjudicarles. Aunque la realidad es que somos trabajadores como ellos. No vinimos de otro lugar para organizar el JFK8; trabajamos aquí, somos un sindicato dirigido por los trabajadores de Amazon.
Mucho de lo que hicimos fue arriesgado, pero sabíamos que al final habría una contrapartida. Hicimos cosas como ir a las reuniones de público cautivo de los rompe-sindicatos, incluso cuando no estábamos invitados. Hablamos en nombre de todos y contamos los hechos. Combatimos lo que decían los antisindicales, haciendo saber a todo el mundo que estaban mintiendo. Por supuesto, nos dijeron que nos fuéramos porque no estábamos invitados – lo que hacen los rompe-sindicatos es sacar a los empleados de sus puestos al azar y les obligan a ir a esas reuniones. Pero aquella vez entramos todos en grupo y exigimos contar nuestra versión.
El director general nos dijo que, si no nos íbamos, nos amonestarían, que nos considerarían «insubordinados». Pero nos mantuvimos firmes: nos quedamos y contamos la verdad a nuestros compañeros. Era algo por lo que merecía la pena arriesgarnos. En ese momento, todos teníamos un poco de miedo, pero teníamos que correr ese riesgo, porque nuestros compañeros tenían que ver que podíamos dar la cara por ellos. Aunque al final nos echaron, esa acción les demostró que hay ciertos derechos y ciertas leyes que nos protegen, y que no debemos tener miedo de Amazon.
Amazon realmente infunde miedo a los trabajadores. No sólo había carteles antisindicales por todas partes, sino que Amazon contrató a un montón de trabajadores antisindicales
EB. ¿Puede hablar más sobre las acciones concretas que desplegaron para movilizar a sus compañeros de trabajo?
AM. En el equipo organizador éramos pocos, así que todo lo que cada uno aportaba era importante. Por mi parte, intenté estar en el edificio todo lo que pude, durante todos los días que pude. Vine en mis días libres, pasé menos tiempo con mi hijo… todo requirió mucha dedicación, mucho sacrificio, mucho riesgo.
Amazon contrató a un montón de antisindicales que se paseaban constantemente por el edificio hablando con los trabajadores. Era intimidante.
Yo no podía hablar del sindicato en el horario de trabajo, pero sí en mis descansos para comer y en mis descansos de quince minutos. E incluso si no tenía tiempo para hablar con los compañeros en mi turno, siempre me aseguraba de conseguir sus números de teléfono para hablar con ellos en mis días libres. También les decía que hablaran del sindicato a los miembros de su familia que trabajaban allí, y les pedía que se lo dijeran también a sus amigos. Les decía a todos: «Si tenéis alguna pregunta, podéis llamarme cuando queráis, y si alguien más tiene preguntas, pasadle mi número». Y si no sabía la respuesta a una pregunta concreta, les daba el número del presidente de la UAL [Chris Smalls] para que le preguntaran directamente.
EB. ¿Cómo se aseguraba de hablar con el mayor número posible de trabajadores y cómo valoraba el apoyo para ver si tenía una mayoría?
AM. Personalmente, tengo muy buena memoria, así que mi objetivo era que, si veía una cara nueva, siempre me acercaba a esa persona para mantener una conversación. Era importante tener un grupo unido de organizadores y mantener el contacto con todos los trabajadores que estaban a favor del sindicato. Pero otro de nuestros objetivos clave era hablar siempre con gente nueva cada día.
Y después de hablar con ellos, les pedíamos que hicieran cosas como unirse al chat de Telegram, o que nos dieran su número de teléfono, o que vinieran a una reunión, o que rellenaran una encuesta. Ese era el objetivo: hablar con gente nueva cada día, conseguir que se conectaran.
EB- ¿Cómo eran esas conversaciones?
AM. Les preguntaba cosas como: «¿Has oído hablar de la UAL?». Y si necesitaban alguna respuesta o información, hacía lo posible por responder, y les decía: «Somos un sindicato dirigido por los trabajadores. Si en algún momento quieres convertirte en organizador [representante sindical], puedes hacerlo». Algunos querían, otros no. Pero al final, el objetivo inmediato era algo más sencillo, como que entraran en el gran chat de Telegram con todos los simpatizantes del sindicato o que llevaran una camiseta de la UAL. Cosas así demostraban que había muchas otras personas en el edificio que querían tener un sindicato, no sólo los cinco trabajadores que se ven en la mesa de la sala de descanso.
Utilizábamos el gran chat de Telegram para dar noticias, o para avisar a la gente si ocurría algo en el edificio en otro turno. El turno de día y el de noche son a veces como dos mundos diferentes, así que era útil tener una forma de comunicarse con todo el mundo. Pero, para ser sinceros, el chat no nos preocupaba tanto; lo principal eran las interacciones cara a cara. Creo que eso fue lo que realmente impulsó al sindicato.
Esas conversaciones cara a cara fueron muy importantes porque Amazon le dijo a mucha gente que éramos personas ajenas a la empresa. Y al final, eso les perjudicó. Al principio los trabajadores se acercaban a nosotros y decían: «¿Cómo podéis estar en el almacén? Si ni siquiera trabajáis aquí». Entonces les mostrábamos nuestra tarjeta de trabajadores y les decíamos: «Claro que trabajamos aquí, todos los que estamos en el sindicato ahora mismo trabajamos aquí». Así que en ese momento sentían mucha curiosidad. Y al final de nuestras conversaciones, a menudo se sentían engañados por Amazon porque se daban cuenta de que les habían mentido.
Lo principal eran las interacciones cara a cara. Creo que eso fue lo que realmente impulsó al sindicato.
Las conversaciones cara a cara fueron la forma en que nos conectamos. Le decía a la gente que era una madre soltera, que trabajaba en turnos de doce horas y treinta minutos, y que estaba aquí en mi día libre, ¿sabes? Que también era vulnerable: explicaba lo que estaba sacrificando, lo que todos estábamos sacrificando, estando ahí para asegurar que todos en el almacén pudiéramos tener mejores condiciones de trabajo.
Cuando faltaban unas dos semanas para las elecciones, gracias a esas conversaciones estaba realmente convencida de que íbamos a ganar. Me basaba en la gente con la que hablaba, en el creciente apoyo que veía, y en que los otros organizadores hablaban con su gente y su gente hablaba con otra gente y mi gente hablaba con más gente. Todo el mundo hablaba con todo el mundo.
EB. Más allá de las conversaciones, ¿hizo otras cosas para ayudar a sus compañeros de trabajo para hacerles sentir que no estaban solos, y cómo hizo un seguimiento de su nivel de apoyo?
«Somos un sindicato dirigido por los trabajadores. Si en algún momento quieres convertirte en organizador [representante sindical], puedes hacerlo»
AM. A finales del año pasado, la UAL empezó a repartir camisetas del sindicato. Así que cuando algunos empezaron a llevar las camisetas en el edificio, fue realmente cuando mucha gente empezó a ver el apoyo que había. Después de eso, tuvimos que conseguir más y más camisetas nuevas para todo el mundo. Y a medida que se acercaban las elecciones, intensificamos nuestra apuesta: lo último que hicimos en la campaña fue conseguir pegatinas, unas tres o cuatro mil. Repartimos un montón de pegatinas durante los cambios de turno, para que la gente viera el apoyo que había.
Durante todo ese tiempo, conseguíamos los números de teléfono de nuestros compañeros de trabajo y los recopilábamos en una gran lista para saber cómo nos iba el apoyo y poder hacer un seguimiento en las centralitas telefónicas regulares que teníamos en la oficina del sindicato [UNITE HERE Local 100] en Manhattan. Y como organizadores, nos manteníamos coordinados; por ejemplo, manteniendo agendas conjuntas para saber quiénes de nosotros estarían en el almacén o revisando el chat en diferentes momentos.
Y cuando digo dedicación, quiero decir dedicación: los que estábamos en el comité, estábamos en el edificio siete días a la semana, veinticuatro horas al día. Incluso en nuestros días libres estábamos en el almacén; después de recoger a mi hijo del colegio y cuando era mi día libre, siempre me dirigía directamente al edificio.
Como no podíamos hablar del sindicato en horario de trabajo, la mesa de la sala de descanso era especialmente importante. Entablé relaciones con compañeros de trabajo que nunca habría conocido si no hubiera estado allí. Cuando estaban en su pausa para comer, o en un rápido descanso para merendar, hablaba con ellos todo el tiempo que tenían. Y una vez que conocían a uno de nosotros, nos conocían a todos, porque, como organizadores, siempre intentábamos establecer relaciones con todo el mundo. Eso es lo que entendemos por ser amistosos y amables.
EB. ¿Y la dirección no trató de echarte?
AM. No, porque estábamos protegidos por la ley. Conocíamos nuestros derechos y estábamos en contacto con un buen abogado laboralista. Los que éramos trabajadores podíamos estar en el edificio organizando. Estábamos protegidos por la ley siempre que no realizáramos nuestras actividades sindicales en horario de trabajo.
Por ejemplo, una vez intentaron que quitáramos la mesa de la sala de descanso, diciendo que infringía las normas COVID. Pero justo el día anterior habían puesto su propia mesa en la sala de descanso, así que no nos echamos atrás. Sin embargo, la verdad es que no intentaron nada demasiado insensato porque a esas alturas ya se habían dado cuenta de que sabíamos mucho sobre las leyes que nos protegían.
Todo el mundo hablaba con todo el mundo.
Antes de convertirme en organizadora de ALU, no tenía ninguna experiencia sindical ni representativa, así que cuando me involucré me senté y escuché mucho a los militantes que llevaban más tiempo que yo en esto. Y retuve esa información, porque sabía que sería vital para los trabajadores que tuvieran preguntas que hacerme.
Así que con esa reunión de público cautivo [organizada por los antisindicales] en la que intervenimos, pedí consejo porque no sabía qué hacer, no conocía mis derechos. Fue entonces cuando llamé al presidente de nuestro sindicato, que me dijo que, en virtud de un determinado apartado de la ley, estábamos protegidos. Y después, cuando uno de mis compañeros de trabajo me dijo: «He oído que os han echado de una reunión de público cautivo. ¿Os van a despedir?» Les expliqué que no, que no nos iban a despedir, porque estábamos protegidos.
EB. Felicidades de nuevo por la increíble victoria, ¿podría terminar con alguna reflexión final sobre lo que ha conseguido?
AM. Aunque soy nueva en la organización, mi objetivo se convirtió en organizar el JFK8 en el almacén de Staten Island. Veo todos los días lo que sufrimos trabajando en Amazon. Es agotador y nos tratan como robots. Tengo amigos con los que fui a la escuela que también trabajan aquí, y muchas de sus familias -que son básicamente como mi familia- también lo hacen. Sólo si trabajas dentro del almacén puedes saber lo que es trabajar en Amazon.
Y ahora también he visto por lo que han pasado todos los organizadores sindicales con los que he trabajado. Hemos tenido que lidiar con muchas cosas para ayudar a conseguir cambiar cosas. Para nosotros, los organizadores, ha supuesto dormir poco, ha supuesto una falta de tiempo en casa. Y lo hicimos además de trabajar todo el tiempo en Amazon.
Así que el hecho de que hayamos ganado hoy es algo irreal, me siento como si estuviera en una zona de penumbra. Estoy muy orgullosa y agradecida por todos los trabajadores que han votado a favor y por todos los militantes sindicales que se han implicado. Poder celebrar nuestra victoria hoy, es básicamente lo mejor. Hemos hecho historia, ¿verdad?
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Eric Blanc, periodista, ex profesor de secundaria y autor de Red State Revolt: The Teachers’ Strike Wave and Working-Class Politics. Ha publicado en Democracy Now, Nation y The Guardian, Jacobin.
Revista Jacobin 2/04/2022 https://jacobinmag.com/2022/04/amazon-labor-union-alu-staten-island-organizing.