Por WU MING 1
[¡El PCI a los jóvenes! Pier Paolo Pasolini]
1. “Ese bastardo ha muerto”
Marcello Elisei, de 19 años, muere a las tres de la madrugada, solo como un perro atado en una casa abandonada. Muere tras un día y una noche de gritos, súplicas, gemidos, sin comida ni agua, atado por las muñecas y los tobillos a un catre en una celda de la cárcel de Regina Coeli. Tiene bronconeumonía, está en estado de shock, la celda es gélida. Las ataduras le cortan la circulación de la sangre. Desde una celda cercana otro detenido, el neofascista Paolo Signorelli, oye al muchacho gritar largo tiempo, después agonizar, implorar agua y, finalmente el silencio. Por la mañana, quiere saber qué ha pasado. “Ese bastardo ha muerto”, zanja un agente de guardia. Es el 29 de noviembre de 1959.
Marcello Elisei estaba cumpliendo una condena de cuatro años y siete meses por haber robado ruedas de coches. Había dado muestras de trastorno psíquico. Muestras clarísimas: se había tragado clavos, después eliminados con un lavado de estómago; el día antes se había golpeado la cabeza repetidamente contra una pared, tratando de matarse. Los médicos de la cárcel lo acusaron de “fingir”. Los guardias lo habían arrastrado por la fuerza y lo habían atado al catre.
El 15 de diciembre dimite el director de la cárcel, Carmelo Scalia, oficialmente por motivos de salud. Aparte de eso, por la muerte de Elisei nadie pagará. Investigaciones y procesos exonerarán a todos los investigados.
Al leer lo sucedido, Pier Paolo Pasolini queda impresionado. “Escribiré, ya veré cómo, un artículo sobre esta horrible muerte”, declara a la revista Noi donne del 27 de diciembre de 1959. “Pero ciertamente es un episodio que incluiré en uno de los relatos que tengo en mente, o quizás en la novela Il río della grana”. Una novela que no terminó, más tarde incluida entre los materiales de la recopilación Alì dagli occhi azzurri (1965). Si tuviera que escribir un reportaje, añade, “sería absolutamente despiadado con los responsables: desde los carceleros hasta el director de la cárcel. Y no dejaría de denunciar las responsabilidades de los gobernantes”.
La agonía y la muerte en soledad de Marcello Elisei corroerán durante mucho tiempo a Pasolini, hasta inspirar el final de Mamma Roma (1962). Pero en 1959 Pasolini no es todavía director de cine. Tiene 37 años, es autor de varios libros de poesía, de guiones y de dos novelas que han causado cierto alboroto: Ragazzi di vita y Una vita violenta. Ha sufrido ya detenciones policiales, denuncias, procesos. Para censurar Ragazzi di vita se reunió expresamente la presidencia del Consejo de Ministros. Y, sin embargo, en comparación con el acoso fascista, el mobbing policíaco-judicial, y el linchamiento mediático que este hombre está a punto de padecer, esto es todavía poca cosa.
En el libro recopilatorio Pasolini: cronaca giudiziaria, persecuzione, morte (Garzanti, 1977), Stefano Rodotà resume la cuestión en una frase: “Pasolini permanece ininterrumpidamente en manos de los jueces desde 1960 hasta 1975”. Y aún más, hay que precisar. Post mortem. Rodotà habla de “un solo proceso”, una larga cadena de instrucciones y audiencias que arrastró a Pasolini decenas y decenas de veces a los tribunales, incluso más de una vez al día, entre humillaciones y vejaciones, mientras fuera la prensa lo insultaba, lo escarnecía, lo linchaba.
2. El periodismo libre
“Claro que estamos de acuerdo contra la institución policial”.
El hombre que en junio de 1968 escribe este verso tiene ya sobre sus espaldas cuatro detenciones policiales, dieciséis denuncias y once procesos como imputado, además de tres agresiones por parte de los neofascistas (todas archivadas por la magistratura), además de un registro policial de su propio apartamento en busca de armas de fuego. “Apenas tenga un poco de tiempo”, escribe en una nota inédita, “publicaré un libro blanco con una docena de sentencias pronunciadas contra mí: sin ningún comentario. Será uno de los libros más cómicos de la publicística italiana. Pero ahora las cosas no son en absoluto cómicas. Son trágicas, porque no afectan ya a la persecución de un chivo expiatorio […]: ahora se trata de un vasto, profundo y calculado ejercicio de represión, al que la parte más retrógrada de la magistratura se ha dedicado con empeño…” Y añade: “He gastado casi quince millones de liras en abogados, para defenderme en procesos sin sentido y puramente políticos”.
Hoy es difícil, casi imposible entender el alcance de la persecución sufrida día tras día por Pasolini durante 15 años. La exposición Una strategia del linciaggio e delle mistificazioni, inaugurada en 2005 y desde hace poco montada de nuevo en la sala Borsa di Bologna, ofrece apenas tenues reflejos. No puede ser de otro modo; para comprenderlo habría que sumergirse en el abismo -como ha hecho Franco Grattarola, autor de Pasolini. Una vita violentata (Coniglio, 2005)- y recorrer la sucesión de vapuleos en la prensa. Tocar con los dedos una homofobia como para ensuciarse solo con imaginarla. Considerar el enorme corpus pútrido de artículos, denso como una gran bola de estiércol y gusanos.
Hoy es difícil, casi imposible entender el alcance de la persecución sufrida día tras día por Pasolini durante 15 años (…) Para comprenderlo habría que sumergirse en el abismo (…) Tocar con los dedos una homofobia como para ensuciarse solo con imaginarla
Entre los diarios destaca sobre todo Il Tempo, pero son las publicaciones periódicas de derechas las que atormentan a Pasolini de manera vandálica e ininterrumpida. Revistas ilustradas como Lo Specchio y El Borghese se dedican a la misión con entusiasmo, con reporteros y columnistas enviados a pisar los talones a la víctima, a provocarla, a golpearla en ocasiones, con titulares como “La polla carga a la izquierda” y el estilo inconfundible heredado hoy por Libero, por citar una sola cabecera.
En las páginas de Il Borghese se distinguen en el linchamiento el crítico musical Piero Buscaroli y el futuro autor y director de televisión Pier Francesco Pingitori, fundador de Il Bagaglino1. Más invectivas llegan del escritor Giovannino Guareschi y, en una ocasión, del crítico cinematográfico Gian Luigi Rondi, aunque la reina del antipasolinismo es, sin duda, Gianna Preda, pseudónimo de Maria Giovanna Pazzagli Predassi (1922-1981), después cofundadora de –adivinen- Il Bagaglino.
Celebrada aún hoy en un blog de derechas como “la señora del periodismo libre”, “fuera del rebaño”, “nunca moralista ni oscurantista” y siga usted blanqueando, Preda cultiva con respecto a Pasolini una auténtica obsesión homófoba, sexofóbica y –ça van sans dire– ideológica. A menudo se refiere al escritor y director de cine llamándolo “la Pasolina”. Para los homosexuales, descritos como artífices de turbios complots, acuña el término “pasolínidas”. Sigue durante años –incluso después de la muerte de PPP- escribiendo cosas de este género:
“[Pasolini] ha podido, con inmutable desenvoltura, seguir confundiendo las cuestiones del trasero con las del antifascismo […] Una secreta alianza […] hace de los `invertidos´ el partido más numeroso y firme de Italia; un partido que, a través de sus ilustres exponentes, acaba siempre por sacar la cabeza o por ser útiles al Pci […] El `invertido´ olfatea lo que le conviene y dónde debe apoyarse, si no quiere rendir cuentas a la opinión pública de lo que esta considera aún un vicio […] Así nace un nuevo mito… [De celebrarlo] se ocupan después los periódicos de izquierdas, que hasta llegan a camuflar de heroísmo el miedo secreto de este o aquel `invertido´ clandestino. Brillante será la suerte de los “pasolínidas” de Italia. Ya se notan los signos de la fortuna de aquellos que han descubierto demasiado tarde la ventaja de ser “pasolínidas” […] Así que, si hemos de tener nuevos enfrentamientos con los marxistas […] antes de pensar en cubrirnos el pecho, preocupémonos de cubrirnos el trasero…”.
El “método Boffo”2 viene de lejos. Y también los complots sobre las malvadas “teorías de género”.
El equivalente de Gianna Preda en Lo Specchio es el escritor ex repubbliquino3 Giosè Rimanelli, oculto detrás del pseudónimo A. G. Solari. Como es obvio, ataques desquiciados contra Pasolini llegan también desde el Secolo d’Italia, pero una labor más sibilina e influyente contra su honorabilidad tiene lugar en la prensa popular nacional-conservadora, en revistas como Oggi y Gente.
Se va mucho más allá, desgraciadamente. Pasolini parece ser la piedra de toque de lo más bajo. En 1968, el director de cine Sergio Leone, preguntado por Il Borghese, siente la urgencia de comentar así las polémicas sobre la película Teorema: “Estoy convencido de que tantas películas sobre la homosexualidad han convertido en normal y legítima esta forma anormal de relación”. Incluso en Il Manifesto encontramos burlas homófobas: “El esqueleto (o mejor, el hueso sacro) de la tesis [de Pasolini] está muy claro…” (21 de enero de 1975). Como ha escrito Tullio De Mauro:
“Las aguas negras terminan por infectar también aguas relativamente lejanas. El lenguaje verbal no consiste solo en lo que decimos y oímos. Está hecho también de aquello que, en la memoria colectiva, rodea y aureola lo dicho y lo oído. Lo no-dicho cuenta tanto como lo dicho, y orienta su apreciación y su comprensión. Quien lee en L’Espreso del 18 de febrero de 1968 el artículo Pasolini benedice i nudisti con la foto de un jovencito de La Ciociaria cabalgando, desnudo, un violonchelo, es arrastrado por los efectos del negro vómito de origen fascista, les guste o no, o lo quisieran o no los redactores del semanario radical socialista”.
Se trata de una vasta campaña para favorecer, o mejor, instigar no solo las acciones policiales y judiciales, sino también las agresiones físicas de los fascistas. Fascistas nunca tocados por la magistratura, que acabarán después en diversas investigaciones sobre la estrategia de la tensión, como Serafino Di Luia, Flavio Campo y Paolo Pecoriello.
¿Por qué tamaña persecución [contra Pasolini]? ¿Porque era homosexual, comunista y se expresaba sin reserva alguna contra la burguesía, el gobierno, la Democracia Cristiana, los fascistas, la magistratura y la policía? Sí, esto sí es suficiente
El 13 de febrero de 1964, delante de la Casa dello studente en Roma, un Fiat 600 intenta atropellar a un grupo de amigos de Pasolini que defendían a este último de una emboscada fascista. Conducía el automóvil Adriano Romualdi, discípulo de Julius Evola e hijo de Pino, diputado y presidente del Movimiento sociale italiano (Msi). El episodio se refiere con detalle y fuentes en todas las biografías de Pasolini, al tiempo que está ausente de la entrada que Wikipedia dedica a Romualdi.
Pasolini no se querella, ni por las difamaciones en la prensa ni por las agresiones físicas. Es una elección meditada: no quiere rebajarse al nivel de sus perseguidores. Además, si se querellase no haría más que aumentar la ya enorme cantidad de tiempo que pasa en los tribunales.
3. ¿Por qué?
¿Por qué tamaña persecución? ¿Porque era homosexual? Entre los artistas y los escritores ciertamente no era el único. ¿Porque era homosexual y comunista? Sí, pero esto tampoco es suficiente. ¿Porque era homosexual, comunista y se expresaba sin reserva alguna contra la burguesía, el gobierno, la Democracia Cristiana, los fascistas, la magistratura y la policía? Sí, esto sí es suficiente. Habría bastado en cualquier parte, así que no digamos en Italia, y en aquella Italia.
Pasolini, ha escrito Alberto Moravia, escandalizaba a aquella “burguesía italiana que en cuatro siglos ha creado los dos más importantes movimientos conservadores de Europa: la Contrarreforma y el Fascismo”.
La burguesía italiana se ha vengado y, de modo más sesgado, sigue vengándose. La patraña del “Pasolini que estaba con la policía”, repetida por los fascistas, por los biempensantes y por los falsos anticonformistas de hoy día, prosigue la révanche de los fascistas, de los biempensantes y de los falsos anticonformistas de ayer.
También la apología póstuma de un Pasolini simplificado, plano, pulido y reducido a santo forma parte de la révanche.
4. “No podrán mentir eternamente”
En marzo de 1960 Fernando Tambroni, exministro del Interior y después de Hacienda, se convierte en el jefe de un gobierno monocolor de la Dc. El ejecutivo se forma gracias a los votos de los parlamentarios del Msi. Apenas quince años después de la liberación, una fuerza neofascista se aproxima al área de gobierno. Protestas y desórdenes estallan en todo el país. El 30 de junio, decenas de miles de manifestantes se enfrentan a la policía en Génova, ciudad obrera y partisana, elegida por el Msi para su congreso. El 7 de julio, en Reggio Emilia, policías y carabineros disparan contra una manifestación sindical y matan a cinco personas. El 19 de julio, Tambroni dimite.
La revista Vie nuove –en la que Pasolini tiene una sección donde dialoga con los lectores- publica de inmediato un disco sobre la masacre de Reggio Emilia. Se trata de la grabación de los disparos. En Vie nuove, año XV, número 33, del 20 de agosto de 1960, Pasolini comenta: “Lo que impresiona […] es la frialdad organizada y mecánica con la que la policía ha disparado: los tiros siguen a los tiros, las ráfagas a las ráfagas, sin que nada los pueda detener, como un juego, casi con la voluptuosidad distraída de un divertimiento”.
Son los días del juicio al criminal nazi Eichmann, y Pasolini une las dos historias.
“Él mataba así, con esa distancia fría y prevista, con esa loca disociación. Hay que suponer que las justificaciones de los policías […] serán del todo semejantes a aquellas bien conocidas…También ellos hablarán de órdenes, de deber etc. […] La policía italiana … se configura casi como el ejército de una potencia extranjera, instalada en el corazón de Italia. ¿Cómo luchar contra esa potencia y ese ejército? […] Nosotros contamos con un potente medio de lucha: la fuerza de la razón, con la coherencia y la resistencia física y moral que esta proporciona. Es con ella con la que debemos luchar, sin parar ni un momento, sin desistir jamás. Nuestros adversarios son, crítica y racionalmente, tan débiles cuanto son policialmente fuertes: no podrán mentir eternamente”.
En 1961 Pasolini dirige su primera película, Accatone. En un país donde se lee poquísimo, el cine es potencialmente más peligroso que la literatura.
El rechazo burgués, la censura y la persecución desatadas por las películas de Pasolini (todas, sin excluir ninguna) serán inconmensurablemente mayores que las desatadas por sus libros y por sus artículos. Además, en una película reaparece la historia de cómo murió Marcello Elisei…
En 1962, el final de Mamma Roma –película que provoca la violencia fascista y es inmediatamente prohibida por la censura- muestra al joven Ettore muriendo en prisión, gimiente, febril y llamando a su madre, atado en calzoncillo y camiseta a una cama de inmovilización. “Auxilio, auxilio, ¿por qué me habéis puesto aquí?…No lo haré más, lo juro, no lo haré más…Soy bueno ahora…Mamá, me voy a morir de frío… Estoy mal… ¡Mamá!…Mamá…, me estoy muriendo…Llevo aquí toda la noche…No puedo más…”.
El 31 de agosto de 1962 el teniente coronel Giulio Fabi, comandante de carabineros en Venecia, denuncia Mamma Roma por obscenidad y se apresura a añadir: “Se hace constar que el autor y director de cine Pasolini y uno de los intérpretes, Citti, probablemente tengan antecedentes penales en los tribunales de Roma”. Entre los que siguen y aprecian a Pasolini circula la hipótesis de que lo que irritó al cuerpo fue el final de la película.
De aquí en adelante, Pasolini es arrollado por una onda expansiva represora y censoria que no tiene parangón en la carrera de otros artistas italianos.
5. “Destruir el poder”
He aquí el sentido del adverbio “obviamente”, utilizado por Pasolini para reforzar una premisa que considera importante. Es completamente obvio que PPP está contra la institución de la policía.
Aún más obvio el verso siguiente: “Pero tomadla con la magistratura, ¡y veréis!”. Esa magistratura que tanto ha perseguido, continúa y continuará persiguiendo a Pasolini, incluso después de su muerte.
A partir de esta posición el autor de la poesía Il Pci ai giovani encomienda a un puñado de “feos versos” –según su definición- una reflexión confusa, que descarrila inmediatamente y se convierte en un desahogo, una invectiva antiburguesa. Como escribirá poco después: “He sido demasiado traumatizado por la burguesía, y mi odio hacia ella es ya patológico”.
Pero por mucho que la invectiva pueda ser fea en el plano de la forma y carente de eje en los contenidos, tras haberla leído por completo (toda entera, no solo los 4 ó 5 versos extrapolados y esgrimidos como garrotes por este o aquel sicario) es difícil concluir que “Pasolini estaba con la policía”.
La paradoja le sirve para precisar que la verdadera revolución no la harán nunca los estudiantes, porque son hijos de burgueses. Como mucho podrán hacer una “guerra civil”, en este caso generacional, en el seno de la burguesía
Pasolini describe a los policías que se enfrentaron con los estudiantes en Valle Giulia como “humillados por la pérdida de la condición de hombres/convertidos en guardias”. La institución de la policía deshumaniza. Por eso los estudiantes –“esos mil o dos mil jóvenes mis hermanos/que operan en Trento o en Turín, en Pavía o en Pisa, en Florencia y quizá algo en Roma”- están de todas formas “de parte de la razón” y la policía “de parte del error”. Si esto no se comprende, no se advierte el paradójico propósito de Pasolini. La paradoja le sirve para precisar que la verdadera revolución no la harán nunca los estudiantes, porque son hijos de burgueses. Como mucho podrán hacer una “guerra civil”, en este caso generacional, en el seno de la burguesía. La revolución, dice Pasolini, solo pueden hacerla los obreros, a los que la gran prensa burguesa no lamerá nunca el culo, como sí –en la hipérbole pasoliniana- está haciendo con los estudiantes. Son los obreros el verdadero peligro para el poder capitalista, de modo que serán ellos quienes sufrirán la represión policial más dura: “¿La policía se limitará a recibir algún que otro golpe/ en una fábrica ocupada?”, se pregunta retóricamente el autor. Así que es precisamente ahí donde tienen que estar los estudiantes si quieren ser revolucionarios: entre los obreros. “Los Maestros se forman ocupando las fábricas/no las universidades”. Pero, sobre todo, los estudiantes deben recuperar “el único instrumento de verdad peligroso/en el combate contra vuestros padres: es decir, el comunismo”. Pasolini los invita a apoderarse del Pci, partido que tiene el “objetivo teórico” de “destruir el Poder” (la extinción del estado que Marx propone como objetivo final de la lucha de clases y del socialismo) pero que ha terminado en manos indignas, las manos de “señores de modesta chaqueta cruzada”, “burgueses coetáneos de vuestros estúpidos padres”. Ocupar las federaciones del Pci, dice Pasolini, ayudaría al partido a “destruir, por lo pronto, lo que tiene en sí de burgués”.
Esta exhortación ocupa toda la segunda mitad del texto, pero -mira por dónde- no se cita jamás.
Lo sé, te da vueltas la cabeza. Te habían dicho que Il Pci ai giovani hablaba bien de la represión policial. Has oído versos de este poema citados por los fiscales mientras pedían penas durísimas para los No Tav4. Los has oído de labios de Belpietro. Los has leído en los comunicados del Sap5 e del Coisp6…
6. Un mantra infame
Il Pci ai giovani fue atacada inmediatamente, y no solo por los estudiantes a los que criticaba. Franco Fortini cubrió de insultos a Pasolini. Entre ese montón de insultos, las críticas eran acertadas. Pasolini intentó explicarse, tratando de no desdecirse de la paradoja. Esos versos eran “feos” porque no habían bastado “por sí mismos para expresar aquello que el autor quería expresar”. Eran versos “desdoblados”, es decir, irónicos, autoirónicos. “Todo está dicho entre comillas”. Habló de “boutade”, de “captatio benevolentiae”, pero no se retractó nunca de la posición que había elegido y decidido defender: invitar a los estudiantes a “poner en marcha la última alternativa aún posible […] a favor de lo no burgués”.
Pero el condumio ya estaba listo y seguiría humeando en el puchero durante cuarenta años -y lo que le queda aún-, para alegría de “postfascistas”, miembros de la CL7, sindicatos amarillos, bustos parlantes de talk-show, escritores sabelotodo que de todo opinan, comentaristas pavlovianos.
Cada vez que se manifiesta un conflicto social y la policía interviene para reprimirlo empieza de nuevo, como lo ha llamado un malvado maestro, “el infame mantra” de que Pasolini estaba con la policía y con las porras. Con ese mantra se ha justificado cualquier recurso a la violencia por parte de las fuerzas del orden. Golpes, gases lacrimógenos lanzados a la cara, gases tóxicos, el asesinato de Carlo Giuliani, la irrupción en la escuela Diaz de Génova, la solidaridad del cuerpo con los asesinos de Federico Aldrovani, etc. Periódicamente, frases descontextualizadas sobre los manifestantes “hijos de papá” y los policías proletarios son utilizadas contra precarios, desahuciados o poblaciones que se oponen a la devastación de su territorio.
Sin duda, en el período 1968-1975, ningún detentador del poder, ningún miembro de los partidos de orden leyó en verdad esos versos como apología de la represión. Baste ver cómo prosiguieron las relaciones entre Pasolini, la policía y la magistratura, y cómo se desarrollaron esas relaciones entre Pasolini, el movimiento estudiantil y las izquierdas extraparlamentarias
Tengo, sin embargo, la sospecha de que el mantra solo se ha impuesto a partir de los años noventa, junto a ciertas “apropiaciones” del pensamiento de Pasolini. Sin duda, en el período 1968-1975, ningún detentador del poder, ningún miembro de los partidos de orden leyó en verdad esos versos como apología de la represión. Baste ver cómo prosiguieron las relaciones entre Pasolini, la policía y la magistratura, y cómo se desarrollaron esas relaciones entre Pasolini, el movimiento estudiantil y las izquierdas extraparlamentarias.
7. “Propaganda antinacional”
En agosto de 1968, dos meses después de la polémica sobre Il Pci ai giovani, Pasolini participa en la protesta contra la Mostra de Arte Cinematográfica de Venecia, ocupa el Palazzo del Cinema en el Lido, sufre el desalojo de la policía y se gana la enésima denuncia. Será procesado, junto con otros directores de cine, con la acusación de “haber perturbado la posesión pacífica de bienes inmuebles ajenos”. Será absuelto en octubre de 1969.
En la revista Il Tempo, año XXX, número 39, del 21 de septiembre de 1968, la sección Il Caos, de Pasolini, incluye una “Carta al Presidente del Gobierno, que en esa época es Giovanni Leone, aún no inquilino de Il Quirinale ni destituido. El escritor acusa al jefe del gobierno de la represión en Venecia. Todos los que creen que Pasolini estaba en contra del 68 y los contestatarios se asombrarían al leer este fragmento (la cursiva es mía):
“En el 44, en el 45 y en el 68, aunque fuese de modo parcial, el pueblo italiano ha sabido qué quiere decir –quizás solo a nivel pragmático-, qué significan autogestión y descentralización, y ha vivido, con violencia, una reivindicación, aunque fuese imprecisa, de democracia real. La Resistenza y el Movimento Studentesco son las dos únicas experiencias democráticas-revolucionarias del pueblo italiano. Lo demás es silencio y desierto: el qualunquismo8, la degeneración estatista, las horrendas tradiciones de los Saboya, de los Borbones, de los Papas”.
Leone responde saliéndose por la tangente, Pasolini sigue yendo al grano, y en el número 41 del 5 de octubre de 1968 remacha: “Yo estaba presente aquella noche. Y he visto con mis ojos la violencia de la policía”.
Dos meses después, en el número 52 del 21 de diciembre de 1968, Pasolini comenta el enésimo asesinato a manos de la policía –dos jornaleros acribillados a balazos en Avola, en Sicilia- y defiende la propuesta, realizada por un Pci aún lejano del apoyo a las leyes especiales, de desarmar a la policía:
“Desarmar a la policía significa en efecto crear las condiciones objetivas para un cambio inmediato de la psicología del policía. Un policía desarmado es otro policía. Se desmoronaría de golpe, en él, el fundamento de la ‘falsa idea de sí’ que el Poder le ha dado, amaestrándolo como a un autómata”.
En una parte del artículo que quedó inédita y sacó a la luz Giancarlo Ferretti, Pasolini responde a una lectora de derechas, una tal Romana Grandi, que le había enviado una octavilla del Msi-Dn9 lleno de injurias contra él y contra otros intelectuales: “Un pequeño esfuerzo podría hacerlo ya que escribe una y otra vez que es una trabajadora: ¿no se da cuenta de que los que son golpeados por la policía son los trabajadores (y los estudiantes que luchan junto a los trabajadores)?”.
El otoño del 69 –el conocido como otoño caliente- es un período de grandes luchas y victorias obreras. El 12 de diciembre, por toda respuesta, explota una bomba en Piazza Fontana. A continuación, se pone en marcha el montaje para atacar a los anarquistas, a las izquierdas y al movimiento obrero. El 15 de diciembre muere Giuseppe Pinelli. El 16 de diciembre, el enviado del Tg110, Bruno Vespa informa a millones de personas que “Pietro Valpreda es el culpable, uno de los responsables de la masacre de Milán”. El anarquista Valpreda se convierte en el monstruo.
Pasolini, Moravia, Maraini, Asor Rosa y otros intelectuales firman un manifiesto “contra la oleada de represión”. En Il Borghese del 28 de diciembre de 1969, Alberto Giovanni aprovecha la ocasión y escribe:
“Entre los arrestados, además de Valpreda, acostumbrado a dar la espalda no solo a la odiada burguesía sino también a los amados jovencitos, hay muchos ‘travestidos’ y ‘maricones’; y este hecho no puede dejar indiferente a P.P. Pasolini, que de los invertidos de toda Italia es, ciertamente, el padre espiritual, visto que la ingrata naturaleza […] no le ha permitido ser la madre”.
En el número 2, año XXXII, de Il Tempo del 10 de enero de 1970, Pasolini se dirige al diputado socialdemócrata Mauro Ferri y escribe:
“El extremismo de los grupos minoritarios y extraparlamentarios de izquierdas de ningún modo (solo pensarlo es una infamia) ha conducido a la masacre de Piazza Fontana: ha conducido a la gran victoria de los obreros metalúrgicos. Antes de que Potere Operaio y otros grupos minoritarios al margen de los partidos actuaran, los sindicatos estaban dormidos”.
Desde el 1 de marzo de 1971, y durante dos meses, Pasolini se presta a ser el director responsable del periódico Lotta Continua, asumiendo el riesgo de ser investigado, llevado de nuevo a juicio y procesado por los contenidos del periódico. Lo que sucede el 18 de octubre de ese mismo año, “por haber instigado a los militares a desobedecer las leyes […], haber difundido propaganda antinacional y por subversión de los ordenamientos económicos y sociales constituidos por el Estado [y] por haber instigado públicamente a cometer delitos”. Pena máxima prevista por el Código Penal: 15 años de cárcel. Testigos de cargo: oficiales, suboficiales y agentes de la seguridad pública y de los carabineros.
Tras este nuevo envío a juicio, despreciando toda presunción de inocencia, la Rai suspende la emisión del programa de Enzo Biagi Terza B: facciamo l’appello. Hoy es una de las más famosas apariciones televisivas de Pasolini, pero muchos no saben que fue censurada y que no fue emitida hasta después de su muerte, cinco años después de haber sido grabada.
Mientras tanto, para pedir –y las más de las veces obtener- el secuestro de las obras de Pasolini intervienen en primera persona miembros de las fuerzas del orden. En Bari, la inspectora de policía Santoro señala la obscenidad “horripilante” de la película Decamerón. En Ancona, contra la misma película pone una denuncia el inspector forestal Lorenzo Mannozi Torini, según Wikipedia un “pionero del cultivo de la trufa”.
Cansado, sin duda, pero en absoluto acobardado, Pasolini financia y rueda junto al colectivo cinematográfico de Lotta Continua un documental de investigación sobre Piazza Fontana y sobre la situación de las luchas en Italia. Con guion de Giovanni Bonfanti y Goffredo Fofi, el documental se presenta en 1972 con el título 12 de diciembre y el subtítulo “A partir de una idea de Pier Paolo Pasolini”.
Todavía en noviembre de 1973, cuando la relación con Lotta Continua es tensa y está a punto de la ruptura, Pasolini declara: “Los muchachos de Lotta Continua son extremistas, de acuerdo, quizás fanáticos y arrogantemente toscos desde el punto de vista cultural, pero tiran de la cuerda y me parece que, solo por esto, merecen ser apoyados. Es necesario querer lo mucho para obtener lo poco”.
8. “Nuestras viejas conocidas”
La última etapa, la “corsaria” y “luterana”, está marcada por la reiterada, implacable exigencia de un gran proceso a la Democracia Cristiana, a sus dirigentes y notables, a los cómplices de sus políticas.
Después de Il Pci ai giovani, son algunas fórmulas provocadoras del Pasolini de los años 1974-75 las que ostentan el liderato de las descontextualizaciones y de las lecturas instrumentalizadas.
La última etapa, la “corsaria” y “luterana”, está marcada por la reiterada, implacable exigencia de un gran proceso a la Democracia Cristiana, a sus dirigentes y notables, a los cómplices de sus políticas
Por ejemplo, se extrapolan paradojas como “el fascismo de los antifascistas” para defender las asambleas de extrema derecha, guardándose bien de decir que Pasolini usaba la expresión para atacar la hipocresía del llamado arco constitucional, el conjunto de los partidos en el poder, aquellos que –dice en una entrevista de junio de 1975- “seguirán organizando otros asesinatos y otras masacres, y por tanto inventándose a sicarios fascistas; creando así una tensión antifascista para revestirse de una virginidad antifascista, y para robar sus votos a los ladrones; pero, al mismo tiempo, manteniendo la impunidad de las bandas fascistas que, si ellos quisieran, liquidarían en un día”.
¿Qué queda, sin el contexto? Un puñado de imágenes –las luciérnagas, el fin del mundo campesino, los cuerpos homologados de los melenudos- reducidas a clichés y ya inocuas. Permanece el “mito tecnificado” de un pseudo Pasolini light y sin lactosa, endilgado por la misma cultura dominante que persiguió a Pasolini, por los herederos periodísticos de sus difamadores y por los herederos políticos de quien lo agredía por la calle.
El 8 de octubre de 1975, en el Corriere della Sera, Pasolini comenta la emisión de Accatone en la Rai. En su primera película, escribe, ponía en escena dos fenómenos de continuidad entre el régimen fascista y el democristiano: “Primero, la segregación del subproletariado a una marginalidad donde todo era distinto; segundo, la despiadada, criminal, inapelable violencia de la policía”.
Por lo que respecta al primer fenómeno, escribe Pasolini, la sociedad de consumo ha “integrado” y homologado también al subproletariado, sus costumbres, sus cuerpos. Ergo, el mundo representado en Accatone se terminó para siempre.
Ha transcurrido poco tiempo, pero esas zonas de Roma han cambiado. Pasolini las atraviesa y detrás de cada cruce, detrás de cada edificio, detrás de cada corrillo de jóvenes ve –en una superposición ligeramente desenfocada- cómo eran el cruce, el edificio y aquellos jóvenes solo poco tiempo antes. Todo en apariencia igual, pero la tonalidad emotiva se ha alterado, la nota de fondo es irreconocible. Para un poderoso resumen psicogeográfico de tal “duplicidad” véase el paseo de Il Merda en Petrolio, Appunti 71-74a.
Pero ¿qué dice Pasolini del segundo fenómeno de continuidad entre régimen fascista y régimen democristiano? “En este punto nos entendemos todos rápidamente”, escribe, y sabe que es provocador. Está hablando a los lectores del Corriere della Sera, y por lo tanto no es plausible que todos estén de acuerdo en considerar “despiadada” y “criminal” la violencia de la policía.
Pero el autor es inquebrantable: “Es inútil gastar palabras. Parte de la policía es todavía así”. Sigue una alusión a la policía española, la guardia civil del régimen franquista. Alusión hoy incomprensible, si no se sabe qué estaba pasando en España en aquellos días. He aquí un titular de L’Unità del 5 de octubre de 1975: “Tortura en Madrid./ Ha sido utilizada por la policía franquista de manera sistemática contra no menos de 250 vascos./ Conclusiones de una investigación de Amnistía Internacional/ Testimonios espeluznantes”.
El pasaje es breve, pero no superficial. Nos muestra otro “doble mundo” desenfocado. En la policía fascista de Madrid y de Barcelona, escribe Pasolini, volvemos a ver a nuestra policía, “nuestras viejas conocidas en todo su sórdido esplendor”.
9. El hombre que sonríe
Tres semanas después, la noche entre el 1 y el 2 de noviembre, el cuerpo de Pasolini yace en el fango de Ostia, masacrado, reducido a un único guiñapo empapado de sangre.
Ahora, para terminar, tomo prestadas las palabras de Roberto Chiesi:
“Si miráis entre las terribles fotos del hallazgo del cadáver de Pasolini, hay una, quizás la más terrible, que muestra el cuerpo boca abajo y machacado, y alrededor algunos investigadores y policías agachados. En particular hay un policía, junto al cadáver de Pasolini, que sonríe. La foto lo muestra de manera inequívoca: es una sonrisa de escarnio, de desprecio. Esta imagen puede ser considerada como muestra cabal de una Italia degradada, rechazable; una Italia condensada en esa imagen en blanco y negro aparecida en la primera página de tantos periódicos de la época.
Pasolini seguía estando contra la policía, la policía seguía estando contra Pasolini.
[Publicado originariamente en Internazionale.it, el 29 de octubre de 2015. Traducción de Trinidad Durán]
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WU MING. Seudónimo de un grupo de escritores italianos creado en el año 2000 y que trabajan de forma colectiva, siempre en anonimato personal. El colectivo es autor de numerosas novelas, traducidas y publicadas en muchos países, consideradas como parte del corpus (o «nebulosa») de la nueva épica italiana. La que llaman «Wu Ming Foundation» articula una federación de colectivos, grupos de encuesta, laboratorios, proyectos artísticos, culturales y políticos.
NOTAS
1.- Il Bagaglino es una compañía de variedades fundada en 1965 por el citado Pingitori y Mario Castellacci. [^]
2.- El “método Boffo” es una expresión utilizada en el lenguaje político y periodístico para denominar una campaña de difamación en la prensa. Toma el nombre de la campaña desarrollada contra Dino Boffo, periodista que en 2009 escribió contra Berlusconi y fue acusado de homosexual. [^]
3.- El término se utiliza para designar a los integrantes de la Repubblica Sociale Italiana (1943-1945), creada por el fascismo y más conocida como Repubblica di Salò. [^]
4.- No Tav: Movimiento político nacido en los años 90, con motivo de la oposición a la construcción de una línea ferroviaria de alta velocidad (Tav). [4]
5.- Sap: Sindicato Autónomo de Policía. [^]
6.- Coisp: Sindicato Independiente de Policía. [^]
7.- Se trata de la organización católica Comunione e Liberazione. [^]
8.- Movimiento surgido en Italia tras la Segunda Guerra Mundial que rechazaba toda ideología y todo sistema político, sobre todo los relacionados con los partidos. [^]
9.- Movimento Sociale Italiano-Destra Nazionale, movimiento de extrema derecha creado en 1946. [^]
10.- Se trata del primer telediario italiano. [^]