Por ENRIC BERENGUER
Un número dedicado al mundo del Trabajo parecía fácil de documentar gráficamente, como siempre ocurre lo fácil se desmiente inmediatamente, no es por falta de material, lo hay en abundancia, pero si recorremos los más de 150 años de la fotografía, durante los cuales y siguiendo el desarrollo de la industrialización, el trabajo ha evolucionado hasta lo que hoy consideramos un cambio tecnológico de gran impacto, se nos hace difícil escoger lo que debemos mostrar. ¿Las primeras fotografías de las fábricas de Manchester?, ¿Las imágenes de la explotación infantil como las vio Lewis W. Hine?, ¿La aparición del sistema de producción en cadena con el cambio de siglo?, ¿La incorporación de las mujeres al trabajo industrial, motivado por las dos guerras mundiales?, aunque ellas ya estuvieran incorporadas desde mucho antes en las fábricas textiles y en cualquier tipo de producción que precisara de salarios más bajos.
Lo que ha sucedido en todos estos años ha sido que lo que realmente ha cambiado es la mirada de los fotógrafos, en los primeros trabajos la fotografía era fundamentalmente descriptiva, pero pronto la fuerza de la imagen la convirtió en una herramienta imprescindible para documentar las desigualdades, en el mundo del trabajo y en la sociedad que estaba emergiendo con la industrialización.
Lewis W. Hine no era fotógrafo, su profesión era la de sociólogo y la fotografía se convirtió en su herramienta documental, pero ¿Quién duda hoy que sus fotografías son un símbolo de la explotación?, gracias a su trabajo se cambiaron las leyes que regulaban el trabajo infantil en Estados Unidos.
Vemos también como un artista como Aleksandr Rodchenko en la URSS de los años treinta del siglo pasado fotografiaba a los obreros de las fábricas trabajando con los mismos criterios productivos que se utilizaban en los países capitalistas, no en vano el objetivo de dotar a la URSS de una industria pesada se hizo con ese criterio, la fotografía de Alekséi Stajánov en su lugar de trabajo es un ejemplo, y tantos otros, como August Sander intentando ofrecer una visión de la Alemania de entreguerras, era uno de los representantes de la «Nueva objetividad», con una técnica muy depurada mostró, en su obra «Hombres del siglo XX», un fresco del ser humano en el que despojaba a su fotografía de cualquier injerencia que no fuera el propio ser humano, como se ha dicho muchas veces, sorprende la empatía de Sander con sus fotografiados ya que muestran una absoluta tranquilidad frente a la cámara, tenemos a la vista a la sociedad en sus prácticas cotidianas.
Bill Brandt, que nos muestra a las mujeres del Reino Unido ejerciendo las labores que conformaron su participación laboral, casi siempre en el servicio doméstico, sus fotografías lo muestran con una objetividad simple, pero efectiva, o Gordon Parks en Estados Unidos, que nos muestra el duro trabajo industrial, y finalmente el trabajo femenino en los años de la posguerra, que empezaba a conquistar espacios más acordes con su participación en el desarrollo tecnológico.
Esperamos que estas fotografías ilustren perfectamente los trabajos que podéis leer en este número, ellas mismas son una información válida sobre la evolución del trabajo y de las luchas que han cambiado la forma de realizarlo.