Por ASCENCIÓ SOLÉ
Ruano, Rafael Senra Biedma. Llibres de l’Anacrònica, 2019. 333 págs.
Ruano es una pieza autobiográfica novelada y al mismo tiempo una crónica social de tiempos revueltos, de un interés literario e histórico considerable. Su autor, Rafael Senra Biedma, ampliamente conocido como el Sevi entre sus familiares y amigos, es un destacado abogado laboralista y un veterano luchador por la democracia, nacido en Bollullos Par del Condado (el condado en cuestión es el de Niebla, en Huelva, como gusta de remarcar él mismo) y que ha desarrollado casi toda su actividad profesional en Cataluña.
En esta su primera aventura literaria, dedica su libro “a quienes actúan bajo los mandatos éticos de la igualdad y la solidaridad”, y aclara de forma explícita que el nombre de Rogelio Ruano dado a su protagonista y alter ego, es un homenaje al estudiante Enrique Ruano, asesinado en Madrid en enero de 1969 por la Brigada Político-Social de la policía franquista, de nefasto recuerdo.
Mejor que trazar una reseña convencional de un libro que reúne las características de importante y entrañable para nosotros, en Pasos a la Izquierda hemos preferido transcribir las palabras de Ascensió Solé, juez, abogada y pariente política del Sevi, en el acto de presentación del libro en Barcelona, el 8 de octubre de 2019, en el Espai Assemblea de la sede de CCOO, que en la ocasión se vio abarrotado por un público numeroso y cómplice.
Presentación del libro “Ruano”. Ascensió Solé
Muy contenta por participar en este acto que, gracias a Ruano-Sevi, me ha traído a la memoria tiempos y momentos compartidos, allá por los años 62-70 del siglo pasado. Es obvio que no seré objetiva en lo que os voy a decir, y tampoco pretendo ser rigurosa en mis recuerdos.
El libro me ha venido a confirmar que la personalidad madura del Sevi, al que conocí cuando teníamos 20 años, ya apuntaba desde antes sus cualidades, como niño pequeño y adolescente. Lo muestra la anécdota de que polemizaba, si era necesario de forma insistente, con los profesores del bachillerato sobre temas que no acababa de ver claros o sobre afirmaciones con las que no estaba de acuerdo; o como esa preferencia suya por el sistema politeísta de la mitología que había explicado en clase la profesora de griego, y que él encontraba más próximo a los humanos, y más “divertido y dinámico”.
También en el libro, se extiende en disquisiciones sociales, sobre religión, y políticas, y polemiza con acierto. O tiene reacciones ágiles y sabias, descritas con ironía y una punta de humor, como ocurre delante de la manifestación multitudinaria organizada por los falangistas en apoyo del Régimen en el año 63 ante la condena a muerte de Julián Grimau, y la forma ingeniosa en que fue boicoteada “desde dentro” (pág. 58, no hago espoiler).
O delante de la brigada político-social de la policía, en relación con una multicopista y un panfleto contra el Régimen difundido en la época del Sindicato Democrático de Estudiantes en Sevilla (cap. XIII, pág. 140, 150 ss.); o bien, durante la mili normal, los destinos que consiguió gracias a su forma de comportarse.
Tal como él mismo lo dice, la conclusión a la que llego es que salió airoso de tales apuros porque llevaba una flor en el culo.
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Un tema importante, que relata de forma brillante y colorista, es su participación destacada en la creación y el crecimiento del Sindicato Democrático de Estudiantes (SDE) en Sevilla, en plena dictadura de Franco. Quiero recordar que el Sindicato Democrático de Estudiantes fue una organización democrática e independiente de estudiantes en la Universidad, surgida como alternativa al Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU) del Régimen. Los cargos eran elegidos por votación directa de los estudiantes de cada curso, que designaban consejeros y delegados, los cuales a su vez en la Cámara de la Facultad elegían a los Delegados de Facultad, cuya Junta era el órgano máximo de representación del SDE en cada distrito.
Las iniciativas abiertas y valientes del SDE que surgieron en Barcelona en primer lugar y después en Madrid, y se extendieron a toda España con presencia importante en Sevilla, significaron en todas partes una experiencia de organización democrática, y un espacio de libertad colectiva en la Universidad.
Creo que quienes constituimos el SDE y luchamos por él tuvimos la suerte de coincidir con un momento de agotamiento relativo del régimen y de hartazgo de las fuerzas vivas y democráticas por la falta de libertades, con una participación decisiva del PCE y del PSUC.
Formar parte del SDE en cada distrito universitario de entonces, nos hacía sentir ubicados en un colectivo de gente joven que de esa manera luchaba contra la dictadura.
Coincidir con los/las compañeros/as en las asambleas y actos, y en las actividades y servicios regulares del Sindicato, nos daba seguridad; entre nosotros se generaba una complicidad fraternal y solidaria que trascendía más allá de la universidad, y se extendía a las familias, los vecinos, los intelectuales, y también a las luchas de los trabajadores por sus derechos colectivos.
Asumíamos riesgos a veces sin percibirlos del todo, quizá por nuestra juventud; y, seguros de nuestra razón y del objetivo que nos guiaba, nos sobreponíamos a la tensión y al miedo de las acciones en la calle.
La represión del Régimen estuvo presente desde muy pronto, con pérdidas de matrícula, expulsiones académicas de distrito, mili “normal” (en lugar de la universitaria), detenciones, prisión y juicios en el TOP, concluidos normalmente con condenas. Como las del Sevi o yo misma, entre muchos otros, algunos también presentes aquí.
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En el SDE también se abrió para nosotros un espacio de libertad personal, incluida la sexual, y nuestro horizonte individual se amplió, rompiendo los tabúes morales, sociales y religiosos impuestos en nuestra educación.
Fue una explosión de vivencias y experiencias nuevas.
En aquel contexto, se hizo evidente que en el Sindicato se ligaba. ¡¡Que había marro!!
Se formaron muchas parejas. Como la del Sevi y la Mariona [Petit], o como yo misma.
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De modo que por la vía de la Mariona, el Sevi llegó hasta la familia Petit, y entró en ella, la amplió…, y hasta hoy.
Yo creo que eso también es tener el viento de popa, es lucir la flor en el culo.
Los padres Petit eran extraordinariamente respetuosos, sensibles, abiertos… y con un gran sentido del humor.
Cuando la familia supo que la Mariona tenía una relación con un estudiante de derecho de Sevilla, hubo un primer momento de sorpresa, y después de curiosidad y prisa por conocerlo.
Eso tuvo que ser recíproco.
Recuerdo al Sevi un día en casa de los Petit, avanzando por el largo pasillo del piso de la Rambla de Cataluña, alto y flaco, justo en el momento de los postres de una de las comidas habituales, con conversación y controversia animada. Nos sorprendió cantando el himno de Riego, no recuerdo a cuento de qué.
Si se quedó sorprendido, lo disimuló muy bien. También en aquel momento supo reaccionar con rapidez y con ingenio.
Hizo un comentario adecuado sobre el recibimiento y sobre su sorpresa por el uso normal del catalán, que nos gustó.
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El Sevi venía muy dispuesto a conocer y entender a la sociedad y la cultura catalana sin renunciar su identidad de origen.
Había asumido el nuevo nombre de “Sevi”, de Sevilla, que le adjudicó la Mariona para la familia, los amigos y los círculos más próximos.
En los ámbitos de la profesión de abogado y de docente, siguió siendo Rafael.
El catalán lo practicó sin complejos, y pronto lo dominó. Hay quien cuenta que la primera palabra que aprendió fue ‘melic’ (ombligo) ?!! Curioso.
También nosotros hubimos de hacer algún esfuerzo al principio para entender lo que decía, cuando se comía alguna letra. Recuerdo que nos intrigó mucho al hablar de “alhico”, aljico, alfedico, y se lo hicimos repetir hasta descubrir que se refería a Alfred Hitchcock.
Esta anécdota se quedó en la familia.
Como también se quedó en la familia que el Sevi conseguía hacer funcionar los artefactos de última tecnología a los que era aficionado, según él a base de aplicar el “positivo y el negativo” de las conexiones eléctricas, explicación que nunca convenció del todo a los técnicos de la familia.
También en las conversaciones familiares alrededor de la mesa, a veces mantenía y reforzaba sus opiniones y argumentos con imágenes y expresiones exageradas, plásticas, coloristas, como en un juego o un deporte practicado para convencer al otro.
A propósito de juegos, desde el principio se lanzó con entusiasmo a practicar, en solitario si se terciaba, los juegos familiares, como la petanca y el croquet en la masía de Picamoixons, o las partidas de ajedrez con Ricardo, el pare Petit, para ponerse rápidamente al nivel de los demás, y ganarles si podía.
Todo lo había de tener y hacer lo mejor posible; como se reflejó en la gran transformación de la masía de Fonolleres, o en su forma de entender el ejercicio de la profesión de abogado. Pero ese es otro capítulo.
Lo que quiero destacar es que también la familia catalana se enriqueció con las aportaciones culturales andaluzas del Sevi:
─ Desde su llegada se instauró la Nit de Nadal, que perdura y es intocable. No era concebible para él una Navidad sin Nochebuena.
─ La experiencia de la Semana Santa de Sevilla, que tan bien describe en el libro, o la de Osuna, en la que participaban los pequeños de la familia, nos abrió un mundo de plasticidad, expresión y sentimiento colectivo, al margen de las connotaciones religiosas.
─ Aprendimos de la familia de Osuna, la madre, los hermanos, los numerosos primos, a disfrutar de su hospitalidad y de su forma de entender la vida.
─ Por no hablar de los lugares de los que el Sevi hablaba y habla, con nombres atractivos y sugerentes como Valverde del Camino, Bollullos Par del Condado, Los Pinos , El Rompido, etc.
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Acabo agradeciendo al Sevi el libro novela Ruano. Porque me lo he pasado muy bien leyéndolo, y por el interés de las vivencias que describe y que son historia, como el entorno social y cultural, la irrupción estudiantil contra la dictadura a través del SDE, su venida a Cataluña por amor, sus descubrimientos (también la tortilla de calabacín). Y sobre todo, por su voluntad de aclimatarse aquí, en un intercambio cultural que no solo le ha enriquecido a él, sino a toda la familia Petit. Un intercambio que sumaba.
Sevi: un amigo geógrafo que investiga como historiador, tiene claro y considera que todos deberíamos escribir nuestras memorias personales, para así poder aportar elementos de contraste y de corrección a las versiones históricas interesadas o sesgadas, o para disponer de más elementos de análisis y de investigación.
Yo creo que tiene razón.
Por eso espero poder leer pronto la continuación de tus memorias.
Sobre hechos y acontecimientos que hemos compartido en parte, tanto a nivel personal como profesional.
Quedas emplazado.