Por JUAN BOSCO DÍAZ-URMENETA
Reseña de la exposición Chto Delat? Cuando pensábamos que teníamos todas las respuestas, la vida cambió las preguntas en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo-CAAC (26 de mayo – 1 de octubre).
1. Rechazar el Estado Soviético pero no renunciar al potencial emancipador del comunismo. Esa es la difícil opción del colectivo Chto Delat? La elección del nombre es ya un síntoma. Es el título de un célebre folleto de Lenin, ¿Qué hacer? (1901) (no hay que citarlo en inglés: muchos, hace tiempo, lo leímos y discutimos en castellano, y quizás ande aún en nuestras bibliotecas). Es un texto político, no doctrinal. A la sombra de Chernychevski, de quien toma prestado el título, Lenin insiste en el valor de la teoría, frente al acción espontánea del populismo. La teoría mantendrá además el sentido de la revolución sin aceptar como coartada el logro de mejoras económicas.
2. La elección del nombre, más que un homenaje a Lenin, es una alusión a sus ideas. Para Chto Delat? un arte liberador sin teoría es un imposible. Convencidos de que la economía sigue siendo la raíz decisiva de la dominación, saben que hay que repensar conceptos, como el de clase, y conectarlo con otras formas de explotación: el género, la diversidad étnica o la conversión del saber en mercancía. La teoría exige, pues, transversalidad. También pide debate. Chto delat? tiene un núcleo estable. Lo forman al menos cuatro autores (Olga Egorova, Nina Gasteva, Dmitri Vilensky, Nikolai Oleynikov) pero para sus proyectos cuentan con otras muchas personas, en la elaboración y discusión de ideas, y en la realización de las obras. Es pues un colectivo abierto, con límites indefinidos, para propiciar la mejor cooperación.
3. Un tema destacado en su trabajo es la memoria. Es el vínculo que une algunas de las obras expuestas en La Cartuja. Una gran escultura (5 x 2,30 x 1,50 m) parece un híbrido de soldado y ángel. Es el final de un largo proceso. Construyeron, para una exposición en Viena, una réplica gay de un soldado del monumento a los soviéticos muertos en la toma de la ciudad. El soldado viajó después a Berlín y allí alguien decidió quemarlo. Sólo quedó el escudo. Chamuscado, puede verse en la muestra. Memoria de lo hecho y lo ocurrido, los autores lo conservaron. Después decidieron ir más lejos y construir una nueva figura: un resucitado. No se asusten: en rigor, es un zombi, un muerto viviente. Alguien a quien muchos dan por muerto pero sigue vivo y señala que la Historia siempre está cruzada por la catástrofe. La cercanía de esta escultura al ángel habla de un tiempo, el nuestro, y de cómo cabe pensar hoy aquel Angelus Novus que pintó Klee y glosó Benjamin.
4. Al pie del Resucitado hay un prisma de 65 cm de lado y en su interior un corazón unido a una oreja. La clave de tan extraña alianza está en Los excluidos, una vídeo-performance de Chto delat? (expuesta en la Cartuja tiempo atrás) donde aparece un gran pabellón auditivo que late como un corazón. El oído guarda la memoria de la historia silenciada y de la represión que se oculta. El corazón da nueva vida a esa memoria porque, como decían los antiguos, al rodearla de afecto, la hace brillar o arder.
5. Gustav Klutsis sufrió a la vez la muerte y el silencio. Fusilado por Stalin, pasaron décadas antes de que se supiera qué había sido de él. Chto delat? ha construido un enorme faro siguiendo las pautas del arte público de Klutsis. En el faro, una inscripción: “It’s getting darker”. Nuestro tiempo se hace cada vez más oscuro. La lógica del mercado y de los intereses geopolíticos oculta a sus víctimas y las olvida. El faro las ilumina. Son figuras sencillas pero eficaces: recuerdan a los muertos en la plaza Maidán y a los de la Comuna de París, a un profesor zapatista asesinado por paramilitares, un sindicalista mogol que optó por quemarse vivo, un manifestante anónimo golpeado por agua a presión. Detrás del faro una urna con sencillos perfiles de murciélagos (papel recortado y pintado): son los perseguidos por sus ideas. A Neruda, Freire, Hannah Arendt, Emma Goldman, Walter Benjamin o Toni Negri intentaron apartarlos de la luz pero sus ideas siguen, agitan la noche.
Son figuras sencillas pero eficaces: recuerdan a los muertos en la plaza Maidán y a los de la Comuna de París, a un profesor zapatista asesinado por paramilitares, un sindicalista mogol que optó por quemarse vivo, un manifestante anónimo golpeado por agua a presión
6. El ciclo de la memoria se completa con un vídeo, Aún no nos ha sucedido a nosotros. Refugio seguro. Refugio seguro (Safe Haven) es una red de localidades en el norte de Europa que acoge a artistas que deben salir de su país porque peligran su vida o su dignidad. Chto Delat? lleva a uno de esos refugios, isla con faro, a cinco actores (tal vez alumnos de su escuela a la que luego me referiré). Vemos cómo viven los habitantes del lugar y cómo acogen a los refugiados. Éstos, hoy, no precisan de asilo pero ¿lo necesitarán algún día? La incertidumbre no es gratuita: los cinco actores lo sugieren al evocar otras tantas historias de hombres y mujeres que no lograron esquivar la muerte o evitar largas condenas de prisión por el delito de pensar y hablar.
7. El de la memoria es el eje central de la muestra. Por el vigor de las obras y porque sugiere que el orden del mundo se edifica hoy sobre la violencia. Cuando en la misma obra aparecen víctimas de la intolerancia o la injusticia, en lugares y sociedades distintas y distantes, germina la sospecha de que el recurso a la violencia es cotidiano: fuerza desahucios, hace pagar a todos las deudas y abusos de unos pocos, o restringe al mínimo las posibilidades de un trabajo digno. La idea conecta estrechamente con una convicción de Chto delat?: es preciso, dicen, romper la creencia (entre fatalista y tecnocrática) en que no es posible más orden que el que existe. Como antídoto de esa falsa percepción, el colectivo propone un arte que rompa el automatismo de la conciencia, la del artista y la del espectador.
La idea conecta estrechamente con una convicción de Chto delat?: es preciso, dicen, romper la creencia (entre fatalista y tecnocrática) en que no es posible más orden que el que existe. Como antídoto de esa falsa percepción, el colectivo propone un arte que rompa el automatismo de la conciencia, la del artista y la del espectador
8. Chto Delat? ha sufrido también restricciones policiales. Los responsables de ArtMuza, un centro en Petersburgo que reúne actividades artísticas muy diversas, le ofrecieron un espacio. Allí abrieron La casa Rosa (en memoria de Rosa Luxemburgo). Invitaron a exponer a diversos autores, celebraron encuentros y debates, y alguna graduación de los alumnos de la Escuela de Arte Comprometido. Todo fue bien hasta que llegó la FSB. Esta institución, heredera de la KGB, sugirió a la dirección de ArtMuza que debería prescindir del colectivo. La autocensura funcionó y Chto delat? anda buscando nueva ubicación para La casa Rosa.
Sí Mantienen en Petersburgo la Escuela de Arte Comprometido con alumnos de diversos lugares de la Federación Rusa que, al estilo de algunos postgrados europeos, tienen sesiones mensuales o quincenales y entre las mismas desarrollan estudios y trabajos. Estos alumnos participan en las obras del colectivo: intervienen en las vídeo-performances, participan en la elaboración de carteles y banderolas (ahora expuestos en los patios mudéjares de La Cartuja), y sobre todo en los debates y discusiones. Para Chto delat? la pedagogía tiene notable importancia. De un modo análogo al que emplean en su Escuela han trabajado con alumnos de Arte Dramático de Sevilla que prolongan la exposición con performances que celebran estos días en La Cartuja.
9. Obras frecuentes de Chto Delat? son las cantatas al estilo de la songspiel de Brecht. Son ágiles de ritmo, están formalmente cuidadas (con voces excelentes), juegan con la ironía y dan especial papel al cuerpo, pero quizá lo más interesante es que se construyen sobre temas concretos (la construcción de la gigantesca torre de Gazprom en Petersburgo o el desalojo de un barrio gitano en Belgrado para construir instalaciones de la Universíada) que conectan hábilmente con ideas generales. Más interés tiene, sin embargo, un trabajo reciente, Sueño de un manifestante. Ante un centro comercial de Petersburgo hay tres jóvenes cada uno con una pancarta. Como son individuales, estas manifestaciones no son ilegales. El cartel del primer chico dice, Abrázame, soy tu enemigo. En el que lleva la muchacha se lee: Golpéame, soy tu hermana, y en el del tercer manifestante, Pellízcame, estoy soñándote. Un micro y una cámara recoge opiniones de transeúntes: algunos son actores. Otros, no. El resultado es un fresco de la sociedad rusa. Fresco que se prolonga en las paredes del recinto (el refectorio de los cartujos) que recogen imágenes de las redes sociales. Unas enviadas por el Estado (misiles disparados desde el Caspio sobre Siria), ciertas instituciones (empresas de diseño de moda) o particulares (como una muchacha que en una fiesta patriótica lleva un sombrero que celebra a Stalin). En conjunto, un archivo fértil en ideas. El artista se convierte así en etnógrafo pero al hacerlo no abandona el suelo más radical del arte: dar que pensar.
_________________
Juan Bosco Díaz-Urmeneta. Profesor titular de estética (jubilado) y crítico de arte. Ha comisariado exposiciones de Carmen Laffón, Soledad Sevilla, Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, entre otros artistas. Autor de diversos textos de estética y teoría del arte.