Por VIOLAINE GIRARD
Las zonas residenciales periurbanas han adquirido una visibilidad inédita tras las elecciones presidenciales de 2012. Analizadas por numerosos especialistas, estas zonas situadas en la periferia de las ciudades se han presentado como el principal espacio de progresión de resultados del Frente Nacional (FN), y como figura social ejemplo de los hogares populares. Estos habitantes de zonas residenciales, que han realizado los consecuentes esfuerzos para llegar a ser propietarios, serían presa de gran número de «frustraciones sociales» que les inclinarían a un voto «de protesta».
Sin embargo, esta tesis, que debería permitirnos entender un fenómeno presentado como nuevo, tiene sus raíces no obstante en una serie de representaciones más antiguas. Basa su carácter de evidencia particularmente en la presunción de que los electores del FN se reclutan en gran medida entre las clases populares, una presunción no demostrada científicamente pero que ha llegado a imponerse a través de las declaraciones de intelectuales, periodistas e incluso responsables políticos1. Si no se puede negar que un voto FN tiene campo entre ciertas fracciones populares o dentro de las zonas periurbanas, esas «explicaciones» oscurecen más que aclaran los procesos que tratan de describir, ya que las simplificaciones que conllevan se basan en un estigma y en un desconocimiento de las clases populares contemporáneas. Frente a ese tipo de explicaciones, enunciadas a la ligera y poco fundamentadas, un estudio etnográfico de largo alcance acaba de revelar cómo las condiciones de empleo y de trabajo (y sus transformaciones), sistemáticamente ocultadas en los comentarios sobre el voto, juegan un papel central en la politización de las clases populares.
Si no se puede negar que un voto FN tiene campo entre ciertas fracciones populares o dentro de las zonas periurbanas, esas «explicaciones» oscurecen más que aclaran los procesos que tratan de describir, ya que las simplificaciones que conllevan se basan en un estigma y en un desconocimiento de las clases populares contemporáneas
¿Clases populares ganadas por el FN? Simplificaciones y falsas evidencias
Ya desde los años noventa algunos intelectuales se dedicaron a achacar la subida del FN a los electores provenientes de las clases populares. La tesis del «populismo» del FN, que cuenta con amplio eco hasta el punto de creerse evidente, actúa remitiendo hacia las clases populares la responsabilidad de la progresión de las ideas del Frente. El FN no haría sino responder a las tendencias xenófobas y «autoritarias» que caracterizan al mundo obrero , sometidos a un desencanto que tiene que ver con las crisis económicas y el ocaso del comunismo. Esta tesis se basa, sin embargo, en premisas ampliamente invalidadas por la investigación científica.
En 2002, el paso del candidato del FN a la segunda vuelta está lejos de haberse debido únicamente al voto popular: en primer lugar porque, como recuerda Annie Collovald, otros segmentos sociales, como autónomos, agricultores o cuadros del sector privado, votaron, también, por ese partido. La proporción de electores del FN entre las profesiones liberales (22%) supera la registrada entre los obreros (18%), franja donde precisamente fueron muchos más los que se abstuvieron (31%)2. El FN no tiene efectivamente un electorado homogéneo, al contrario, incorpora estratos sociales diversificados, desde el mundo de los pequeños propietarios hasta cuadros, pasando por ciertos segmentos del asalariado popular3. Y si nos fijamos en el sector de los obreros es bastante mayor la heterogeneidad de las prácticas electorales. Más que el voto al FN son la no inscripción en el censo y la abstención, intermitente o regular, las que predominan en esta categoría4. No tener en cuenta estos dos fenómenos, que son centrales sin embargo en los comportamientos electorales de los grupos populares, lleva a aumentar la parte de los obreros que se integran en el FN. Además, entre los votantes, las orientaciones electorales están tan repartidasque no es concebible la focalización mediática de este partido: en 2002 estas se distribuyen, por este orden, entre izquierda, derecha y extrema derecha.
La proporción de electores del FN entre las profesiones liberales (22%) supera la registrada entre los obreros (18%), franja donde precisamente fueron muchos más los que se abstuvieron (31%)
Diez años más tarde, el mismo tipo de comentarios va sin embargo a desplegarse por medio de la difusión de un sondeo del Ipsos en una de las ediciones de Le Monde de febrero de 2012. Según esta encuesta, se pronostica una «subida del voto» para el FN en las zonas periburbanas5. Estos territorios estarán desde entonces estrechamente asociados a la figura de familias «modestas», que, para conseguir edificar su casa, se ven obligados a instalarse fuera de las ciudades. La conclusión parece clara: la progresión del FN se debería principalmente a estos «pequeños» vecinos de zonas residenciales que dejaron los barrios de viviendas sociales y su cortejo de problemas sociales. Una vez más, el éxito de estos análisis reposa en simplificaciones que ocultan diversos planos de una realidad social y electoral sin embargo incontestable. En 2012, más de la mitad de los electores del FN residían en los centros de las ciudades y en los barrios (banlieues) de las aglomeraciones, y no en las zonas periurbanas6; además, las familias populares no son las únicas susceptibles de volverse hacia un voto frentista, tanto en las zonas periurbanas como en todas las demás. Recordemos, en efecto, que, aun alejados de los centros de las ciudades, las zonas periurbanas acogen categorías sociales diversas: familias obreras y de empleados cohabitan, en proporciones variables, con profesiones comerciales, cuadros o jefes de empresa. Y más aún, hay motivos suficientes para suponer que estas últimas categorías se abstienen con menos frecuencia que los obreros7.
¿«Pequeños» residentes desclasados?
Los esquemas explicativos movilizados para apoyar tal conclusión descansan en dos simplificaciones peligrosas. Que los habitantes de las zonas periurbanas se vean acusados de un «agresivo repliegue sobre sí mismos»8 o que, al contrario, sean presentados como «víctimas», relegados a la periferia de las grandes ciudades9, sus trayectorias se sitúan bajo el signo del desclasamiento, si no del miserabilismo10. Poco importa que estos hayan seguido una carrera de promoción residencial, ratificada por la adquisición de casa individual y acceso al estatuto de propietario. Los análisis del geógrafo y consultor Christophe Guilluy11 generan consenso: para éste, esas «clases populares» están sometidas a una creciente «violencia social y cultural». De ahí al voto FN no habría más que un paso, alegremente franqueado por numerosos comentaristas.
Los discursos mediáticos pasan particularmente por alto de las transformaciones del empleo y de las condiciones de vida. Se sabe, sin embargo, que la socialización profesional constituye un elemento central en la definición de las posiciones sociales
Con todo lo evocadora que sea, ese tipo de interpretación parece no obstante basada en generalizaciones más que problemáticas. Al decir que los votos frentistas se deben a las «frustraciones sociales» de las familias periurbanas, tal juicio tiende a homogeneizar situaciones en realidad mucho más diversificadas. Sobre todo, al insistir en el esquema del desclasamiento, impide advertir las transformaciones sociales de larga duración que afectan a las clases populares desde hace treinta años. De forma significativa, los discursos mediáticos pasan particularmente por alto de las transformaciones del empleo y de las condiciones de vida. Se sabe, sin embargo, que la socialización profesional constituye un elemento central en la definición de las posiciones sociales, y que los sentimientos de pertenencia que resultan de ello (llamarse operador en vez de obrero, ser asalariado más que parado, o incluso saberse eventual y expuesto a la precariedad) influyen de forma determinante en la participación y la orientación electorales.
Oficina de empleo suburbana y recomposición del asalariado de base
A partir de un estudio de campo, hemos destacado diversas evoluciones que afectan a los asalariados de las clases populares que trabajan en el ámbito de una oficina de empleo como existen otras muchas en el medio residencial suburbano. Espacio privilegiado de acceso a la propiedad para las familias de los segmentos superiores de las clases populares durante las décadas de los ochenta y noventa, el valle de la Riboire conoce asimismo un importante desarrollo económico. Su zona industrial representa un ejemplo emblemático de los nuevos polos de empleo implantados de forma reciente en las zonas residenciales periurbanas: la zona reúne más de un centenar de empresas, que van desde unidades de producción de grandes grupos a pequeñas y medianas empresas (PME) subcontratistas en sectores de actividades diversas (producción automatizada, química, logística, servicios, mantenimiento). Cuenta con más de 3.700 empleos de duración indeterminada en 2011 y en torno a 1.000 empleos temporales. En el principal cantón estudiado, la mitad de los hombres activos que tienen empleo son obreros, y la mitad de los activos son empleados desde 1999. Pero estas cifras se acompañan de importantes evoluciones: entre los hombres, los obreros no cualificados son menos numerosos, mientras que a la inversa, la parte de técnicos y cuadros intermedios (agents de maitrisse) avanza del 9% al 18% entre 1982 y 1999, de acuerdo con un movimiento más general en la industria en Francia12.
Desde el comienzo de la década del 2000, los candidatos de derecha o del FN registran en ese cantón resultados regularmente superiores a los nacionales, con tasas de participación cercanas a las medias nacionales. En una de las comunas, J.M. Le Pen alcanzó el 30% de los sufragios en la primera y en la segunda vuelta de las presidenciales de 2002. En la primera vuelta de 2012, Marie Le Pen y Nicolas Sarkozy obtuvieron resultados que llegaban respectivamente al 32 y al 33%, con una tasa de participación de casi el 88% de los inscritos en el censo electoral. ¿Cómo este valle en ascenso económico ha pasado a ser un territorio donde el FN obtiene resultados tan elevados? ¿no deberían ser los obreros de zonas en crisis económica los más inclinados, por desesperanza, a cambiar su voto hacia este partido?
Entre los asalariados de esta zona industrial dinámica, en su mayoría se libran del paro y algunos, por el contrario, siguen vías de promoción, abiertas a las personas ligadas al «sector técnico», a través del acceso a puestos de jefes de equipo, de responsables de calidad o de técnicos. No son víctimas de la globalización, más bien se ven enfrentados a reorganizaciones masivas del empleo industrial: la creación de la zona de la Riboire respondió, en efecto, a lo largo de los años ochenta, a estrategias desarrolladas por los medios patronales destinadas a obligar a los obreros a la «flexibilidad»13. Un cargo electo de la Riboire incluso prometía a los directores de empresa la «garantía de un excelente clima social», esto es, la ausencia de movilizaciones sindicales a gran escala. En materia de urbanización, las opciones escogidas por este último, convencido seguidor de Giscard d’Estaing, estaban igualmente destinadas a preservar la «reputación de conciencia profesional» de la «mano de obra» local14. Rechazando la construcción de conjuntos de hábitats sociales, este cargo diseñó un territorio donde el desarrollo económico estaba estrechamente asociado a la imagen de asalariados «dóciles», al tener acceso a la propiedad. Al comienzo de este siglo, los gestores de la zona escriben todavía que la población de la Riboire «son leales colaboradores, al adherirse a la filosofía y al espíritu de empresa»15.
Es, sobre todo, la explosión de las formas de empleo (contratos fijos y precarios, eventuales, a tiempo parcial) lo que caracteriza a esta nueva zona. Una parte elevada de los obreros trabaja asimismo en establecimientos de menos de 50 asalariados, donde la implantación sindical es mucho menos habitual que en las grandes industrias
Ahora bien, más que cualquier «fidelidad» de los asalariados, es sobre todo la explosión de las formas de empleo (contratos fijos y precarios, eventuales, a tiempo parcial) lo que caracteriza a esta nueva zona. Una parte elevada de los obreros trabaja asimismo en establecimientos de menos de 50 asalariados, donde la implantación sindical es mucho menos habitual que en las grandes industrias16. La estructuración de la oferta local de empleo hace por tanto difícil la constitución de colectivos de trabajo unidos en torno a prácticas reivindicativas, como pudo haber sido el caso de los antiguos bastiones de la gran industria. ¿Cómo no ver que este proyecto político, el de una zona industrial donde reina la fragmentación de las condiciones de empleo, ha podido tener consecuencias a largo plazo en materia de politización de los obreros y técnicos?
No se puede por supuesto afirmar que estas transformaciones se traducen mecánicamente en una derechización de los obreros o bien en una conversión en número de votos hacia el FN. Ahora bien, efectivamente, la fragmentación de los colectivos de trabajo contribuye muy directamente a redefinir las capacidades de movilización social y política de los asalariados, modificando de esta forma sus relaciones con el voto. Como recuerda el historiador Xavier Vigna, la desindicalización del mundo del trabajo ha venido acompañada «de una retirada cada vez más marcada de los obreros de la escena política». El reflujo sindical ha supuesto por otra parte la debilidad de las luchas obreras que constituyen «la barrera más segura ante las fracturas identitarias», fracturas que un partido como el FN se esfuerza por imponer en el espacio político nacional.
En la Riboire, igual que en numerosas zonas industriales, las transformaciones de las condiciones de empleo y movimientos de acceso a la propiedad son la fuente de evoluciones mucho más complejas que no tienen que llevarnos a pensar en términos de marginación de los habitantes de las zonas residenciales de las periferias. Con el ocaso de los grandes centros industriales y el desarrollo del sector servicios (logística, transporte, mantenimiento, etc.) una parte creciente de los obreros se encuentra sin posibilidades de movilización colectiva. Enfrentados a nuevas normas de movilización en el trabajo, aparecen estrechamente dependientes de sectores de empleo sometidos a incesantes reorganizaciones. Una gran mayoría de ellos se muestra preocupada y escéptica respecto a la eficacia de medidas políticas en temas económicos. Pero, en torno de los yacimientos de empleo periurbanos, algunos llegan a acceder a la promoción profesional. Sus trayectorias no están marcadas de forma uniforme por el desclasamiento aunque se confirma una diferencia en las condiciones de empleo.
Con el ocaso de los grandes centros industriales y el desarrollo del sector servicios, una parte creciente de los obreros se encuentra sin posibilidades de movilización colectiva. Enfrentados a nuevas normas de movilización en el trabajo, aparecen estrechamente dependientes de sectores de empleo sometidos a incesantes reorganizaciones
La individualización de los progresos en la carrera profesional, que se basan muy frecuentemente en el hecho de «haber demostrado la eficacia», constituye por tanto un factor propicio para la recepción de discursos derechistas que alaban el mérito individual contra el carácter colectivo de los derechos sociales. Además de factores que ayudan al alejamiento frente a una oferta política «tradicional». Y es este proceso de alejamiento respecto de los partidos de izquierda y de derecha «clásicos» el que se refleja en la diversidad de las actuales prácticas electorales entre las clases populares de las periferias residenciales: entre los encuestados, algunos se abstienen, más o menos de forma regular, otros continúan todavía votando a la izquierda pero una parte importante ha roto, de manera ya más o menos estable, con los partidos de gobierno. Entre estos últimos, algunos, con tendencias de derecha desde tiempo atrás, se orientan hacia la extrema derecha. Aunque su radicalización política no debe enmascarar a todo el conjunto de la evolución social que afecta a las clases populares de los extrarradios, es importante sin embargo señalar aquí que la misma asienta algunos de sus resortes en la creciente diferenciación de estatus laborales.
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Violaine Girard. Socióloga, profesora en la Universidad de Rouen. Especializada en análisis locales, del territorio y sus repercusiones políticas. Este artículo se publicó en 2012, originalmente en Metropolitiques. La traducción es de Javier Aristu.
1.- Collovald, A. 2004. Le « populisme du FN ». Un dangereux contresens, Bellecombe-en-Bauges, éditions du Croquant. [^]
2.- Ibidem, p.165. [^]
3.- Lehingue, P. 2003. «L’objectivation statistique des électorats : que savons-nous des électeurs du FN ?» in Lagroye, J. La politisation, Paris, Belin, p. 247- 278. [^]
4.- Braconnier, C. et Dormagen, J.‑Y. 2007. La démocratie de l’abstention : aux origines de la démobilisation en milieu populaire, Paris, Gallimard. [^]
5.- «Dans la France péri-urbaine, le “survote” pour le Front national exprime une colère sourde», Thomas Wieder, Le Monde, 29 février 2012. [^]
6.- Rivière, J. 2013b. « Sous les cartes, les habitants. La diversité du vote des périurbains en 2012 », Esprit, n°3-4, p. 34-44. [^]
7.- En un estudio realizado por el Ipsos con ocasión de la primera vuelta de las presidenciales de 2012, cuyos resultados hay que analizar con prudencia a la vista de las críticas metodológicas que se pueden atribuir a este tipo de sondeos, la categoría de obreros queda como la más abstencionista (29% frente al 20,5% del censo). [^]
8.- Lévy, Jacques. 2013. «Liens faibles, choix forts: les urbains et l’urbanité», La Vie des idées, 29 mai: (http://www.laviedesidees.fr/Liens-faibles-choix-forts-les.html). [^]
9.- Guilluy, C. 2010. Fractures françaises, Paris, Bourin Éditeur. [^]
10.- Rivière, J. 2013a. « Des ploucs de droite aux pavillonnaires lepénistes. À propos de la construction médiatique du vote des ruraux », Agone, n° 51, p. 65‑83. [^]
11.- Ibidem, p.8. [^]
12.- La parte de empleos «no manuales» de técnicos y cuadros medios conoce aumento significativo en la industria francesa, desde los años 80 hasta hoy. Ver: Bosc, S. 2008. Sociologie des classes moyennes, Paris : la Découverte. [^]
13.- Sobre las estrategias patronales dirigidas a debilitar las movilizaciones sindicales posteriores a mayo-junio de 1968 ver Noiriel, G. 2002(1986). Les Ouvriers dans la société française XIX e -XXe siècle, Paris: Seuil. [^]
14.- Pierre de la Chanerie, senador, alcalde y consejero general del cantón, en Leaders, revista delos grupos industriales del parque industrial de la Riboire, 1985. [^]
15.- Dossier de prensa del parque industrial, 2004. [^]
16.- Amossé T. et Pignoni, M.T., «La transformation du paysage syndical depuis 1945», Données sociales, Paris, Insee. [^]